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Los países de industrialización tardía, como Argentina, están limitados por el crecimiento de su sector externo en su camino hacia el desarrollo económico, representado, precisamente, por la existencia de una industria potente y moderna, Es lo que se conoce como “restricción externa”.
La razón de esta limitación está en la necesidad de importación de equipos y de tecnología, así como de algunos insumos imprescindibles que no está en condiciones de producir internamente. Esas importaciones deben ser financiadas y la única forma sustentable de financiación está en el crecimiento de las exportaciones. Es decir, la tasa de aumento de las exportaciones limita al crecimiento industrial.
Aparentemente el primero en señalar está limitación, debido a las divisas disponibles, fue Keynes en 1929, al advertir el costo que significaría para Alemania la restricción de recursos externos motivado por las reparaciones que los aliados le exigieron luego de la primera guerra. También toca el tema Kalecki en 1933, en su trabajo “Sobre el comercio exterior y las exportaciones internas”. Posteriormente fueron los autores latinoamericanos, en particular argentinos, quienes profundizaron el tema: Prebisch desde la CEPAL, Marcelo Diamand, Oscar Braun, Canitrot, Aldo Ferrer, etc.
El trabajo más reconocido en la teoría económica es el de Anthony Thirwall de 1979 (posiblemente porque escribe en inglés) y que le dio el nombre (“ley de Thirwall”) a esta limitación, aunque Esteban Pérez Caldentey señala que en un artículo de Octavio Rodríguez de 1977 (Revista de la CEPAL de abril de ese año) llega a la misma conclusión que Thirwall.
Sin entrar en las precisiones matemáticas que desarrolla Thirwall, es evidente que las exportaciones son una función de la relación de precios internos con los externos, así como del crecimiento del ingreso nacional en los países foráneos que importan nuestros productos, mientras que las importaciones dependen de la relación de precios y del producto interno (PBI)
A largo plazo, para que exista equilibrio en la Balanza de Pagos, se requiere que, expresado en valores monetarios, las exportaciones sean iguales a las importaciones. Como existe una relación más o menos fija entre el producto y el monto de importaciones, la tasa de crecimiento de las exportaciones está limitando al crecimiento del producto. Esta es la esencia de La ley de Thirwall.
En algunas oportunidades se ha buscado, como si fuera un atajo, ampliar la capacidad productiva con endeudamiento externo. El problema es que luego hay que pagar los intereses y amortizar la deuda, lo que se hace con el monto de las exportaciones, reduciendo así la capacidad futura de importar (y de crecer) del país. Lo hizo Macri, aunque el dinero recibido no fue destinado al crecimiento económico sino a financiar el retiro de capital especulativo externo y a financiar la “fuga” de capitales de los nativos, lo que produce un daño irreparable al país, hipotecando su futuro.
Hay que señalar que Milei no repitió lo de Macri porque no consiguió ninguna institución internacional ni particular que le prestara.
A principios del milenio, a partir del 2003, Argentina tuvo una alta tasa de crecimiento económico debido a la conjunción de una política correcta de distribución del producto en lo interno, que permitió el crecimiento de la demanda global, y, en el plano externo, un período de crecimiento de los precios de los productos que exportamos (en particular soja y otros de origen agrario).
En cambio, en este momento, la situación es exactamente la opuesta y está presente la sombra de la restricción externa:
1-Hay atraso cambiario y los exportadores no exportan su producción: a) el agro esperando la devaluación para vender su cosecha, y b) la industria no lo hace porque la relación de precios se lo impide.
2-Hay una caída en los precios internacionales de las commodities agrícolas (en la bolsa de Chicago durante este año cayeron un 22%; la soja un 24%).
3-La política económica, en lugar de fomentar el crecimiento de la demanda global, que es el motor del crecimiento, aplica un ajuste brutal que genera pobreza y desocupación y pone a la industria (tanto manufacturera como de la construcción) en profunda crisis.
4-En estas condiciones, con un mercado interno en contracción, no ingresa capital extranjero. Además, hay volatilidad en los mercados internacionales, por lo que los inversores buscan una seguridad que los mercados argentinos no ofrecen. Al igual que Macri, Milei esperaba una “lluvia” de inversiones que no se produjo.
5-Si vinieran inversiones bajo el sistema del RIGI tampoco solucionaría el problema, ya que el sistema prevé la libre disponibilidad de los dólares que generen lasexportaciones y la libre importación de insumos; en el país quedarán solamente lo que se pague por salarios y los impuestos (reducidos por ley), mientras se llevan los recursos naturales afuera.
5-En la actualidad, las reservas brutas apenas superan los 20.000 millones de dólares, por lo que las reservas netas son negativas (aproximadamente 6.500 millones). Y se están gastando en mantener la cotización del dólar ilegal o “blue”.
6-El riesgo país oscila en los 1600 puntos, lo que hace prohibitivo el crédito externo. Hay temor a otro “default”.
A la situación interna crítica: aumento de la pobreza, de la desocupación, la falta de financiación a la educación, la salud y la investigación científica, que van elevando el descontento social, se suma se suma la restricción externa, formando una especie de pinza que aprieta a la economía y lleva al fracaso al gobierno libertario.
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