-?
A menudo se refiere que resulta inexplicable cómo una sociedad pudo elegir a alguien como nuestro actual presidente. Pero más sorpresivo resulta que volviendo al futuro digamos: “Cómo se pudo tolerar a un presidente de expresión tan escatológica, con tanta vocación por el insulto, la ira y la traición”. La sociedad se comportó como niños que concurren a severos institutos donde está prohibido rebelarse y no pueden devolver con la misma moneda el haber sido ofendidos, pues hay allí un menoscabo de la integridad y de la dignidad humana. También puede ser que la gente se guarde el odio esperando volcarlo todo cuando por sí solo renuncie Milei. Algo así como dotado de una paciencia china, cabe esperar en la puerta de tu casa para asistir al pase del cadáver de tu enemigo.
Ser insultado desde la más alta tribuna del poder político y responder con un silencio de sometimiento es algo singularmente violento.
Milei por otra parte se ve que siente placer al insultar al pueblo argentino, al país, a la oposición o a la que hace de tal, a las instituciones del Estado, a los legisladores, a los trabajadores sindicalizados, a los empresarios, a los científicos, a los maestros, a las mujeres, a los niños. En una palabra: a quien cuadre.
Se me ocurre que una sociedad que tolera un maltrato por parte de personaje tan encumbrado, debe sentir una muy baja autoestima, al no poder articular una respuesta acorde a la magnitud de la ofensa proferida y repetida en distintos escenarios y ante diferentes situaciones.
En Milei insultar no es la excepción, es la norma en base a la cual él se siente equiparado y superior a quien se opone a sus ideas. Toda la sociedad debería reaccionar por tratarse de un ataque a la condición humana.
El terror nace con esa atribución que Milei ostenta sin retacear cuál es la ya descrita manera que tiene de humillar, sabiendo que no habrá réplica alguna que lo repare.
Acompañando ese comportamiento está su falta de palabra para cumplir con compromisos que asume públicamente en su quehacer político.
Un buen ejemplo de ello ha sido la aprobación de la llamada ley Bases. Entonces concedió o dio lugar a múltiples observaciones cuando fue tratado el proyecto en la Cámara de Senadores.
A la búsqueda de su aprobación se concedió todo lo que observaron, que igualmente no corrigió la condición de inconstitucionalidad de la norma.
Al volver a la Cámara de Diputados, plásticamente, las observaciones concedidas vuelven a aparecer en el texto o vuelven a la escena pública por otros medios formales como el decreto o la regulación “Sturzenegger”.
Los que cambiaron el signo de su voto creyendo que lo agregado o extraído de la norma había sido aprobado, se encuentran hoy en que, ya sin su participación, todo vuelve a las fojas que el presidente sostenía en el texto original.
Cuando la historia evoque estos días, muchos argentinos no podrán evitar sentir vergüenza ajena por lo vivido y por haber sido representados por una persona tan vulgar. La otra vertiente de un mal recuerdo para muchos será haber pasado hambre y frío durante mucho tiempo. Y para una inmensa mayoría haber elegido en plena celebración democrática un valor tan desviado de los mínimamente esperado.
Va con firma | 2016 | Todos los derechos reservados
Director: Héctor Mauriño |
Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite