Columnistas
12/10/2016

Se siente, se siente, Pinedo presidente

Se siente, se siente, Pinedo presidente | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Daniel Hernández

El puño izquierdo en alto casi toca el cielo (raso) del café La Biela. La multitud, que ocupa las mesas de la izquierda, grita a voz de cuello: Se siente, se siente, Pinedo presidente.  Pinedo ríe, mueve la cabellera (entrecana pero juvenil) para que no le caiga sobre la cara.

Pinedo agita el puño con vehemencia. El rostro se funde en una multitud de banderas amarillas (estrella roja de cinco puntas en el centro). “Banderas rojas / banderas negras / de lienzo blanco en tu corazón...”, canturrea alguien a la derecha (ahora a la izquierda) del  ex de Alsogaray, Cavallo, López Murphy, Macri y siguen las firmas.

“Durante mi gobierno no aumentamos un sólo pobre, un sólo dígito de inflación, una sola cuenta offshore”, dice Pinedo (a esta altura Federico, El Grande), mientras con el pie izquierdo (todo lo hace con la izquierda) le da pataditas a un Chihuaha que ladra, histérico (yegua, chorra, montonera / yegua, chorra, montonera...) desde los cacerolazos del 8N (2012). 

“Durante mi gobierno no había que irse a vivir a Cuba para ver Fútbol Para Todos, durante mi gobierno el CCK era el Centro Cultural Kirchner, durante mi gobierno La Bruja del Calafate era Cristina”, insiste Federico El Grande ante el delirio de las masas (finas), mientras un mozo de impecable chaqueta blanca y moño negro reparte estampitas bendecidas por el tibio de Bergoglio con la imagen de la Santísima Trinidad revolucionaria: Fidel, El Che y Pinedo.

“Ves que nosotros no venimos por el chori y el tinto”, comenta un hombre mientras se tapa la cara con un pañuelo amarillo y rojo con la cara de Federico El Grande mientras exige canapés de salmón ahumado y una copita de Chandon.

“Yo le pedí a Maurizio que haga un gobierno de izquierda, como fue el mío, pero él insiste con la izquierda pequeño-burguesa a lo Lula, Evo Morales y Correa”, sigue Federico, ahora El Grande, a secas, mientras que una mujer agita globos (amarillos, estrella roja de cinco puntas) y canta como una posesa: “A desalambrar / a desalambrar / que la tierra es nuestra / no tuya ni de aquel...”.

Más atrás un hombre (lentes oscuros, el cuello del impermeable levantado) que acaba de arrastrar de los pelos a dos chicas que se hacían arrumacos en una mesa de la derecha, intenta introducir en una alcancía con forma de caja de seguridad acciones de YPF, dólares con la cara de Franco (Macri) y rupias que tenía debajo del colchón de las Islas Caimán.

“Para cuando pasemos a la clandestinidad contra el stalinismo macrista”, dice a viva voz, pero una mujer le empieza a dar carterazos Louis Vuitton al grito de “ni apresurados ni retardatarios”, “ni apresurados ni retardatarios”. El donante compulsivo cae inconsciente.

Se produce un tumulto de shopping a las cinco de la tarde, pero Pato Bullrich sale de abajo de una mesa al grito de Protocolo – Protocolo – Protocolo. Vuelve a desaparecer detrás del mantel blanco con puntillas, que se agita como un telón cerrado de apuro, arrastrada por un tobillo por Burzaco que a media voz anunciaba: “Desactivé una célula del ISIS, desactivé una célula del ISIS”.

La multitud se dispersa antes de que la cosa pase a mayores, feliz por la aplicación del Protocolo que instaura la paz social y la revolución de la alegría aunque decepcionada porque esperaba ver una decapitación del ISIS en vivo y en directo.

El donante -que sigue inconsciente en el suelo- es retirado por mano de obra desocupada de la UCEP, que lo arrastra por Plaza Francia y lo deja en la puerta del Cementerio de la Recoleta. 

“Crear uno, dos, tres mil Mini Davos es la consigna”, arenga El Grande antes de irse por la puerta de atrás para pasar a la clandestinidad en las sierras de Córdoba.

“El pinedismo es la etapa superior del maurizismo”, comenta con una copa en la mano María Julia mientras hace chin-chin con Adelina y Susana, quien con risa embriagada se confiesa: “Ay chicas, que lindo todo esto, que deja vu”.

29/07/2016

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