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“La memoria despierta para herir a los pueblos dormidos que no la dejan vivir”
León Gieco
Hay una pregunta simple de repuesta compleja: ¿Cómo pudo pasar que “La Libertad Avanza” (LLA) llegue a ser gobierno y que seis meses después mantenga, con la destrucción del aparato productivo, recesión económica y retroceso en derechos individuales y colectivos, cierta aceptación de la población?
En el siguiente diálogo con Marcelo Medrano, abogado especializado en Derechos Humanos, ex representante de la secretaría de Derechos Humanos de la Nación en causas de Lesa Humanidad y actualmente representando a la APDH-Neuquén, nos propusimos concentrar el análisis en torno al ejercicio de la memoria. Memoria colectiva que aparenta estar ausente cuando en realidad resulta el último reaseguro que tenemos para no permitir que se repitan experiencias autoritarias y antidemocráticas que lesionen Derechos Humanos básicos y fundamentales.
Hubo históricos triunfos para el pueblo en el ejercicio de la Memoria, que se tradujeron en los Juicios de la Verdad y la condena de un millar de genocidas de la última dictadura cívico militar. Un aspecto que claramente generó el alineamiento de los sectores más antidemocráticos y autoritarios detrás del conglomerado que resulta el actual gobierno. Ese ejemplar ejercicio de la memoria fue posible por la permanente lucha de los organismos de Derechos Humanos y por el acompañamiento de los gobiernos del campo nacional y popular. Sin embargo el poder político no advirtió la debida gravedad que en el último tiempo se presentaba si no se atendía los Derechos Humanos básicos y fundamentales que no eran garantizados. Pareciera que no hubo memoria de la pobreza y el hambre que nuestro pueblo supo sufrir.
–Marcelo, uno se pregunta qué estamos haciendo con toda esa memoria que atesoramos sobre nuestra historia reciente. No fue hace mucho tiempo. Se avanza de todas maneras vulnerando derechos, se soportan hechos represivos escandalosos, hay vulneración de libertades individuales y colectivas.
–Sí, sí, es así. Yo creo que es como una dinámica muy compleja, muy complicada. Estamos en una época bastante dificultosa de comprender, de leer. De hecho se está discutiendo nuevamente qué es esto de la memoria corta o la memoria larga, en términos de que todo pasa a una velocidad, digamos, inusitada. Después, sí hay una pregunta que tiene que ver con la constitución como pueblo, que es que recién ahora estamos terminando una etapa que tiene que ver con los juicios de lesa humanidad en dictadura y una pregunta recurrente ahí es de qué manera, como sociedad, pudimos tolerar lo que pasó en dictadura. Eso todavía se está reflexionando porque es dinámico, pero digamos que es del pasado reciente, como vos decías. Sin embargo, estamos ahora viviendo un avance enorme de la derecha en términos de supresión de derechos, de crueldad, y no hay una reacción como esperábamos. Entonces, un poco la pregunta que uno se puede hacer es qué pudimos aprender de la dictadura en términos de intolerables sociales o de qué cuestiones no podemos permitir que sucedan, cuando estamos frente a un gobierno que actúa del mismo modo y no alcanzamos a vislumbrar cómo reaccionar aún con todo lo que está pasando.
–Claro, en algún momentos nos preguntamos, respecto a la dictadura, cómo pasó lo que pasó y no hicimos, o miramos para otro lado.
–Exactamente. Yo creo que esa es una pregunta muy actual. Primero entender esto de la dinámica del mundo que estamos viviendo, que es muy compleja de leer, y me parece que si uno se queda afuera de una lectura que lamentablemente y necesariamente tiene que ser compleja para lograr comprender qué es lo que está pasando, se queda afuera. Otra es que definitivamente los derechos humanos, en clave política, tienen una lectura de un modelo de pueblo, de país, que uno puede llegar a tener. Otro me parece que es una degradación de la clase política enorme, esto de la representación de la clase política en términos de qué es lo que hay que discutir, cómo lo vamos a discutir, generar especies de narrativas que nos involucren como pueblo también. Y sobre todo, a mí lo que más me preocupa es esto de la responsabilidad intergeneracional. El neoliberalismo, en términos de construcción de sentido, me parece que nos hace olvidar que estamos de paso en el mundo y que tenemos que pensar en nuestros hijos, hijas, nietos para dejarles un mundo al menos igual, y espero que mejor. En esta dialéctica de pensar un mundo mejor para los que nos siguen, me parece que estas empresas de vida acotadas que tienen que ver con la razón del neoliberalismo, que es lograr el beneficio propio, es una matriz de discusión que tiene que estar, y si uno lo analiza desde este lugar, en clave política, en clave social y creo yo en clave cultural, tiene una explicación. Si todos nos levantamos pensando solamente en el beneficio propio, en cómo zafar, en cómo nos puede ir bien exclusivamente a nosotros y no tenemos una forma de vivir en términos colectivos para que todo sea mejor para todas y para todos, me parece que tiene un principio de explicación a lo que nos sucede.
–Es entendible que hay todo un sistema que empuja a pensar la cuestión en términos de exitismo e individualismo, pero uno no esperaba eso de la política. Era (el ya fallecido presidente de Venezuela) Hugo Chávez el que más insistía con esto que no hay que servirse del pueblo sino ser servidor del pueblo, y me parece que esta es la degradación de la que hablás, que hizo posible el escenario de hoy.
–Sí, viste que hay una explicación general que tiene que ver con el triunfo de Milei, si fue culpa del gobierno anterior, si hubo una consecución de gobiernos que representaban o no representaban. Esa me parece que es parte de la explicación. La otra parte de la explicación, que a mí me parece de nuevo más complicada pero más certera y más interesante, es un poco esto de preguntarnos que a Milei en realidad lo trajimos como sociedad. Esta reflexión, digamos, no es mía, hay neuquinos por adopción que se dedican a pensar estas cosas como, no sé, Esteban Rodríguez Alzueta y Lucas Arrimada me vienen ahora a la cabeza, como ejemplo de quienes trabajan estos temas de las sociedades rotas, y ahí hay un concepto muy interesante, que a Milei lo trajimos, Milei no cayó del cielo. Obviamente esto nos pone en tensión para pensar. Me parece que es una fuente de explicación más razonable para pensar y más profunda, con una clase política que tiene un nivel de discusión paupérrimo diría yo, que no representa ni siquiera sectorialmente algunos intereses, con un nivel de coherencia absolutamente degradado donde todo es un negocio, un acuerdo. Entonces tampoco hay representación política en términos de que la sociedad se sienta representada, en el buen sentido de la palabra, por las decisiones que se toman en términos políticos.
Mirando algunas encuestas sobre la ley Bases o sobre qué se está discutiendo con otros temas también, muchísima gente que por distintas razones, por estas empresas de vida acotadas o porque se encuentra en estado de vulnerabilidad, dedica el máximo su atención y sus recursos a ver qué va a comer, cómo va a laburar, no perder el laburo. No sabemos qué se está discutiendo concretamente a nivel de información. Hay como mucho acuerdo, poca coherencia, poca ilusión y poca poesía. Me parece que tenemos que apostar a estos colectivos que algunos denominan utópicos, yo no creo que lo sean, son cuestiones reales que se pueden lograr en términos colectivos. A mí personalmente no me parecen tan dificultosas porque eso también es interesante cuando uno discute estas cuestiones y dice, bueno, pero esto es una utopía, es inviable en este mundo- A mí me parece que uno tiene que dejar la vida, el corazón y el cuerpo por construir algo mejor para nuestros hijos y para nuestras generaciones venideras. Además es una exigencia constitucional esto de la responsabilidad intergeneracional, porque si no nada tiene sentido.
–Volvamos a la memoria, que tanto frutos dio en materia de derechos humanos.
–Me parece que una clave de interpretación de los derechos humanos en términos de agenda política es esto que los derechos humanos representan la dignidad y la justicia social. Ese es el plan político de los derechos humanos y eso va de la mano de la construcción de la memoria. Obviamente porque la memoria tiene que ver también con actualizar el pasado para ver qué cosas no estamos dispuestos a tolerar. La memoria no es el repaso del manual de historia, sirve a los fines de actualizar en el presente los intolerables sociales que no queremos que se repitan. El plan político en términos de derechos humanos es este. Sin dignidad no hay mucho para pensar y sin justicia social tampoco. La desigualdad es la gran invariable, siempre se aborda y se trabaja porque cuando no hay instancias de equidad social en términos de un pueblo, de una nación, es muy difícil discutir cualquier cuestión después. Obviamente en el diseño institucional de las políticas públicas es todo un campo que se va trabajando en forma sistemática, digamos hay que entramarlo, hay que unirlo. Eso también va de la mano de lo que significa tejer comunidad, tejer, unir. Pero desde ya que sin justicia social, sin mínimos pisos de dignidad, y sin información o el derecho al acceso a la información justa y precisa, es muy difícil armar estas narrativas sociales que nos involucren en un lugar más justo.
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