Habrá que convencerse por más que duela. El odio hacia Milei no se corresponde con el sentimiento de amor que otros le profesan. No sabemos cuántos hay de un lado o del otro, pero que no hay unanimidad en el sentimiento negativo hacia él es un hecho.

¿Quiénes aman a Milei? Los que odian a los que piensan como socialistas o progresistas. A los que les gusta que la policía apalee a los opositores, pero también a los perejiles. A los jueces que miran con un solo ojo abierto, las inconstitucionalidades de sus DNU y de sus leyes y, sigilosamente, cómplices guardan silencio.

A los antiperonistas del legado del ‘55 y a los antiperonistas que se salvaron económicamente y ascendieron en la pirámide social gracias al peronismo, pero ahora no lo votan. A los del PRO, a los dueños de la tierra y a los cultivadores de soja. A los que en suma han llegado a constituir una parte de un país que no ha podido despegar en su desarrollo, que aún duda si están a favor de la democracia o de los autócratas, si justifican los crímenes de lesa humanidad o no niegan las políticas de memoria, verdad y justicia. Algunos diputados y senadores pertenecientes a la oposición que vendieron su voto a favor de la ley Bases.

En mi experiencia puedo afirmar que son pocos los que saben por qué detestan a los gobiernos populares, aun perteneciendo a sectores sociales afines. Tampoco sé por qué defienden tanto a gobiernos oligárquicos que suelen detestar a todo aquel que no sea miembro de pertenencia a ese grupo.

La detención de personas que se movilizaron hacia el Congreso en una clara demostración de oposición al contenido del proyecto de ley que se debatía en la Cámara de Senadores y que hoy aun están privadas de su libertad o bajo proceso penal.

Es momento de recordar la recomendación de los líderes de la Escuela de Chicago a los economistas becarios chilenos, enviados por el gobierno de Pinochet para su actualización en economía.

Más o menos les dijeron así: “Para aplicar lo que ustedes aprenderán acá, no puede hacerse en democracia ni en plenas libertades civiles. Hay que aplicarlas con un régimen autoritario no democrático que maneje los medios de comunicación y aplique una estricta represión social”.

Milei intenta obviamente aplicar un régimen que se le parezca, porque además de ese modo Pinochet duró 17 años en el poder. Siguiendo esos pasos metodológicos encontramos las razones por las cuales los ciudadanos que se movilizaron al Congreso están aún detenidos en cárceles federales acusados de terroristas que intentaban un golpe de estado. También se entiende la escasa afinidad de Milei con la democracia. La libertad que pregona no solo es la situación de las minorías que tienen recursos y están emparentadas con el poder político, pero es una careta para todos los demás argentinos.