-?
 
 
 
Columnistas
16/06/2024

Elecciones del Parlamento Europeo. La normalización de la extrema derecha

Elecciones del Parlamento Europeo. La normalización de la extrema derecha | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
Primera ministra de Italia, Georgia Meloni (izq.) y líder de la ultraderecha francesa, Marine Le Pen.

A ochenta años de la derrota del nazismo y el fascismo, sus retoños, con otros ropajes, vuelven a crecer con fuerza, ante la complicidad creciente de los conservadores y liberales (una vez más) y la impotencia de unas izquierdas perdidas en sus laberintos.

Gustavo Crisafulli *

En la noche del domingo 9 de junio, con los primeros resultados de la elección al Parlamento Europeo, Úrsula Von Der Leyden, cabeza de la conservadora CDU alemana y Marine Le Pen, líder de la extremo derechista Agrupación Nacional francesa, celebraron la victoria.

¿Era el mismo triunfo? Por distintas razones, en parte sí, en parte no.

En parte sí porque sus respectivos partidos derrotaron ampliamente a los oficialismos de su país, abriendo una crisis política en la coalición “semáforo” que gobierna Alemania y provocando la disolución de la Asamblea Nacional en Francia, con elecciones parlamentarias en quince días.

En parte no, porque sus proyectos e ideas respecto a la Unión Europea son diferentes.

El Parlamento tiene un máximo de 751 escaños, distribuidos para cada país según un sistema de proporcionalidad decreciente en función de su población.

Internamente, después de los comicios, se constituyen los grupos parlamentarios, una especie de bloques (grupos no inferiores a 23 diputados procedentes de al menos una cuarta parte de los estados de la Unión) formados por alianzas, partidos a escala europea o afinidades ideológicas.

Los grupos dominan la agenda y definen las votaciones.

Von Der Leyden se congratula porque su Partido Popular Europeo, el bloque de la derecha tradicional, mantiene la mayoría (relegando nuevamente a la Alianza de Socialistas y Demócratas, la centro-izquierda, a un segundo lugar) y porque contra las encuestas y muchos analistas, el bloque de extrema derecha, Identidad y Democracia, parece crecer muy poco.

Sin embargo, un análisis más cuidadoso de los resultados definitivos, como el de Sergio Sangiao para el periódico español Público.esnos muestra una realidad más compleja.

En total, 40 partidos de la extrema derecha han logrado representación parlamentaria y aumentaron sus votos en 19 de los 27 estados miembros. Salieron primeros en Italia, Francia, Austria, Hungría, Bélgica y Eslovenia y segundos en Alemania y Países Bajos.

Por lo tanto, 1 de cada 4 eurodiputados pertenece a una formación de extrema derecha.

Sumados todos serían 192 parlamentarios, tres más que el bloque del Partido Popular Europeo. Pero, para tranquilidad de los conservadores, ello no parece posible.

Las extremas derechas contemporáneas se organizan sustancialmente en torno de políticas identitarias, con una concepción maniquea de un “nosotros” y “ellos” generalmente en clave “moral”: “buenos y malos”, “decentes y criminales”, “esforzados y vagos”, “normales y desviados”.

Mientras el “nosotros” tiende a ser laxo y relativamente indeterminado, aquello a lo que se teme u odia, ese “otro”, se define más taxativamente: los inmigrantes, las minorías religiosas, los sindicatos, los feminismos, el llamado “marxismo cultural”, los ecologismos…

Una lista interminable, donde como señaló Klaus Von Beyme “cada país tiene su enemigo favorito” que depende de sus contextos nacionales, de las particularidades ideológicas de los partidos y de las tradiciones políticas.

Por ello, más allá de unos pocos temas comunes, como la inmigración y la islamofobia, son muchas las cosas que los separan, como las políticas económicas de la UE y particularmente, en la actual coyuntura, la guerra en Ucrania.

En la legislatura pasada, las formaciones de extrema derecha se repartieron en dos grupos parlamentarios: Conservadores y Reformistas Europeos (ERC), liderados por Giorgia Meloni e Identidad y Democracia (ID) encabezados por Marine Le Pen, en tanto que AfD alemana y Fidesz húngara se mantuvieron independientes.

Ambas líderes mantienen posturas bastante opuestas, mientras Meloni apoya las políticas neo-liberales y con matices la guerra en Ucrania, Le Pen se opone a ambas.

La conformación de los dos bloques, e incluso la posibilidad de un tercero, dependerá del alineamiento de los 26 nuevos eurodiputados de los partidos que han llegado por primera vez al Parlamento.

En definitiva, lo que estamos viendo es la normalización de la extrema derecha en la vida política europea y su crecimiento en los países de más peso en la Unión: Francia, Alemania e Italia.

Su avance en un doble movimiento, sobre las instituciones de la Unión y los gobiernos nacionales, tiene un impacto fuerte sobre la política de los conservadores, con una agenda cada vez más volcada a la derecha en temas como inmigración, minorías religiosas, seguridad, políticas ambientales y de género.

A la par, como lo evidenció la campaña electoral y el intento de asesinato de Fico, presidente de Eslovaquia, la violencia política vuelve a las calles del Viejo Mundo.

A ochenta años de la derrota del nazismo y el fascismo, sus retoños, con otros ropajes, vuelven a crecer con fuerza, ante la complicidad creciente de los conservadores y liberales (una vez más) y la impotencia de unas izquierdas perdidas en sus laberintos.

La tapa del diario alemán Der Spiegel, cuando Von Der Leyden anunció su intención de negociar con Meloni, es una síntesis perfecta: Una cruz esvásticaa emergiendo debajo de la bandera alemana y la frase

¿NICHTS GELERNT?

¿No aprendimos nada?



(*) Historiador, ex rector de la Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]