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Columnistas
06/05/2016

Servicios públicos

No van en tren, van en metrobús

No van en tren, van en metrobús | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Del gobierno nacional a los municipios. La suerte del tren frente a los colectivos en carriles exclusivos.

Héctor Mauriño

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El Tren del Valle, una vieja aspiración de los habitantes de la región materializada hace apenas 10 meses, amenaza con naufragar entre la indiferencia de algunos dirigentes locales, que parecen preferir proyectos más vistosos aunque sean menos eficientes, y el fundamentalismo de mercado de los funcionarios nacionales que sólo miran la ecuación financiera sin reparar en los beneficios sociales del servicio.

Hace una semana, el ministro de Transporte de la Nación, Guillermo Dietrich, anunciaba en declaraciones a “Viento Sur” que el tren inaugurado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner “no resultó como (se) esperaba” porque “es muy poca la gente que lo usa”, y anunció que es intención del gobierno nacional “transferir la jurisdicción a las provincias (y) a las intendencias”.

En sintonía con el desencanto del gobierno al que pertenece, el intendente Horacio Quiroga confiaba días después, que “hasta ahora no ha habido suficiente cantidad de pasajeros para sostener el funcionamiento” del tren, y que no está dispuesto a poner recursos para un servicio que -dijo- “si es deficitario te termina llevando puesto”.

En realidad, un tiempo antes Quiroga directamente descalificó el proyecto, al señalar que el tren “es más turístico que de pasajeros” porque no está integrado a un sistema regional y se rompe a cada rato. “Para divertirse está bueno”, disparó con ironía.

Más sobrio, el intendente de Cipolletti, Aníbal Tortoriello, manifestó que le interesa analizar la factibilidad del traspaso, pero que “a la vista de los números en rojo que se manejan”, no cree que pueda asumir la posta en el corto plazo.

Esta semana se supo que el gobierno nacional le ofreció hacerse cargo del servicio al gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, quien en principio se mostró receptivo si el traspaso se produjera con los recursos necesarios.

Jorge Maljasián, presidente de Trenes Patagónicos, la entidad rionegrina que administra los trayectos Viedma-Bariloche y Jacobacci-Bariloche, aseguró que hay varios temas que discutir con Nación antes de aceptar un traspaso y adelantó que para hacerlo viable no sólo hacen falta recursos sino también alargar el recorrido desde Chichinales o Regina hasta Neuquén.

En realidad desde 1996, cuando el ministro de Economía de Carlos Menem Domingo Cavallo lanzó su tristemente célebre “ramal que para ramal que cierra” el ferrocarril fue definitivamente abandonado restando a ciudades y provincias enteras un servicio esencial para vertebrar el país.

Antes de ponerle candado y tirarlo al mar porque era “deficitario”, Cavallo intentó una descentralización ofreciéndole ramales a las provincias que los quisieran. Fue, aquello, una forma de ponerle punto final al viejo sueño de los ferrocarriles.

Por eso, cuando se oye hablar de descentralización muchos se acuerdan de ciertas ignominias cometidas en los ’90, como el traspaso de las escuelas y hospitales nacionales a las provincias sin los recursos necesarios.

En lo que se refiere a los trenes, desde entonces el único intento serio para recuperarlos fue el que llevó adelante, aunque ciertamente con muchas limitaciones, el gobierno anterior.

Es lo que ocurrió a partir de septiembre del 2015 con el Tren del Valle, que si bien es cierto que sufre muchos desperfectos y su servicio resulta insuficiente porque su recorrido regional es muy acotado, no es menos cierto que constituye cuanto menos un buen punto de partida para mejorar y desarrollar el servicio de cara al futuro.

Es inocultable también, que el desarrollo de este proyecto ferroviario colisiona al menos en parte con el pregonado proyecto del gobierno municipal de Neuquén de instalar un metrobús en la multitrocha de la ruta 22.

Proyecto que por cierto cuenta con el auspicio del gobierno nacional, que exhibe como modelo a desarrollar el metrobús instalado en la ciudad de Buenos Aires cuando el presidente Mauricio Macri era intendente y Dietrich secretario de Transporte.

Aunque no se puede descartar que el sistema del metrobús resulte útil para mejorar el endiablado problema del transporte en la ciudad de Neuquén, es un hecho que en lo que se refiere a un servicio longitudinal este - oeste el desarrollo del ferrocarril ofrecería mejores perspectivas.

Así lo entienden urbanistas y expertos en el problema. Tal el caso del integrante del Colegio de Arquitectos de Neuquén Héctor Ockier, quien dejó constancia en una entrevista con Radio Nacional de que en ningún lugar del mundo el problema del tránsito se resuelve con más calles y más autos porque eso es un círculo vicioso.

Consideró en cambio, que Neuquén tiene una situación de privilegio que muchas urbes del mundo envidiarían, que es la existencia de una vía a lo largo de casi 7 kilómetros, desde el puente carretero hasta el aeropuerto, que coincide en el desarrollo longitudinal de la ciudad.

“Bastaría hacer cuatro paradas para que el ferrocarril se transformara en la columna vertebral, no sólo para relacionarse con Cipolletti sino también como transporte urbano local”, sentenció Ockier.

A su juicio, Quiroga adhiere a políticas nacionales como la del metrobús “probablemente porque se trata de algo más vistoso”, pero “el tren es 10 veces superior porque el metrobús no deja de ser un colectivo más grande con un recorrido largo”.

Para Federico Hauck, integrante de la comisiónPro Tren del Valle, es más barato usar la vía, que ya está, que hacer un metrobús. Consultado sobre el particular, consideró que al metrobús “no hay espacio donde meterlo en la multitrocha y habría que construir un nuevo carril exclusivo, lo que resultaría más caro que usar la vía”.

“La vía está, no hay que hacer infraestructura, sólo inversión en material ferroviario y en seguridad”, remató.

Lo cierto es que no hay un solo lugar en el mundo donde los ferrocarriles y subtes sean totalmente rentables: son servicios públicos subsidiados porque prestan un beneficio invalorable a la sociedad, llevando a la gente a trabajar y devolviéndola a sus hogares. Y lo hacen con seguridad, eficiencia y sin complicar el tránsito y sin contaminar como ocurre con los autos y los colectivos, incluido el mentado metrobús.

29/07/2016

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