Columnistas
11/10/2016

Vigencia del Kirchnerismo

Vigencia del Kirchnerismo  | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Nadie olvidará la reedición renovada del peronismo que encarnaron los Kirchner. Su heterodoxia, su audacia, su coraje. Los trabajadores apelarán a sus programas y seguirán en la huella de la justicia social, la soberanía política y la independencia económica, en democracia.

Osvaldo Pellin

[email protected]

En los últimos meses ha arreciado a través de los medios el pregón de profetas no legitimados, que vienen anunciando la desaparición del kirchnerismo. Así por ejemplo al ex gobernador Scioli se le atribuye haber señalado que el “kirchnerismo se terminó”.

Solo su afán electoral pudo haberlo obnubilado tanto en su juicio.

Él compartió toda la gestión de los Kirchner y finalmente fue el candidato de esa fuerza política que pretendía llevarlo a la presidencia, ¿cómo puede, entonces, decir lo que dijo?  Además esta afirmación, si no es una desinformación más de los medios, lo obliga a explicar cómo político en actividad cuál es, ahora, el contenido político de su discurso.

Antes que nada un partido político debería congregar por sus ideas. Y las ideas del kirchnerismo tienen raíces en lo histórico nacional y en lo popular, por lo que anunciar su desaparición implica descreer de sus ideas.

Podrá tener otro nombre y contenerse en el más amplio “nacional y popular” pero nadie olvidará la reedición renovada del peronismo que encarnaron los Kirchner. Su heterodoxia, su audacia, su coraje.  

La enorme población de trabajadores de la Nación apelará a sus programas y seguirá en la huella de la justicia social, la soberanía política y la independencia económica, en democracia.

Hace diez meses que se nos quiere convencer que vivimos una crisis fenomenal, que la Nación en los últimos meses de la gestión de Cristina estaba a punto de colapsar. Y como no convencieron, debieron inventarla con el apoyo mediático conocido.

En el marco de esa seudocrisis, que fue excusa para dejar en la calle a decenas de miles de trabajadores públicos y privados, de devaluar el peso, de generar una inflación en los alimentos descomunal y de beneficiarse en negociados escandalosos, pregonaron que todos los males se debían a la pesada herencia, como si se estuvieran dirigiendo a ciudadanos descerebrados carentes de memoria.

Lograron retroceder el reloj de la historia más de 20 años y como en el juego de la oca y producto de un castigo de los dioses por consumir más de lo permitido, el pueblo volvió al sitio de partida: de nuevo un país endeudado, de nuevo cuestionar la presencia del Estado en la economía, retroceder en educación y salud, presentadas ahora como oportunidades de negocio, nuevamente acentuar nuestra dependencia científico y tecnológica y de nuevo retornar a la Argentina agrícola-ganadera.

¿Qué nos queda, luego de esta pantomima, de este pase de magia donde el engaño es evidente? Nos queda la salida de volver a aquellos pasos que nos dieron la sensación de que de verdad éramos un país, que sabíamos plantarnos ante los usureros, que distribuíamos la renta nacional casi en partes iguales entre asalariados y el capital.

El pueblo consciente quiere volver a aquellos tiempos tan cercanos ya que esto que pasa hoy, parece una burla cruel del destino.

Por eso el kirchnerismo no ha terminado y no se concibe un peronista -como no sea Menem- en la casa Rosada, que no aplique total o parcialmente el programa de los Kirchner, que es una puesta al día del mejor peronismo.

El kirchnerismo será siempre una tradición política nacida del peronismo, que la población argentina evocará como algo con qué enlazar la evolución histórica de nuestro pueblo al encuentro de la utopía de su emancipación.

El neoliberalismo, en cambio, no pertenece a una tradición política con base en las mayorías populares latinoamericanas. Una tradición que hubiese construido un ciclo de prosperidad y justicia social claramente atribuibles a su aplicación. Ni siquiera sus mentores y gestores son evocados por el pueblo con algún respeto, basta para ello mencionar los nombres de Martínez de Hoz, Cavallo o Alsogaray para que se oigan de inmediato las voces y los gestos de desaprobación o directamente de repudio.

Es una teoría política puesta al servicio de la concentración del capital transnacional con la inmoral consecuencia de la generación de pobreza para las mayorías populares.

Entonces no puede haber terminado la propuesta alternativa al neoliberalismo. Queda mucho por hacer aún. El dilema pasa por ver quién o quiénes y con qué apoyo, son capaces de ponerse al frente de un proyecto nacional y popular y llevarlo a la victoria. 

29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]