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09/10/2016

La vuelta del FMI

La vuelta del FMI

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Representantes del FMI en Argentina.

En enero del 2006, con el pago total de lo adeudado, se cortó la historia de dependencia con ese organismo internacional, iniciada exactamente medio siglo antes. Diez años después regresamos a su tutela.

Humberto Zambon

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Después de muchos años, entre el 19 y el 29 de setiembre pasados, estuvo en nuestro país una misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) encabezada por Roberto Cardarelli y que incluyó la visita del director para el Hemisferio Occidental, Alejandro Werner, nacido en nuestro país (Córdoba) pero ciudadano mexicano, donde se exilió de muy chico con su familia. Como no podría ser de otra forma, ambos son economistas ortodoxos imbuidos de la ideología neoliberal.

Es bueno recordar que es el FMI. Fue creado en 1944, en la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas en Bretton Woods con la finalidad de tratar los problemas financieros de los países miembros en el corto plazo, colaborando en la superación de sus desequilibrios transitorios. Debía procurar la colaboración entre los países miembros, facilitar el comercio y evitar los desequilibrios en las balanzas de pago.

En ningún punto de sus funciones originales está el intervenir en la política económica interna de los países miembros y, menos aún, dictar medidas de ajuste estructural, como privatizar la economía, liberar el comercio exterior o exigir el libre ingreso de capitales extranjeros, como lo viene haciendo actualmente.

Ocurre que a partir de los años ‘70 se produjo un cambio fundamental en las relaciones mundiales, con el avance del capital financiero y el predominio ideológico del “pensamiento único” neoliberal; en ese nuevo esquema el FMI se convirtió en una especie de auditor de los capitales financieros, que exigen su visto bueno para otorgar créditos o renovar obligaciones impagas. El Fondo fue dominado por una enorme burocracia tecnológica, formada fundamentalmente por economistas educados en las universidades norteamericanas en la más pura ortodoxia neoliberal, dispuestos a mantener siempre las mismas recomendaciones de política económica a pesar de los reiterados fracasos.

Argentina no perteneció al FMI hasta el año 1956, cuando el gobierno militar que depuso a Perón firmó su incorporación. La relación entre ambos tomó protagonismo a partir del acuerdo de 1989, por el que se establecieron políticas de desregulación y privatizaciones, flexibilidad laboral, reforma a la seguridad social, ajuste para lograr superávit fiscal; el presidente Menem y el plan de convertibilidad se volvieron ejemplos internacionales para el FMI.

De todas formas, y ante el fracaso de esa política, a mediados del año 2001 el FMI y el sistema financiero internacional dejaron de financiar a nuestro país y se volvió inevitable la debacle argentina de diciembre de ese año. La evidente responsabilidad del FMI o, como mínimo, su corresponsabilidad, fue reconocida tardíamente y a regañadientes, pero no cambiaron el libreto en las recomendaciones a otros países, como es el caso de Grecia.

En enero del 2006 se cortó la historia de dependencia con el FMI, iniciada exactamente medio siglo antes, procediéndose al pago total de lo adeudado (9.530 millones de dólares).

Diez años después regresamos a su tutela. La delegación dejó constancia de sus felicitaciones al nuevo gobierno por la tarea iniciada, en especial la terminación de los controles sobre el dólar, la liberación de importaciones, el pago a los fondos Buitre y la vuelta al endeudamiento externo (“regreso al mercado de capitales”); como representantes del capital financiero no podían tomar otra posición.

No les importa que solamente en el primer semestre del corriente año se hayan ido 9.800 millones de dólares en concepto de rentas y 6.000 millones en fuga de capitales y ahorro interno en dólares, financiado con endeudamiento externo, en un esquema insostenible en el tiempo. Tampoco les interesa el 50% de inflación, que haya aumentado la desocupación o los 1.400.000 argentinos que han caído en la pobreza en lo que va del año, ni que, según sus propios cálculos, el producto bruto interno caiga este año el 1,8%.

Según declaró el ministro Alfonso Prat-Gay, también se recibió la aprobación del Banco Mundial. Dijo en Washington el día 6 del corriente: “hoy nos reunimos con el presidente del Banco Mundial. Nos ratificó su apoyo a nuestros programas sociales y de infraestructura”.

Frente a los aplausos del FMI y del Banco Mundial cabe parafrasear al conocido refrán: “dime quien te aplaude y te diré quien eres”.

29/07/2016

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