Columnistas
07/10/2016

Esquel: nuevos mecanismos para la resolución de conflictos

Esquel: nuevos mecanismos para la resolución de conflictos  | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

A instancias de la Justicia Federal comenzaron a implementarse las mesas de diálogo como mecanismos para la resolución del conflicto entre el Pu Lof en resistencia Cushamen y el Viejo Expreso Patagónico: la Trochita

Susana Debattista *

La nueva versión del neoliberalismo en Argentina se pretende una interpretación desideologizada de la política. Diariamente, nos sorprende cierta vacuidad en el discurso que resulta tan desenfadado como los frecuentes bailes públicos realizados otrora por el presidente de la Nación. A modo de ejemplo, la recomendación dada a los trabajadores a propósito del relanzamiento del Plan Procrear fue por demás elocuente: “si estás en tu casa en remera y en patas es porque estás consumiendo energía demás”; una nueva versión sarmientina del educar al soberano, quizás.

A propósito de cumplirse el Bicentenario de nuestra Independencia escuchamos decir al presidente en diálogo con el rey emérito de España que “seguramente nuestros patriotas revolucionarios estarían muy angustiados de tener que separarse de la corona española, querido rey”.

La locuacidad presidencial es compartida por algunos de sus ministros. Así, el de Educación, Esteban Bullrich, pudo sostener a propósito de la inauguración de la escuela de veterinaria en Choele Choel “esta es la nueva Campaña al Desierto, pero sin espadas con educación” (sic).

Mientras los funcionarios nacionales hacen gala de un discurso propio de la Generación del Ochenta; en Esquel, a instancias de la Justicia Federal, se iniciaron las mesas de diálogo entre la comunidad del Pu Lof en resistencia (del departamento) Cushamen y el Estado provincial representado, en esta instancia, por el presidente de Corfo (Corporación de Fomento de Chubut) y el gerente del Viejo Expreso Patagónico. La finalidad de este espacio es poder resolver el conflicto que ocasiona el pasaje de la Trochita por el territorio ancestral de la comunidad mapuche Tehuelche.

La viabilidad de construir estos espacios como mecánica para la resolución de los conflictos es muy novedosa para Chubut y se está llevando a cabo no sin dificultades. El objetivo último es reducir la disputa buscando generar un acercamiento de posiciones entre las partes en conflicto. Para ello, es necesario en primera instancia habilitar la escucha. Pero, ¿qué significa escuchar? La escucha real supone darle al otro el lugar de igual; esta igualdad entre un nosotros y los otros se sustenta en la capacidad de reconocernos como sujetos históricos interculturales en condiciones de aprender unos de otros. Pero la escucha es más compleja, requiere además de cierta sabiduría para sostener los espacios de la palabra y los espacios del silencio. ¿Cuál es el momento del decir y qué es lo que hay que decir? Y ¿cuándo el silencio deviene en un posicionamiento estratégico? Estas son algunas de las pautas sobre las que sería importante reflexionar a propósito de la mesa de diálogo.

¿Será posible pensar, siquiera idealmente, en la posibilidad de emparejar el diálogo?

Mientras se siga pensando que la conquista de los territorios patagónicos y del Chaco fue una “campaña al desierto” y que este proceso histórico representó el avance sobre un territorio que no estaba ocupado (sic)... No, no lo será.

El ministro de Educación resultó un especialista en lugares comunes “a partir de una construcción distinta con la educación, los pueblos originarios tienen que ser reconocidos hay que trabajar con ellos para que haya una cultura común...”. Estas expresiones se dan de bruces con las palabras de Soraya Guitart, miembro del Pu Lof: “Me parece interesante que comencemos a charlar. Es el modo en que debemos empezar a resolver las cosas para terminar con los hostigamientos. Ojalá que la gente blanca pueda conocer un poco sobre nosotros, aprendiendo quiénes somos, nuestras costumbres y espiritualidad para entender y dejar de juzgar”.

Sería un error pensar que los funcionarios de los gobiernos nacionales y/o provinciales actúan por improvisación; lo hacen como parte de una matriz ideológica que los constituye como sujetos políticos. Luis Cayutur lo expresó con claridad cuando entre sus expectativas sobre la mesa de diálogo sostuvo: “Todos en conjunto traemos distintas concepciones y formas de ver el mundo. Lo importante para cualquier mesa de diálogo es reconocer esto y entender que estamos posicionándonos todos desde distintos paradigmas”.

Mientras nuestros gobiernos sigan esgrimiendo la ética de la blanquitud como legitimidad de origen, ignorando el significado de lo comunitario, del espacio que habita el tiempo para estas comunidades, desconociendo su preexistencia sobre el territorio que habitamos; la grieta será cada vez más abismal. Se corren ciertos peligros de los que ya Bachelard nos alertó hace varios decenios, el problema sería cuidarse de dos grandes riesgos: no ponerle nombre viejo a cosas nuevas; y dos, creer que porque no tienen nombre, cuando se las plantea son innombrables.

La tarea ha comenzado, ahora importan los interrogantes que seamos capaces de construir en torno a la novedad del proceso. Éste el desierto que habitamos. 



(*) Docente investigadora de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.
29/07/2016

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