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Columnistas
14/05/2023

¿Nuevamente las metas de inflación?

¿Nuevamente las metas de inflación? | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

No parece aventurado pensar que cualquier intento de reflotar en nuestro país esa política, aplicada en 2016 por el ministro Prat-Gay, está condenada al fracaso total.

Humberto Zambon

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Cuando Macri era candidato a la presidencia (2015) dijo que terminar con la inflación era la tarea más fácil entre las que le esperaban. Se ha discutido si se trataba de la soberbia del ignorante ante un problema que desconoce, y por ello le parece sencillo de solucionar, o si así se lo habían asegurado los monetaristas del “mejor equipo de todos los tiempos” que lo acompañaron luego en el gobierno. Así, Adolfo Sturzenegger, absolutamente ortodoxo, al ser nombrado presidente del Banco Central, informó públicamente que “se reducirán las transferencias monetarias (al gobierno central) hasta eliminarlas” y agregó que éste deberá procurarse el financiamiento con acreedores internacionales y locales, comprometiéndose con esa restricción en la cantidad de moneda a lograr las metas de inflación decrecientes”.

Macri recibió el gobierno con una inflación del 23,9% anual (según la estimación del gobierno de la CABA) y durante los cuatro años tuvo una tasa superior, para llegar en el 2019 al 53%.

Ahora, ante el recrudecimiento de la inflación, vuelven a escuchase en el medio político y periodístico propuestas monetaristas, incluyendo, las más sofisticadas, la vuelta a las “metas de inflación”.

Conviene recordar que el mercado monetario se compone de tres variables fundamentales: oferta monetaria, demanda monetaria (suma de la demanda individual de todos agentes económicos) y la tasa de interés. En la teoría económica, tanto para la escuela neoclásica como para el keynesianismo, existía el convencimiento de que la política monetaria la podían manejar los bancos centrales al fijar la cantidad de dinero en circulación, determinante de la oferta monetaria que, conjuntamente con la demanda de moneda por parte de los agentes económicos, daban como resultado el precio del dinero, es decir, la tasa de interés.

Hasta mediados de los años ’70 del siglo pasado los hechos parecían dar razón a la teoría. Pero a partir de entonces se produjo para el mundo un importante cambio en las relaciones de producción capitalistas, con el predominio del capital financiero sobre el productivo. La consecuencia en el plano ideológico fue la aparición de un nuevo pensamiento hegemónico con consecuencias en la sociedad, la economía y la política.

En realidad, más que nuevo fue el renacimiento del liberalismo económico, ahora conocido como neoliberalismo, que había sido sepultado por la crisis del ’30 y suplantado por las teorías keynesianas.

El fundamento de ella es el convencimiento teórico que: 1) el libre mercado sin interferencia alguna logra el equilibrio óptimo; 2) que uno de los determinantes del nivel de actividad y, por lo tanto, del producto, es la inversión, que depende especialmente de la tasa de interés; 3) que existe una tasa de desocupación (conocida por su sigla en inglés, NAIRU) que permite un nivel de actividad en crecimiento sin inflación.

A esta concepción nuevamente hegemónica, especie de acuerdo tácito entre las principales voces de los centros de enseñanza y del poder político norteamericano, dominante en los organismos internacionales, el economista John Williamson, en 1989, propuso denominarlo como “Consenso de Washington” y básicamente consiste en los siguientes principios: 1- El problema central de la economía es la inflación; 2- Para evitarlo se requiere disciplina fiscal; 3- Reducción del gasto público; 4- Privatizaciones, ya que el estado es un mal administrador; 5- Liberación financiera (que el mercado determine la tasa de interés); 6- Liberación del comercio exterior, evitando la protección a las industrias locales; 7- Reforma impositiva para fomentar el ahorro (disminución de las tasas impositivas altas al ingreso); 8- Apoyo a la inversión directa extranjera; 9- Desregulación para fomentar la competencia; 10- Tipo de cambio fijado por el mercado, aconsejando un tipo alto para volver competitiva a la producción local.

Es interesante recordar que nuestro país en los años ’90 se convirtió en uno de los ejemplos más ortodoxo en la aplicación de esos principios y en un alumno destacado de la política neoliberal, cosechando elogios y distinciones internacionales.

Pero el capitalismo financiero globalizado se caracterizó por crear nuevos instrumentos de pago y de especulación, mientras que el impresionante desarrollo informático permitió prescindir en forma creciente del dinero efectivo, de forma que algunos calculan que actualmente el dinero bancario cubre cerca del 90% de las transacciones. Los bancos centrales comprendieron que, a diferencia del período anterior, iban perdiendo, al menos parcialmente, la capacidad de utilizar la política monetaria con el fin de fijar y controlar la cantidad de moneda circulante, poder que quedaba disperso porque dependía de la demanda de dinero de los agentes económicos y de las decisiones de miles de bancos, los principales de ellos trasnacionales. En consecuencia, hubo que cambiar el enfoque: en lugar del monto monetario total el banco central comenzó a establecer la tasa de interés de referencia y dejar que el resto de las variables monetarias se ajusten al mismo.

En ese escenario nació en los años ’90, dentro de la ortodoxia económica, la idea de las “metas de inflación”. Para varios autores, ante el fracaso práctico de las recomendaciones del “Consenso de Washington”, consideraron que las metas de inflación vendrían a ser una especie de “nuevo consenso” ideológico conservador

Los puntos centrales son la independencia del Banco Central respecto al poder político y, en un medio de libertad de mercados y apertura comercial, considerar como prioritaria la lucha contra la inflación: para esto, la herramienta disponible consistiría en fijar la tasa de interés al nivel que hiciera posible el crecimiento económico sin generar aumento generalizado de precios; se procura especialmente dar publicidad para el amplio conocimiento de la opinión pública de cuáles son esas metas de inflación y las de la cotización del dinero local frente al externo para que los agentes económicos ajusten sus expectativas a esos objetivos.

Insistimos en el primer punto, la independencia del Banco Central. En nuestro país en el año 2012 se reformó la carta orgánica del Banco Central que se había heredado de la dictadura (1977), de forma tal que ahora se establece que el organismo, en coordinación con la política económica general, deberá cumplir con un mandato múltiple, ya que tiene por finalidad “promover la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera, el empleo y el desarrollo económico con equidad social”. “Las metas de inflación” pretenden limitarlo al primero de esos objetivos, la lucha contra la inflación, y, con autonomía, dejarlo fuera del control democrático.

Alfredo Eric Calcagno y Eric Calcagno lo explican claramente en el libro “Argentina- Derrumbe neoliberal y proyecto nacional” (Ed. Le Monde Diplomatique, Buenos Aires ,2003): “En los hechos, el manejo de los instrumentos de política económica propios de un Banco Central confiere gran parte del poder. Quien establece la tasa de interés, el tipo de cambio, el crédito y la emisión monetaria controla la base de los mecanismos económicos. Es un lugar estratégico, porque si no alcanza para ejecutar un programa económico, puede impedir la ejecución de políticas alternativas. De allí que la primera exigencia del FMI y de los grupos financieros internacionales y locales es la ‘independencia’ del Banco Central, que significa su feudalización, con la creación de una nobleza financiera con justicia propia. Así lo demuestra el reclamo por inmunidad (modo elegante de decir impunidad) de sus directores y ejecutivos, como la duración de los cargos. Por cierto, no se trata de una oscura conspiración, sino del ejercicio del poder que da el predominio financiero y de los medios para conservarlo. Voten, voten, que las autoridades del Banco Central no responden a ninguna legitimidad electoral. Como el sector financiero es hegemónico en esta etapa de la globalización, en los hechos ellos son lo que gobiernan. Así de simple.”

l diagnóstico consiste entonces en que, si la inflación supera a las metas establecidas, es porque la economía está “recalentada” y hay que subir la tasa de interés para que disminuya el ritmo de crecimiento de la inversión y del producto. Por el contrario, si la actividad es baja y la tasa de desocupación mayor que la NAIRU, hay que bajar la tasa de interés para que suba la inversión y la economía vuelva a la normalidad.

La política de las metas de inflación la aplicó Nueva Zelandia en 1990 y luego Canadá (1991) y más de una veintena de países entre los que se encontraron Brasil, Chile, Colombia, Perú y México.

El 13 de enero del año 2016 el ministro Prat-Gay anunció la incorporación de nuestro país a esta política, anunciando las siguientes metas de inflación: para 2016 entre 20 y 25%; para 1917 12% a 17%; para 2018 entre 8% y 12% y para 2019 del 3,5% al 6,5%. En general la implementación de las metas de inflación coincidió con una disminución de la inflación en los países que la aplicaron, excepto en la Argentina que fracasó: en la realidad las tasas de inflación más que duplicaban a las metas y en menos de dos años se trató de olvidar al tema.

¿Por qué fracasaron en nuestro país las metas de inflación? Por varias causas:

1) Con la quita de retenciones a las exportaciones del agro y la mega-devaluación que elevaron los precios de los productos alimentarios un 50% no se pudo logar para ese año (con inercia al siguiente) una tasa de inflación mucho menor que esa cifra;

2) El principal determinante de la inversión no es la tasa de interés sino la demanda: en recesión económica, producida por la devaluación y el ajuste del estado sumada a la crisis mundial, no hay incentivos para la inversión; es decir, la tasa de interés es un instrumento muy limitado y no es apto para lo que esta política espera;

3) El supuesto de la NAIRU es que se trata de una inflación de demanda, por exceso de ingresos disponibles; en el caso de recesión con inflación, como era el argentino, la tasa de desocupación y la inflación no varían en sentido opuesto, como en el caso anterior, sino que van de la mano en la misma dirección; el aumento de la desocupación puede disciplinar a la clase trabajadora y reducir las demandas de ajuste salarial, aplacando la inflación, pero no da la solución esperada;

4) Argentina tiene una economía bimonetaria. Después de estos años la población se ha acostumbrado a ahorrar y atesorar en dólares y muchos a especular con el valor del mismo, de forma tal que si la tasa de interés es menor que la tasa de devaluación esperada aumenta la demanda de dólares, sube su precio y aumenta la inflación; si la tasa de interés es mayor que la otra aparece la “bicicleta financiera” de ingresos de capitales especulativos para ganar con la diferencia de tasas; esto último “plancha” a la cotización del dólar pero, ante la menor amenaza, real o ficticia, a la conservación de la diferencia de tasas el capital especulativo se retira, pudiendo generar una crisis cambiaria. Entonces la tasa de interés, más que un instrumento de política económica, es una variable interrelacionada con el tipo de cambio.

En resumen, es muy difícil que las “metas de inflación” funcionen en un país como el nuestro, donde la inflación es multicausal, con predominio de las variables distributivas que reflejan la lucha de clases sociales: tipo de cambio, los salarios, el “markup” empresario y otros costos (como las tarifas de los servicios públicos). En menor medida, también la cantidad de dinero emitido que, como se está muy lejos de la ocupación plena, acá influye sólo indirectamente, principalmente porque el exceso monetario termina como demanda de dólares para atesorar, lo que incrementa la cotización de la moneda extranjera.

No parece aventurado pensar que cualquier intento de reflotar la política de las “metas de inflación” en nuestro país está condenada al fracaso total.

29/07/2016

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