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07/05/2023

Las Benévolas (*)

Las Benévolas (*) | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Juan Chaneton *

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Al principio, todo era platónico entre Horacio Verbitsky y las mujeres, hasta que la naturaleza tomó cartas en el asunto y se desató la pasión.

Y la pasión, ya se sabe, tiene razones que la razón no conoce. Una pena; pues de haber primado la kantiana razón pura, las indignadas impugnadoras del prestigioso periodista habrían caído en la cuenta de que incurrían en olímpica falacia ad-hóminemcuando, en vez de refutar el argumento del emisor del mensaje, lo atacaban en lo personal fulminándolo de "machista" y "machirulo", una forma de la violencia de igual intensidad y sentido contrario al de esa otra violencia que ellas critican como paja en el ojo ajeno.

Y el argumento del director-propietario del portal "El Cohete …" es, precisamente, lo que todavía les duele a las amorosas Euménides inspiradas por el marido de Vicky Tolosa, a saber, que el acto que notre dame convocó para el mismo día en que Cristina disertaba en La Plata, tuvo como único invitado de volumen a Dylan en representación de Alberto; un lastimoso poder de convocatoria que sostiene el aserto de que Tolosa Paz exhibe, en la política, la misma destreza que Alberto Samid en la literatura inglesa.

Eso dijo, sin decirlo, Horacio Verbitski, y fue esa la causa de la pedestre cuestión que se suscitó, prorrumpiendo ellas en palabras coléricas para con el periodista al que adjetivaron en términos que bordearon el insulto, conducta fascistoide, si las hay, la de estas “feministas”.

No les interesaba la “causa”; pues si ésta fuera desvelo genuino y no mera y simple oportunidad para seguir participando, habrían cacareado con igual énfasis contra un quídam de la calaña de Ritondo -macrista paladar negro- cuando ofendió gravemente a Ceciia Moreau… pero ahí no dijeron ni pío.

La bandera de largada, al parecer, para la furiosa arremetida contra la libertad de expresión la agitó el marido de Tolosa Paz quien, con su boca en modo letrina, vituperó al conocido periodista con obscenidades que pondrían colorada a la mismísima Diabla Leguizamón.

Allanado así el camino por el varón rampante, prorrumpieron en improperios de factura propia unas féminas capitalinas integrantes de un colectivo de objetivas afinidades cuya naturaleza y carácter de clase constituyen una expresión más de la decadencia argentina de hoy y una muestra de la confusión ideológica en que se debate buena parte del progresismo de este país, si es que no se trata de algo peor y diferente de la confusión, como podría ser, por ejemplo, el odio que sienten hacia Cristina, una feminista sin comillas.

Así, resulta asombroso el vacío mental que denota lo dicho por Cerrutti. La vulgaridad es acto reflejo, ahí. Pues no ha de haber significantes más inescindiblemente ligados al feminismo que "misoginia" y "machismo". Pero si es eso lo único que se nos ocurre estamos incurriendo en las mismas insuficiencias de aquella izquierda estulta y mentalmente deficiente que en todo diagnóstico de la realidad mentaba siempre al "imperialismo yanqui" como causa excluyente de los sinsabores populares. Mediocres de izquierda de ayer y mediocres progresistas, de hoy, eso es. Y agregó la vocera presidencial que Verbistsky es un producto del "sistema patriarcal". Cualquiera puede decir estupideces; lo grave es decirlas con énfasis, dictaminó el viejo Montaigne.

En fin, que todas las feministas son periodistas/Cerrutti es feminista/Cerrutti es periodista. Sólo fantaseando con un silogismo es posible considerar periodista a Cerrutti. Lo cierto es que sólo algunasde las "feministas" que se han puesto a gritar destempladamente son periodistas. Pero si de medir solvencias, aptitudes y calidad profesional se tratara, estas "periodistas" a Verbitsky sólo le podrían cebar mate. ¿Es machista este párrafo? Seguramente, pensarán las inservibles a tiempo completo.

Aquí el único que debería sentirse agraviado es Monsieur Albistur porque, a lo que parece, estas feministas de utilería consideran infamante que se revele un secreto que debía permanecer como secreto, es decir, oculto, a saber, que la "plástica" funcionaria está casada con él, con el señor Albistur; protestar porque un periodista reveló un concúbito que era público, es como decir que ese apellido es un quemo, o que es una vergüenza ser la esposa de Albistur. Urge reivindicar al dorima, aquí. ¡Pepe Albistur, vive...!!!

Salvo que lo que les moleste del sintagma “madame Albistur” no sea “albistur” sino “madame”. Pero madameno siempre significa puta vieja a cargo de un burdel, como dijo Tolosa evocando al doctor Freud, quien supo decir que no hay nada más escandaloso que el inconsciente de una puritana. Y -le informamos a Tolosa- la administradora de un prostíbulo, en francés, se llama “jeanneton”, que casualmente es la etimológica procedencia de mi apellido, infamante lo mío, por cierto.

En cuanto a Barrancos... qué decir...! También ella terció, sin felicidad, en el entuerto. Gran amiga de Torcuato Di Tella, respecto del cual vendría bien, de tanto en tanto, inspirarse en su ética, pues el ilustre politólogo argentino hacía de su libertad intelectual punto nunca negociable y si tenía que ir en contra de la toldería a la que circunstancialmente pertenecía, lo hacía. Pero Dora no ha hecho lo mismo en este malhadado issue que involucra a "progresistes" varies. Se le nota en el desgano con que opinó sobre el asunto. Se le nota demasiado que fue arrastrada por el colectivo: si no decía nada, se la comían viva las buenitas féminas del feminismo argentino a la violeta. Y dijo lo suyo, aunque no sentía mucho eso suyo que dijo, pues resulta difícil conciliar el doble estatuto de asesora presidencial con la libertad y la independencia de criterio que siempre constituyen la utopía moral de todo intelectual o intelectuala. Para ser libre de veras, lo mejor es no trabajar en el Estado, sería la moraleja.

Pero, de todos modos, por qué tanto odio contra Verbitsky, si Verbitsky no dijo nunca que la Tolosa profita como asalariada del Estado a razón de dos millones de pesos cada treinta días, que es lo que le atribuye el presupuesto. Y desde esa módica opulencia que le garantiza la política, ella, la ministra, dice la ley, la ley para los pobres, dice que cobran mucho algunos "planeros", y dice cuánto y quién debe cobrar, todo con la aquiescencia de Pérsico, que es más albertista que cristinista, salvo que a Cristina le vaya bien en las encuestas.

Empero, Tolosa está equivocada no porque su salario a cargo del Estado sea obsceno, sino porque no tiene derecho a ofender a un periodista que lo único que hizo es decir que al acto que ella convocó no fue nadie.

Tienen, estas mujeres indignadas, la pésima costumbre de arrogarse el derecho de cancelar a quienes ellas suponen que no merecen la palabra, pero el caso es que el poder de dar y negar la palabra fue propio de Mussolini y, entre nosotros, de Ottalagano "rector" de la UBA de 1974, que fue quien me canceló a mí en más de una oportunidad, cuando yo pretendía exponer mis desvaríos a la pública consideración en el aula magna de Filosofía y Letras, aquella legendaria casa de Independencia 3065. Emana tufo a podrido de ciertos colectivos "feministas" como ese que ha procurado acallar a un periodista. Y todo ello con la participación estelar de algunas señoras que se dicen "K", lo cual estaría exhibiendo el denominador común que atraviesa a la política argentina de derecha a izquierda, pasando por el centro: su nula aptitud para mirar lejos, su insanable medianía intelectual que les impide reflexionar, incluso, sobre sí mismas y preguntarse sobre qué bases ideológicas sostienen su actividad como legisladoras o funcionarias. Parlotean todo el tiempo acerca de las virtudes de "la democracia" y a la primera de cambio muestran que no conocen los hábitos de derecho público que diferencian la democracia de la dictadura.

El rol preeminente del varón en la sociedad occidental viene de lejos y de fuentes impensadas, es un dato de la cultura y, por ende, no se erradica por decreto ni con exabruptos dictados por el efluvio emocional, ni escribiendo "hijes" , como lo hacen algunes revolucionaries de Página 12 (¡¡¡ ...!!!).

Miren si no... «En el Mater Hospicio, el Dr. O'Gárgaras les hace caricias con su barba a las hermanas de la caridad deslizándola suavemente sobre las partes pudendas de las monjitas lo cual hace las delicias de éstas...», así nos lo cuenta James Joyce en su Ulises(p. 387 de la 4ta. edición argentina de Santiago Rueda, con la dirección editorial de Max Dickmann prologada por Jacques Mercanton y traducción del inglés a cargo de J. Salas Subirat, Bs. As. 1962).

Pero no se queda ahí el ínclito irlandés, sino que agrega una brevísima descripción de los estares y sentires de esas mujeres así violentadas en su dignidad de Evas desnudas. Así lo describe el bueno de Joyce:

«¡Por piedad, doctor...!, gritó la sangre joven en el chaleco primaveral, fingiendo una sonrisa tonta de mujer e inmodestas retorceduras de su cuerpo...» (bídem, p. 387).

Que las mujeres sólo saben sonreír como tontas y mostrar sus piernas para solaz y esparcimiento de machos cabríos con apariencia humana, es un estereotipo creado y solidificado a fuego en la civilización occidental por obra de esos machos amparados, para tal cometido denigrador de la condición femenina, en la cristiana religión que profesaba Joyce entre otros ilustrísimos. Nunca, que se sepa, han quebrado lanzas contra el machirulo ese, las feministas argentinas, hijas de la ignorancia más cerril pero bien pagas por el Estado nacional y popular de Alberto.

Deberían parecerse menos a Viviana Canosa y más a Alcira Argumedo si quieren incidir en la realización del programa liberador de la mujer. También tienen a mano el ejemplo y la memoria de otra argentina de ley, María Rosa Oliver, para inspirar y mejorar su hasta hoy pobre performance generadora de derechos. Pero para esto último hay que estudiar mucho y declararle la guerra a la molicie, algo que no parece estar en la naturaleza de las cosas.

Pues todo es, en suma, como dice Verbitsky: si Tolosa Paz es de plástico, Pichetto es de alambre -así lo ha escrito, más de una vez, el dueño del portal "El Cohete..."-, es su estilo, más allá del canon estético con que quepa juzgar las expresiones del periodista. Lo cierto es que él ha estado lejos de ensañarse en particular contra la ministra de subdesarrollo social. No respeta pelo ni marca, y con sus ácidas ironías les baja la caña tanto a machos como a hembras. Es su personal estilo, que a mí, dicho sea de paso, me resulta divertido y propio de alguien con ingenio literario, tal vez heredado.

Y a "Papá Noel"- Pérsico, ¿quién lo desagravia...? Las feministas de pacotilla se refieren a él como "el marido de la Colo Cubría...". Y eso, ¿no es violencia feminista? Se trata de un santo varón al que Tolosa le niega los emolumentos indispensables para que el movimiento "eguita" (H. V., dixit) pueda cumplir su esencial cometido de asistir a "los más vulnerables" que viven un verdadero "flagelo".

Esos "estúpidos que gritan" decía el general Perón refiriéndose a los Montoneros. Hoy, los estúpidos siguen gritando pero no son los Montoneros sino que los nuevos gritones andan dispersos por las redes para la perdición de la almas, como decía el padre Fernández en Nuestra Señora de los Dolores (Av. Argentina 150) refiriéndose, este párroco, a los malos espíritus, a los que no alucinaba circulando por las redes sino escondidos en los pliegues del mundo en general. Y algunos de estos bordersdigitales dicen, por ejemplo, cosas como que los dichos de Verbitsky sobre la Tolosa, podrían incidir en la tasa de femicidios, que en la Argentina es muy alta.

En suma, no fue "violencia machista" lo que hizo Verbitski. Fue, apenas, la ventanita de oportunidad que encontraron unas prescindibles ilustres como modo de reverdecer una menguante identidad feminista que se viene marchitando inexorablemte por aquello de que lo que no se usa se atrofia.

Muches de nosotres estamos hartes, les faltó decir para completar el repertorio de inanidades conceptuales con que nos acaban de obsequiar. Sólo porque no se tiene nada que hacer y se parasita en el Estado, se puede decir que Verbitsky es machista o que no es un acérrimo defensor de la "causa feminista", incluso enervando el buen gusto (como cuando -en modo vintage y con una pizca de patético- usa "lenguaje inclusivo"). El hombre es "pañuelo verde" hasta el tuétano, incluso más y mejor que muchas de sus impugnadoras de ocasión. Lo malo es que las ocasiones de estas erinias las terminamos pagando "todes".

En mi vida siempre fui asalariado, además de machirulo. Nunca (o casi) del Estado. Mucho menos a razón de dos millones por mes, como algunes boludes. Y no me hubieran faltado oportunidades, aun sin llamarme "Sapag". La "provincia de Vaca Muerta" garpa bien a los que optan por vivir de las sobras del régimen. Pero mi programa estético fue otro. Por eso tampoco en Buenos Aires he vivido del Estado. Valga esta reflexión como oportuno ejercicio de prolepsis que indica desde qué púlpito me largo a pontificar sobre culebras y culebrones que involucran tanto la ética personal como la moral social.

Y el periodista exitoso, en suma, como el coronel de García Márquez, no tiene quién le escriba ante tanta agresión incontrolada. Tampoco yo escribo en su defensa sino más bien, como crítica a unas farsantes de ocasión que dicen ser lo que no son y que confunden a mi hijo, que me preguntó el otro día, de qué se trata todo esto, y también engañan un poco a los bienintencionados que están ahítos de tartufismo y del "mentirose" que mira de reojo y que disimula de la noche a la mañana. Y ellas hacen todo eso cuando salen a gritar ¡al ladrón...!, sin ver que son la ocasión de lo mismo que critican, pues son las mismas que hicieron un pulcro, recatado y oportuno silencio cuando el amigo para el que trabajan se refocilaba en su hogar disfrutando de los mismos mínimos placeres que les prohibía a los viejos que se morían de peste. No dijeron nada ahí, estas feministas de pico, reluctantes a la incomodidad y amantes de la buena mesa.

El éxito es de todos, la adversidad, huérfana. No tienen vergüenza algunos. Han estado dispuestos a entregar el rosquete y algunos lo han entregado jubilosos con tal de que "Horacio" les tirara un hueso en "El Cohete...". Tocaron el cielo con las manos cuando el director les condescendió a una ínfima de cuerpo seis en un rincón invisible del porta... y ahora se hacen los dolobus y silban bajito mirando al cielo. Ni se les ha ocurrido ni una solicitada o algo que haga sus veces, aunque fuere una firmada por muchos para repartir los "costos", desagraviando a su director. (¡ ...!). Es de no creer lo cachivaches que pueden ser algunos. Eso sí, después pontifican acerca de la política, la moral, las buenas costumbres y la mar en coche. Otra forma -junto al feminismo de utilería- de la decadencia de pequeñoburgueses sin conciencia de su medianía.

Mal Verbitsky cuando hizo mal lo que hizo mal; pero en esta tiene razón, y también hay que decirlo.

Pero tanto fue el cántaro a la fuente que al final el hombre sucumbió. De repente, se le nota todo el peso del pasado. Se lo percibe a solas con su vida y con la memoria inalterable y con su escritura ahora trémula, a solas con el tiempo y la tristeza elemental y se prepara para lo peor.

Las Benévolas han dado con su rastro y no le perdonan vaya uno a saber qué. Estas mujeres, son mujeres de Alberto. Y Horacio "Orestes" Verbitski es cristinista. Nada los une, todo los separa; será por eso que lo odian tanto...

Por mi parte, la música que escuché, mientras escribía esta nota, es "Avanti Morocha", de Los Caballeros de la Quema, algo que, seguramente, a nadie le interesa y que se trata, siempre, de "información" prescindible.

 

(*) Las Benévolas es el título de la tercera parte de la trilogía más conocida de Esquilo, llamada "Orestíada". Jonathan Littell, a su vez, es un novelista británico que ha puesto en escena el Holocausto con el fondo coral de la Orestíada, en una novela que tituló, precisamente, "Las Benévolas", cuyo wagneriano y espectacular final está aludido en el último párrafo de esta nota: la erinias, arpías crueles y malvadas, unen a su desagradable figura la función divina de castigar la maldad humana y, al final de la narración, alcanzan al personaje central de la novela -el SS Maximilien Aue- que purgará, de ese modo, sus crímenes. Su naturaleza maligna hace que las erinias (o Furias) sean innombrables, pues nombrarlas es convocarlas, y es por eso que la mitología acude a eufemismos como Euménides (Benévolas) para referirse a ellas... Toda coincidencia con la realidad argentina de hoy es pura casualidad, pero resulta inevitable asimilar al periodista victimizado por el exabrupto fascistoide, con el otro personaje esquiliano, Orestes, en la medida en que éste fue víctima de la impiadosa inquina de las Furias. Pero Orestes había matado a Clitemnestra, su madre, y Verbitsky, que se sepa, no mató a nadie.



(*) Abogado, periodista, escritor.
29/07/2016

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