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Hogares y casas de familia.
Escuelas primarias.
Colegios secundarios.
Iglesias y templos religiosos en general.
Universidades.
Supermercados.
Comercios de electrodomésticos o de ropa.
Bares y restaurantes.
Cines y teatros.
Calles, plazas y cualquier espacio público abierto.
Estadios deportivos repletos de público.
Shoppings y otros grandes centros comerciales.
Lugares de paseos y de turismo en general.
Esta enumeración, que pareciera aludir a un conjunto de espacios donde se desarrolla la vida humana en cualquier sociedad urbana del mundo, es un realidad una lista incompleta y apenas aproximada de lugares de Estados Unidos donde en los últimos años se han perpetrado infinitas masacres, con forma de tiroteos masivos, en los cuales fueron asesinadas personas que transcurrían allí un día cualquiera de su existencia.
Según publicó la plataforma informativa británica BBC a fines de marzo en relación con el drama estadounidense, “datos del Archivo de Violencia de Armas de Fuego, un centro de investigación sin fines de lucro, muestra que el número de tiroteos masivos ha aumentado significativamente en años recientes” en EE.UU. “En cada uno de los últimos tres años ha habido más de 600 tiroteos masivos, casi dos al día como promedio”.
La misma fuente informativa explicó que “Estados Unidos no tiene una definición simple para ‘tiroteos masivos’. El Archivo de la Violencia de Armas de Fuego lo define como un incidente en que cuatro o más personas mueren o son heridas. Sus datos recogen tiroteos ocurridos en hogares y espacios públicos. (…) El ataque más mortífero ocurrió en la ciudad de Las Vegas en 2017. Murieron más de 50 personas y 500 resultaron heridas”. (Informe de BBC-Mundo. Nota del 29/03/23).
A su vez, el canal de noticias CNN en Español destacó en su página web que “EE.UU. tiene más armas que cualquier otro país. Hay alrededor de 270 millones a 310 millones de armas circulando en el país. Con la población de Estados Unidos de 319 millones, eso significa que casi cada estadounidense tiene un arma”. El informe se titula “Por qué es Estados Unidos el país con más tiroteos masivos’”. (Reporte de CNN en Español, nota del 28/03/23).
Proponen más violencia en Argentina
Observar y analizar la inseguridad y criminalidad alevosa que vive la sociedad norteamericana resulta necesario en la Argentina de este momento histórico, en que distintas variantes de la derecha, igual que la ultraderecha que ha crecido durante la pandemia, quiere que nuestro país sea como Estados Unidos.
Estas posiciones las plantean en nuestro país referentes del extremismo ideológico de derecha que no son personajes marginales, sino que poseen algunas condiciones como para ocupar altos puestos -incluso el más alto- en el gobierno de la Nación.
La precandidata presidencial Patricia Bullrich, quien tiene ciertas chances de ganar la elección primaria dentro de la coalición Juntos por el Cambio y luego, eventualmente, llegar a la presidencia de la Nación, justificó hace un mes que “Estados Unidos permite la portación de armas porque pensó que no se le puede dar el monopolio al Estado porque se puede volver contra los ciudadanos”. (Crónica del diario La Nación, nota del 30/03/22).
Como es de público conocimiento, en ciudades norteamericanas se producen habitualmente crímenes atroces perpetrados en parte por personal armado del Estado. Solo para mencionar un caso, que fue conocido por la opinión pública mundial gracias a que la escena ocurrió en la vía pública y fue grabada en un video, recuérdese el ahorcamiento por asfixia del ciudadano afrodescendiente George Floyd, a quien un policía asesinó presionando con su rodilla sobre el cuello de la víctima que había sido tirado al suelo.
Pero a pesar de que el Estado norteamericano no tiene el monopolio de las armas, asesinos que en principio tienen la condición de “ciudadanos comunes” son responsables por tiroteos masivos que azotan cotidianamente a la sociedad de aquel país. Más de 600 en cada uno de los últimos tres años, casi dos de promedio diario, según la información citada al principio de esta columna de opinión.
Impulsora de la multiplicación de la violencia criminal en Argentina, Patricia Bullrich lanzó hace cuatro años y medio su célebre apología del armamentismo, cuando era ministra de Seguridad de la Nación: “El que quiera estar armado, que ande armado”.
Dijo que “esa es una decisión de las personas”, y que “Argentina es un país libre” para que cada quien resuelva a su manera. De inmediato, como quien tira la piedra y luego esconde la mano, agregó que “nosotros preferimos que la gente no esté armada”. (Tema detallado la página web del canal de noticias TN, nota del 02/11/2018).
Hace un año, como muestra de la impunidad con que la derecha extremista trata de conectarse con sectores de la sociedad predispuestos al ánimo violento, Javier Milei dijo explícitamente: “Estoy a favor de la libre portación de armas”. (Artículo de Ámbito, nota del 27/05/2022). Después lo reiteraría en múltiples ocasiones
Y en uno de los más recientes episodios de la escalada derechista y ultraderechista a favor de expandir el armamentismo y la agresividad cotidiana en Argentina, el diputado provincial tucumano Ricardo Bussi, candidato a gobernador en representación de la agrupación de Milei, propuso declarar la libre portación de armas al menos en su provincia. Lo hizo en marzo, a través de un video propagandístico que contiene una explícita incitación a la violencia. (Publicado en La Política Online, nota del 13/03/23).
Ricardo Bussi, como se sabe, es hijo del criminal de la dictadura Antonio Domingo Bussi (ya fallecido). Este último, mientras regían las leyes de Punto Final y Obediencia Debida que durante quince años impidieron juzgar a los genocidas -y que fueron derogadas en 2003 por impulso del entonces presidente Néstor Kirchner-, ocupó diversos cargos electivos en la etapa democrática. Fue, incluso, elegido gobernador de Tucumán en 1995.
Previamente, en 1993 ocupó durante dos años una banca de diputado nacional. En ese tiempo contó entre su grupo de asesores al entonces joven economista Javier Milei. En la misma época se supo que, además de ser un asesino de la dictadura impune -porque las leyes de entonces no permitían juzgarlo- Antonio Bussi poseía fondos obtenidos mediante hechos de corrupción que los escondía en cuentas bancarias secretas en Suiza y otros países. (Información de Página 12, nota del 01-09-2021).
Propaganda armamentista
La derecha y la ultraderecha argentinas -que, según todo indica, conformarán una sola alianza electoral en una eventual segunda vuelta en los comicios de este año, o acaso serán aliados incluso en la primera vuelta-, quiere que nuestra Patria se convierta paulatinamente en una sociedad arrasada por la violencia como la de Estados Unidos, uno de los países del mundo con mayor inseguridad.
Este asunto, de vital importancia para la vida y la muerte de las personas, debería formar parte del debate político-ideológico nacional, particularmente con vistas a las elecciones venideras.
Lamentablemente, la discusión pública sobre temas de importancia colectiva queda reducida a los escándalos, los gritos, los insultos y las mentiras. Las cadenas mediáticas dominantes y el ejército de activistas de derecha en las redes digitales manejan la agenda social con ese tipo de mensajes destructivos.
Desde las fuerzas democráticas y populares se requiere al menos el intento de recuperar un discurso político sensato. Y no solo mostrando propuestas -imprescindibles- para encarar los gravísimos problemas socio-económicos, sino ocupándose de los más diversos campos de la realidad colectiva que afectan a la vida de la población.
Es preciso dejar de estar a la defensiva ante los continuos ataques de la propaganda ideológica de derecha y ultraderecha. Hay que pasar a la ofensiva en términos de acción política y de discursos para convocar al pueblo.
Dentro de ello, debe quedar en claro que Argentina necesita combatir el delito con las reglas y las instituciones del Estado de Derecho. Y que dichas instituciones tienen que pasar por un proceso re-fundacional, para desmontar la corrupción y el funcionamiento delictivo que en gran medida las han degenerado.
Pero dejarse arrastrar por la ofensiva propagandística que fomenta el armamentismo nos puede llevar a convertirnos, aunque casi ni nos demos cuenta, en una sociedad aún más violenta y criminal, como es la de Estados Unidos.
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