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Una masa de lúmpenes indignados con notoria inclinación a la bullanga fácil, es la clientela electoral de un irresponsable patológico que se parece a sus votantes. Los descerebrados de Milei, celebran la incorrección política de su jefe, un indispuesto que duerme con sus perros y ama a su hermana. Un doliente, digamos, como Corazza, pero que a diferencia del sospechado "Gran Pedófilo", se dedica a la política y no al "espectáculo".
Corazza y MIlei reptan por los medios audiovisuales de todo signo que garantizan, de ese modo, que la "democracia" y la "libertad de expresión" se exhiban como el mejor sistema del mundo, tal como lo postulaba Churchill. Y a propósito, haberle cedido la plaza de la incorrección política a la derecha es un error que irá costando cada vez más. Cuando las crisis son graves, profundas y sin soluciones a la vista, la incorrección es lo único realista y lo único que "garpa": pasó en todas las épocas y en todas las geografías. Aquí, nadie de izquierda osa quebrar los mitos que alimentaron a esa izquierda durante los últimos diez lustros, por lo menos. A nadie, en la izquierda, se le ocurrió (o se le ocurrió pero pudo más el temor a la incorrección) decir que la política en la Argentina ha degenerado en un oficio ruin a cargo de anómicos muñecos que han terminado por constituir, si no una "casta", sí una burocracia desconectada de los pesares cotidianos del pueblo al que, de tanto en tanto, le piden el voto.
En cambio, la izquierda -o lo que hace sus veces- vive en su tiempo dormido diciendo, a través de algún conspicuo/a de turno, tonterías tales como que es feliz porque "hace lo que le gusta", es decir, "denuncia" todos los días, qué mal que viven los pobres y eso es lo que le gusta, parece, a esa izquierda, denunciar qué mal que viven los pobres y, de ese modo, devenir buena conciencia de un sistema político que garantiza que los pobres nunca zafen de su condición.
Y, claro, ni un poquito de benjaminiana insatisfacción con el capitalismo, ahí ... Pues no es sólo del FdT el estentóreo fracaso de la hora. Pues a veces y también, esa izquierda se mira en el espejo de su módica forma de expresarse y saca las conclusiones equivocadas. Se zambulle, esa izquierda -difusamente nac & pop- en el chiquero al que la invitan a hozar impostores de volumen, sin siquiera sospechar que los están usando y que hay un quebranto ético ahí. Iletrado hasta la exasperación, ese progresismo banal formado en deficientes usinas del saber, escucha o lee por ahí la palabra "hegemonía" y enseguida cree que el espíritu de Gramsci descendió sobre la Tierra, como si ese italiano antifascista hubiera inventado la palabreja. Pero el caso es que cuando Cristina dice "hegemonía" lo más probable es que no esté pensando en Gramsci. Cristina es peronista de Perón. No es como Horacio González, que infundió espíritu y esperanza a aquellas "cátedras nacionales" que ensayaban una alquimia insólita entre Juan Perón y José Aricó, en un ayer remoto.
Hay otros que piden "mística". Como si la realidad fuera un continuum sin historia al que, en abstracto, se puede observar como lo hace un entomólogo con un bicho en el laboratorio a través de la lente, detectando, de ese modo, realidades microscópicas a las que es posible dotar de lo que les falta, independientemente de que el insecto observado no sea ya más un ejemplar de su especie sino un muerto, pues ha sido arrancado de su hábitat para ser analizado en otro contexto y con otros fines. Hay que insuflarle "mística" al FdT, pero la dificultad inadvertida por el observador profesional estriba en que"observa" pero no advierte que nunca ningún actor de la decadencia que cierra una etapa histórica ha contado con tal mística y, a veces, ni ha contado con el respeto de sus contemporáneos. ¿Qué mística le pueden brindar al FdT, un Coqui Capitanich o un Segio Massa? Tales observadores viven de no ir más allá de la "corrección política", eso parece.
La derecha sabe que miente, pero igual dice creer que Alberto es la continuación de Cristina por otros medios.La derecha se prepara para gobernar en la Argentina en sustitución de un gobierno al que pretendían atado de pies y manos y al que lograron atar de pies y manos. El gobierno de Alberto Fernández no le gusta ni a Gerardo Martínez, lo que ya es decir.
La confusión es clarísima en la coyuntura argentina de hoy; salvo que hay algo que no se entiende bien, y es por qué Cristina, teniendo a mano la llave de la felicidad, se dispone a tirar esa llave por la alcantarilla permitiendo que los vándalos sigan haciendo de las suyas en la casa tomada.
Acaba de decir lo suyo Juan Manuel Abal Medina: "Al jefe estratégico no hay que consultarle lo táctico, porque si él no ordena, es que no está en condiciones de discernir sobre lo táctico. Hay que dejar que conduzca lo estratégico. Y si hay un error en lo táctico lo comete el que maneja lo táctico, no el estratega (J.M.A.M; Conocer a Perón, Bs. As., Planeta, 2023, p. 151). El problema reside, empero, en que no siempre táctica y estrategia lucen con sus perfiles nítidamente delimitados. En el caso argentino de hoy, por ejemplo, una decisión de táctica electoral deviene de una trascendencia tal que incide sobre toda la visión de conjunto, es decir, sobre la estrategia. De la táctica electoral depende hoy que la Argentina de 2024 no le ponga una bomba a Brasil y al Brics alineándose, de ese modo, con la geoestrategia estadounidense en el mundo. El que se equivoque en la táctica, incurrirá en un desacierto estratégico descomunal y tal vez irreparable.
En suma. Cristina, otra vez, tiene el sabot por el mango y reparte las cartas. Ya nos hizo votar por Alberto Fernández; ahora nos pediría -a estar a los últimos rumores- que lo hagamos por Pablo González, el ceo de YPF. Parece mucho.
Entre Alberto Fernández y Pablo González... me quedo con Sol Pérez.
De Rosario a Buenos Aires. De conurbano a conurbano. Todo parece plantado. El jardinero que cuida los almácigos, en Rosario, es la DEA, de la cual nadie habla, pero esa agencia con terminal en el Departamento de Estado, es la que administra el ritmo de actividad y violencia con que se exhibe en público el narco, acá y en todas partes. Sólo Aníbal Fernández cree -o dice creer- que la DEA sirve para "capacitar".
Y en Lomas del Mirador, el lunes 3 por la mañana, otros jardineros, pero esta vez ignotos, regaron la plantita de la explosión social en la zona caliente de la Argentina. En medio de la indignada protesta por el compañero asesinado, había quienes entonaban aquella lúgubre endecha titulada "que se vayan todos". Raro. Como raros fueron, asimismo, los carteles que reaparecieron entre los choferes de colectivos, idénticos a los que unos días antes, aparecían en actos de la Bullrich: "tanto nos quitaron que hasta nos quitaron el miedo", había escrito el poeta en la cartulina al viento.
La "gravedad institucional" de que lo hayan cascado mal a Berni estriba en que el mensaje viene con subtexto: si el responsable de la seguridad no está seguro, qué podemos esperar nosotros, el pueblo de a pie... No hay Estado. La Argentina a la deriva y el helicóptero espera a AF para que se vaya a Olivos y no precisamente a descansar sino a buscar sus cosas. Derrocamiento, no, barrunta la derecha, pues cree que gana en octubre. Pero sí, que llegue maltrecho y con respirador, en lo posible. En eso andan los "republicanos" de Juntos por si las moscas.
Por lo demás, se han lanzado a denigrar a Kicillof, al que como no le han podido encontrar nada que lo encuadre en el caballito de batalla (la “corrupción”), tratan de adjudicarle responsabilidad por los “daños” infligidos a la economía del país... no por Macri -repárese- y su proverbial ignorancia para todo lo que no sea fútbol, sino a un graduado summa cum laudeal que sus críticos (un impresentable Ritondo y un economista fracasado como Prat Gay) podrían, tal vez, cebarle mate.
Dice la derecha que el intendente de La Matanza, peronista para más datos, recibe fondos millonarios del gobierno nacional y que el intendente no ejecuta sino que pone esos fondos en plazos fijos. Y no importa si eso es cierto o no lo es. Lo cierto es que, aun cuando nunca haya ocurrido igual nació como verdad y sigue siendo real. Tales, los milagros que puede operar la comunicación en manos de un monopolio informativo al que le interesa reproducir la Argentina pastoril y subordinada a la geopolítica de Washington. Sin destruir el monopolio de la comunicación audiovisual en la Argentina, no habrá nunca democracia. Sin el poder político suficiente y la firmeza ideológica necesaria para utilizar ese poder -y que por ahora nadie exhibe- no será posible esa democratización de los mensajes. Y sin reformar profundamente el sistema previsional argentino, pulverizando las jubilaciones de privilegio de legisladores, ministros, embajadores, secretarios, subsecretarios y jueces, tampoco habrá, nunca, democracia en la Argentina. Son dos de los puntos básicos para cualquier programa votable. Los que digan que son nacionales y populares y se hagan los sotas con estos dos puntos, son parte del problema, no de la solución.
También grazna el guion berreta que le tocó en el dramatis personae argentino de hoy, un irresponsable abonado a lucrar con el caos anticipado: Alejandro Finocchiaro, de él se trata, acaba de decir que la muerte del trabajador Barrientos se debe a que el gobierno "libera presos" y a algunos "les da celular". Estos deficientes son los que se preparan para gobernar.
Y tal vez la única manera de derrotar a la derecha sea dejarla gobernar, pues chocarán el barco en alta mar si un badulaque como López Murphy o la inefable Pato Malbec se apropian de los cargos públicos.
Cristina no puede ir más allá de sus fuerzas. Se debate hoy ante unos miserables que miran para otro lado cuando la han querido asesinar; incluso el pueblo propio no para mientes en el hecho, unas veces porque la urgencia cotidiana no se lo permite, otras, porque se distrae con los pútridos efluvios de Milei. Y si así es todo eso, entonces Cristina tal vez esté pensando en que... bueno... que hagan su experiencia y que voten a la derecha y cuando esa derecha los suma en el pozo ciego y tengan que saborear el deshecho que es el único alimento que hallarán en el pozo ciego y los hijos transcurran las deshoras del desasosiego con los ojos del asombro muy abiertos... sólo entonces, tal vez, ella vuelva, en la cresta de un rumor creciente: "Cristina volvé, te perdonamos... ", pero ya será tarde, porque es el orden global el que está en juego, y la oportunidad perdida tendrá la ontológica consistencia de los aconteceres irreparables.
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