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02/04/2023

El bienestar material y cómo medirlo

El bienestar material y cómo medirlo | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Amartya Sen, un economista bengalí, nacido en 1933, dedicó su vida a estudiar el desarrollo humano y la pobreza y cómo combatirla y colaboró con las ONU en la elaboración del Índice de Desarrollo Humano.

Humberto Zambon

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Uno de los temas más importante de la economía política es el del bienestar humano. Lógicamente, se refiere al bienestar material y no al bienestar espiritual, que no se lo puede mensurar, pero tiene como fundamento al anterior: lo primero es satisfacer las necesidades vitales, como la alimentación y el abrigo del individuo y su prole y, recién después, se puede hablar de un bienestar espiritual y general.

La carencia de bienestar material es la pobreza, que interesa tanto su incidencia en una determinada sociedad, que generalmente se mide como el porcentaje de habitantes sobre el total de la población cuyo ingreso está por debajo de una “línea de pobreza” (cantidad de pesos necesarios para cubrir una determinada canasta de bienes), como su intensidad, es decir la distancia que existe entre el ingreso real y esa línea de pobreza. En nuestro país el Indec ha dado a conocer su estimación para el segundo semestre del año 2022, según el cual el 39,2% de la población está por debajo de lo que se considera línea de pobreza, con una indigencia del 8,1% (ingreso menor a la canasta alimentaria). Este índice debería ser un llamado de atención para toda la ciudadanía y el fundamento para exigir una mejor distribución del producto.

Normalmente se utiliza como índice de bienestar material al producto bruto por habitante (PBI/Hab.), que es una medida de la riqueza producida y disponible en promedio por lo que, como todo promedio, oculta las diferencias e injusticias que pueden existir que, como señala el viejo dicho, si una persona come dos pollos y su vecino se muere de hambre, el promedio da un satisfactorio pollo por persona. Por otro lado, el PBI incluye los bienes y servicios valuados que se comercializan en el mercado, por lo que no tiene en cuenta elementos muy importantes en el bienestar humano, como el trabajo en el hogar, el cuidado familiar de niños y ancianos o la producción de micro-huertas y de aves de corral. Un autor inglés ironiza sobre esta falta de consideración del trabajo del “ama de casa” y toda otra tarea familiar, diciendo que, si un señor se casa con la cocinera, que ahora como esposa continúa preparándole la comida, la consecuencia es una disminución del PBI británico, ya que ese trabajo, al no ser directamente pago, deja de computarse como servicio económico.

Para mejorar a ese indicador, las Naciones Unidas crearon el Índice de Desarrollo Humano, que combina tres parámetros: el bienestar material medido por el PBI por habitante, la salud (esperanza de vida al nacer) y la educación. En el año 2022 Suiza tenía el índice más alto (0,962) y nuestro país se ubicaba en el puesto 47 sobre 191 países, dentro de los países con desarrollo muy alto (0,842), el segundo en América Latina, superado solo por Chile (0,855).

Amartya Sen es un economista bengalí, nacido en 1933, que dedicó su vida a estudiar el tema del desarrollo humano y de la pobreza y cómo combatirla y colaboró con las Naciones Unidas en la elaboración del índice anterior. Enseñó economía en Calcuta, Nueva Delhi, Oxford, Cambridge y Harvard, tuvo muchos reconocimientos académicos y recibió el Premio Nobel de Economía en 1998.

Para Sen, el principal inconveniente que presenta el “PBI per cápita” para medir el bienestar material de una población es la distribución del mismo y las inequidades que esconde. Para tratar de remediarlo propuso en un artículo de 1976 que se corrija ese indicador con una medida de la inequidad distributiva del ingreso, ofreciendo el siguiente, que se conoce como índice de Sen (IS): el PBI per cápita multiplicado por uno menos el índice de Gini (G):

IS = PBI/Hab.(1 - G)

El Índice de Gini (G) es un indicador de la inequidad, que varía entre cero (0) que representaría la inexistencia de desigualdad (significaría que los ingresos de todos los habitantes son iguales) y uno (1) que implica la absoluta inequidad: una persona recibe todo el ingreso y el resto nada. Obviamente, los extremos 0 y 1 no existen sino que, en la realidad, el valor de G va a oscilar entre ambos, de forma tal que cuanto menor sea índice es mayor es la justicia distributiva de esa comunidad.

Fíjense en el modo de construir el Índice de Sen: si G fuera 0, el PBI por habitante queda multiplicado por uno (no cambia) por lo que sería un buen indicador del bienestar material de la comunidad, mientras que si G fuera 1 el Índice de Sen valdría 0: la distribución injusta no permite que exista bienestar material alguno. De hecho, el Índice de Ser va a ser menor que el PBI/Hab., pero su valor sube al mejorar la distribución del ingreso.

Es interesante analizar la evolución del Índice de Sen para nuestro país. Sobre esto, existe un trabajo de Alfredo Zaiat que abarca hasta el año 2013 y que hemos actualizado con los datos disponibles del Banco Mundial, que llegan hasta el 2021; en líneas generales fue creciente hasta lograr un máximo en 1974 (4.850,4); a partir de allí, como consecuencia de la política neoliberal de la dictadura y la “década perdida” de los años ’80, disminuyó hasta llegar a 3.148,8 en 1990 (perdió un 35%). En los años ’90 primero subió, pero sin alcanzar el máximo de 1974, y, a partir de 1998, comenzó a descender hasta llegar a un mínimo en el año 2002 de 3.084,2.

A partir del año 2003 cambia la historia por incidencia de los dos componentes del índice. Por un lado el fuerte crecimiento económico y la disminución de la desocupación (suba del PBI per cápita) y, por el otro, las sensibles mejorías en la distribución del ingreso, en las que cuenta las convenciones de trabajo, la ampliación de la jubilación prácticamente a todas las personas mayores, la Asignación Universal por Hijo, el plan Pro.Cre.Ar, etc., lo que implicó una reducción sustancial del índice de Gini. De esta forma, el Índice de Sen pasó de los 3.084,2 de 2002 a 7.096,6 en el año 2013 Y 8.052,8 en el 2015 (una suba del 161% respecto al 2002) y que supera un 66% al máximo relativo de 1974. Con el gobierno de Macri bajó a 5.589.5 (una caída del 31% debido a la disminución del PBI y su peor distribución). En el 2021 fue de 6.243,5, que todavía está por debajo del índice del 2015, pero que implica una mejoría del 12% respecto al año 2019, a pesar de los efectos negativos del COVID.

Volviendo a Sen, siempre estuvo interesado en conjugar los conceptos de libertad y justicia con el desarrollo. No le interesa lo que él llama “libertad negativa”, que es la que le preocupa a la mayoría de los economistas y estadistas, y que se podría definir cono la no interferencia en el accionar individual, sino la “libertad positiva”, que es la capacidad para ser o hacer; su ejercicio implica que las necesidades básicas están satisfechas, que la distribución del ingreso es relativamente equitativo y que no hay obstáculos al acceso de igual educación y salud.

Para Sen no es cierto que la pobreza y el hambre sea consecuencia de malas cosechas o de factores sobrenaturales. Es consecuencia directa de la desigualdad humana, que considera injusta y deplorable.

29/07/2016

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