Columnistas
26/02/2023

América Latina

La paz depende de que haya gobiernos populares

La paz depende de que haya gobiernos populares | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
Presidentes Andrés Manuel López Obrador (México) y Lula Da Silva (Brasil).

Presidentes como López Obrador, Lula Da Silva, Alberto Fernández y Gustavo Petro resisten las presiones estadounidenses para que nuestros países entren en guerra contra Rusia en Ucrania. Las valientes posiciones pacifistas correrían peligro si hubiera gobernantes de derecha y ultraderecha.

Miguel Croceri

Acaba de cumplirse un año del comienzo de la guerra en Ucrania, desatada por la invasión de Rusia luego de que este último país se encontrara rodeado de amenazas militares perpetradas por la alianza bélica denominada OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), comandada por Estados Unidos e integrada además por la mayor parte de los países de Europa.

Este primer aniversario de la conflagración donde el pueblo ucraniano se ha convertido, por imperio de los hechos, en otro pueblo mártir -como trágicamente lo son el pueblo palestino, el iraquí, el sirio, el afgano, el libio, y un largo etcétera- es una buena ocasión para destacar la trascendente decisión de los gobiernos populares de América Latina que, contra todas las presiones estadounidenses y europeas, sostienen los principios de la paz y se niegan a involucrarse/involucrarnos en la guerra.

La vanguardia pacifista está encabezada por los presidentes de México y de Brasil, los dos países más poderosos del subcontinente tanto por la cantidad de población como por el tamaño de sus economías. En la misma posición está nuestro país, Argentina, el tercero en importancia dentro de la región, y otras naciones con menor gravitación geopolítica pero de igual significado como expresiones de soberanía de sus respectivos pueblos.

Una muestra del posicionamiento mexicano fue reiterada días atrás por el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Ante el conflicto entre Rusia y Ucrania, el mandatario volvió a pronunciarse por la no intervención y por la autodeterminación de los pueblos.

“En el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, México ya fijó su postura. (…) No queremos invasiones, no aceptamos que un país invada a otro, no hay ninguna razón. (Eso) es contrario al derecha internacional de las naciones. Y esa es la política que México ha sostenido. (…) Nosotros somos partidarios de la paz y del diálogo, (somos partidarios) de los acuerdos”, declaró AMLO en la semana recién transcurrida. (Información del Servicio de Medios Públicos de la ciudad de México, nota del 22/02/23). 

Ya en septiembre del año pasado, tras los primeros meses de la guerra, López Obrador propuso crear en el ámbito de la Organización de Naciones Unidas (ONU) un comité especial para la paz en Ucrania. Sugirió que podría estar integrado por el papa Francisco, el primer ministro de India y el secretario general de las propias Naciones Unidas. De paso, criticó el papel “meramente ornamental” de la ONU ante la tragedia ucraniana. (Crónica y análisis del diario El País, de España. Nota del 16/09/23

Aparte de los pronunciamientos de presidentes latinoamericanos en los días recientes, con motivo precisamente de que se cumplió un año de la guerra, varios de esos mandatarios fijaron posiciones de forma personal ante el canciller de Alemania, Olaf Scholz, quien visitó países de nuestra región a fines de enero.

(Digresión: a diferencia de la mayor parte del mundo, donde se llama “canciller” al ministro de asuntos exteriores o de relaciones exteriores, en Alemania ese nombre alude al cargo que en otros Estados europeos se denomina “primer ministro” o “jefe de gobierno” o “presidente del gobierno”. O sea que es la máxima autoridad en el gobierno efectivo del país, dentro de un sistema político donde además existe un “presidente de la República” que tiene responsabilidades institucionales pero no ejerce funciones ejecutivas).

El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula Da Silva, recibió a Scholz pocas semanas después de asumir (el 1 de enero) la presidencia por tercera vez, y en medio del tembladeral político originado por la intentona golpista de extremistas de derecha que asaltaron la sede de los tres poderes del Estado (el 8 de enero).

“Le dije al canciller alemán que, así como el G-20 (Grupo de los 20) fue creado para superar la crisis económica de 2008, queremos crear un grupo de países que pueda discutir el fin del conflicto entre Rusia y Ucrania. A nadie le interesa (que continúe) ese conflicto”, declaró Lula tras recibir al jefe de gobierno de la mencionada potencia europea.

“Mi sugerencia es que creemos un grupo de países que se siente en la mesa con Ucrania y Rusia para intentar llegar a la paz”, agregó el mandatario brasileño, quien además enfatizó que Brasil “no tiene intenciones de enviar municiones” a la zona del conflicto, para evitar “que sean utilizadas en la guerra”. (Artículo de la plataforma periodística alemana DW, nota del 31/01/23). 

Durante su recorrida a fines de enero por el subcontinente latinoamericano, el canciller alemán también estuvo en nuestro país. En una conferencia de prensa conjunta luego de que ambos se reunieran, el presidente Alberto Fernández reiteró la nítida posición del gobierno de la Nación y de otros de la región: “Argentina y América Latina no se plantean enviar armas a Ucrania ni a ningún otro lugar en conflicto”.

El mandatario nacional dijo además que esperaba “el fin de las hostilidades lo antes posible”, tras “la invasión rusa del territorio ucraniano”. Añadió que “Rusia debe comprender el daño que está causando en el hemisferio sur”, donde las repercusiones de la guerra se hacen sentir “en los precios de los alimentos” y consecuentemente en “el hambre” de millones de personas. (Publicado en la página web de RFI, Radio Francia Internacional. Nota del 30/01/23). 

Otro de los jefes de Estado de América Latina que defiende a la región contra cualquier tipo de involucramiento en la conflagración que tiene a Ucrania como escenario y como país víctima, es el colombiano Gustavo Petro, primer presidente de izquierda en más de dos siglos de vida independiente de su país.

Coherente con su compromiso para detener las guerras internas en Colombia, lo cual se expresa en la consigna -y sobre todo en la acción de su gobierno- de “Paz Total” en esa nación devastada por más de siete décadas de violencia política y luego de violencia del narcotráfico y de organizaciones criminales en general, Petro dijo recientemente: “Lo mejor que le puede pasar a la humanidad es la paz entre Ucrania y Rusia, y no la prolongación de la guerra. Yo no ayudaré a prolongar ninguna guerra”. (Crónica del diario El Tiempo, de Bogotá. Nota del 27/02/2023). 

Un ejemplo más de otro presidente de la región. El boliviano Luis Arce viene proponiendo desde hace meses declarar “al mundo” como zona de paz. Así lo dejó planteado en septiembre del año pasado, al hablar ante la Asamblea General de Naciones Unidas.

“Expresamos nuestra preocupación por el considerable número de conflictos armados que azotan a la humanidad”, dijo Arce. Apuntó que esas conflagraciones son promovidas “por las trasnacionales de la guerra, y también por el afán de imponer un orden político y económico mundial, funcional a los intereses del capitalismo”. (Reporte de la agencia de noticias cubana Prensa Latina, nota del 20/09/2022). 

Presiones de Estados Unidos

Como puede apreciarse en este repaso de ejemplos, los presidentes con orientaciones ideológicas afines a los intereses populares, a los que puede calificarse como progresistas, o de centroizquierda, o de izquierda, etcétera, son lo que están garantizando que los países de América Latina no entren en una guerra que nadie sabe hasta dónde llegará.

Las firmes posiciones pacifistas son una valiente y extraordinariamente valiosa respuesta a las presiones de Estados Unidos, que continuamente está maniobrando para que Latinoamérica envíe armas a Ucrania.

Una de las funcionarias del gobierno de Joe Biden más activas para ejercer esas presiones es la generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur de Estados Unidos (órgano militar norteamericano destinado a dominar al sur del continente mediante la amenaza o uso de su poderío destructivo). La jerarca imperial pretende que los países de nuestra región cedan su equipamiento militar ruso a Ucrania, a fin de que el material vendido por Moscú sea reemplazado por armamento estadounidense.

Al respecto, el analista internacional Andrei Serbin Pont, experto en asuntos militares y de geopolítica (nacido en Venezuela, donde su madre y padre argentinos se exiliaron de la dictadura genocida de nuestro país), expresó su interpretación sobre el tema en una reciente entrevista periodística.

Dijo Serbin Pont: “Creo que el factor más determinante en términos políticos para Estados Unidos es aprovechar la coyuntura y generar una mayor división (en América Latina). Por ejemplo para Argentina, que opera helicópteros rusos y han estado teniendo muchos problemas para sostenerlos logísticamente, es un buen momento para decirles: ‘Te podemos sacar de ese problema, reemplazándolos por material norteamericano, y el día de mañana no vuelves a depender de Rusia para el sustento de esa capacidad militar’. Lo mismo podría pasar con los helicópteros de combate de Brasil, o los que operan Colombia o México, o también Perú, un gran usuario de armas rusas y bielorrusas. Ahí hay un mercado bastante amplio que eventualmente (EE.UU.) puede aprovechar”. (Entrevista publicada por RFI, Radio Francia Internacional. Nota del 25/02/23). 

En Argentina, la paz es un valor completamente ajeno a los discursos políticos. Nadie la menciona nunca, y apenas hubo algunas excepciones cuando la vicepresidenta Cristina Kirchner sufrió un intento de asesinato del cual salió con vida milagrosamente.

Sin embargo, e independientemente de la violencia interna que han sufrido y sufren países como Colombia y México por la combinación factores políticos con la criminalidad del narcotráfico y de otras organizaciones delictivas, el hecho de que América Latina sea una zona de paz -políticamente hablando- no es una casualidad ni está garantizado para siempre.

La paz depende de que haya gobiernos populares. Si, en cambio, alguno o varios de los países cayeran otra vez bajo regímenes de derecha o ultraderecha sometidos a los intereses de Estados Unidos -aun gobiernos surgidos del voto ciudadano- la preservación de la región como zona de paz estará en peligro.

Nuestro país corrió ese riesgo durante la presidencia de Mauricio Macri, aunque jamás nadie lo advirtió públicamente, quizás debido a la pobreza del debate político argentino, a la pereza intelectual de las dirigencias democráticas, y al sometimiento frente a la imposición del sistema mediático comercial según la cual hay que hablar solo de aquello que tiene rating y “vende”.

(Cuando a comienzos de 2019 el gobierno de Donald Trump amenazaba con invadir o bombardear Venezuela y el gobierno argentino de entonces apoyaba los planes bélicos de Estados Unidos, Va Con Firma publicó una columna de opinión titulada “El peligro de que Macri lleve al país a una guerra”. El fanatismo pro-norteamericano macrista había violado la tradición nacional de paz y respeto a la soberanía, e instaló a nuestro país en el bando agresor. Nota del 28/01/19). 

Las naciones de nuestro subcontinente necesitan estar alertas en cuanto a defender condiciones pacíficas elementales para desarrollar la vida de los pueblos, aún en medio de los múltiples sufrimientos cotidianos derivados de problemas económico-sociales e incluso de la violencia delectiva que en mayor o menor medida sufren todos los países de la región.

En Argentina es responsabilidad esencial de las dirigencias democráticas y populares hacerse cargo de generar una conciencia colectiva respecto de las amenazas para la paz que podría acarrear un eventual triunfo electoral de la derecha y la ultraderecha.

29/07/2016

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