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Columnistas
11/12/2022

Decime si exagero

La palabra, ese gran astrolabio

La palabra, ese gran astrolabio | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Durante el transcurso de la semana pasada, y durante cuatro días consecutivos, Neuquén fue sede del Primer Festival de la Palabra y las Artes, un espacio que el paisaje cultural de la provincia estaba necesitando para cambiar un poco ciertos aires enrarecidos.

Fernando Barraza

[email protected]

 

Lo que dicen las palabras no dura.

Duran las palabres.

Porque las palabras

son siempre las mismas

y lo que dicen

no es nunca lo mismo”

Antonio Porchia

 

El último día de noviembre de este año fue una jornada muy especial en Argentina. No solo estábamos parados y paradas en el pórtico del último mes gregoriano de un año cargado de tensiones políticas, de vaivenes sociales y de las últimas readecuaciones post pandémicas dando vueltas por allí; a aquel día especial de un año tan especial se le estaba sumando un condimento extra que cada cuatro años suele reaparecer, es cierto, pero en esta, la edición 2022, parece estar pidiendo más cosas que las que exige cada cuatro años. El mundial de fútbol en esta ocasión casi que suplica colectivamente un extra de unión, de esperanza y de alegría. Muchas palabras, y sus distintos y profundos sentidos vienen atadas a este mundial de fútbol.

En ese carril, casi exclusivo de una palabra central: mundial, arrancó aquel miércoles 30 de noviembre. El tema de conversación en las calles, oficinas, talleres, escuelas y hospitales fue la formación del equipo y la invocación épica de un triunfo casi como una necesidad excluyente. La palabra Messi, la palabra octavos, la palabra Polonia, la palabra clasificación fueron las comandantes de una formación hoplita que se encolumnaron detrás de la central: mundial. Por la siesta el país estuvo paralizado para ver si la Selección Argentina le ganaba a Polonia y así pasábamos a octavos de final del mundial. Una hora y media después las calles de la capital neuquina se llenaban de personas embanderadas que no paraban de celebrar el triunfo. Con los ecos de esas bocinas apologistas de la victoria de fondo rebotando en el asfalto y los árboles del andén central del bulevar de la Avenida Argentina, arrancaba el Primer Festival de la Palabra y las Artes con un hermoso, concurrido e intenso acto realizado en una sede pocas veces usada por los canales oficiales de la cultura neuquina: el imponente y bello edificio de la Biblioteca Juan Bautista Alberdi.

Lo primero que se podía destacar en aquel acto de lanzamiento era que el clima de punto de encuentro se había hecho carne, y varios referentes de la cultura y la militancia social por la cultura de nuestra escena, de diferentes generaciones, de distintos estratos, de diferentes caminos de militancias y de territorios culturales heterogéneos, estaban allí reencontrándose, quizás tras años sin verse, retomando con un abrazo los caminos de convergencia que la pandemia -parece que todo ha sucedido hace siglos, pero fue ayer- ha dejado en el ecosistema cultural de la región.

En medio de esa cadena de reencuentros, los organizadores del festival, el escritor y gestor cultural Mauricio Giulietti y la actriz, realizadora y también gestora cultural Aymará Rovera, recibían al grueso de la gente y mezclaban las cartas de ese maso de cultura, invitando a pasar a trabajadores y trabajadoras de la cultura de la región de distintas generaciones, a personas de la política militante por la cultura, a comunicadores y comunicadoras y al público en general, logrando que allí, en el espacio mágico de la nueva Alberdi, todo el mundo se mezclara.

Aquel mosaico de personas tan variadas, juntas en una sede tan potente como la biblioteca popular más longeva de Neuquén, celebrando el lanzamiento de un nuevo festival cultural, fue lo más auspicioso para dar el puntapié inicial a una propuesta que, al decir de Rovera y Giulietti, busca “generar un aporte para promover la palabra artística y la cultura de Neuquén en la Patagonia y en el país”.

Este festival, que está pensado como una plataforma de compartimiento de proyectos culturales regionales y federales tiene como propósito -también en palabras de la organización- “visibilizar a los artistas locales en un espacio de construcción colectiva". Así nació, con un espíritu de independencia y un plafón de crecimiento incalculable, sencillo y honesto, este festival

Toda cultura es política

“durante el festival se realizó una actividad de intervención urbana en la que se repartió por las calles poesía federal en QR”

 

Así como la plataforma filosófica del festival es clara y precisa: "(…) soñamos con un festival itinerante y federal pensado como un espacio que abrace las diferentes artes que creen que la palabra es capital cultural, que construye identidad y que transforma la vida de las personas", dicen, los motivos políticos -entendiendo la política como el acto de gobernanza comunitaria de un asunto importante de una sociedad, y no como un ejercicio de proselitismo disfrazado de gestión cultural- están, también, bastante claros. En este sentido, el más político, el festival se abre con transparencia y manifiesta varios asuntos desde lo proclamativo a lo directamente activo.

Lo primero que habría que destacar es que el festival propuso desde el minuto cero, allí cuando arrancó con los cánticos futboleros de eco de fondo, que su realización fuera “un abrazo simbólico a la ley que extiende por 50 años la asignación específica para el financiamiento de la industria cultural y las bibliotecas populares”.

Lo segundo es ver donde fue que sus gestores buscaron los apoyos para realizar este evento. Si bien los fondos para su realización surgieron de la aplicación del fomento del programa “Gestionar Futuro” del Ministerio de Cultura de Nación, la trama que Rovera y Giulietti tejieron para que el festival se articule fueron espacios de construcción de cultura tan heterogéneos como la secretaría de Extensión de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo), la Biblioteca Popular Juan Bautista Alberdi, la Biblioteca Rodolfo Walsh, la Confederación Mapuche de Neuquén, la Escuela Superior de Música de Neuquén, el INCAA, el ministerio de las Culturas de Neuquén, RTN y el Festival de Cine Independiente Lorenzo Kelly. Puede que a alguien le resulte poco importante esta sumatoria, pero la historia de la construcción de cultura “oficial” en nuestra región pocas veces teje con tanta amplitud, por lo general los canales oficiales estatales de generación de cultura se cierran en actitudes un poco endogámicas y partidistas, y los canales alternativos son empujados hacia un borde de abandono que es de lamentar, pues allí hay un potencial que casi nunca están dispuestos a mirar las y los funcionarios de turno.

Tal vez por esto, por ser un espacio que busca nuclear para sumar, hay una circunstancia fundacional que -ojalá- la organización de Festival de la Palabra no pierda de vista de aquí a futuro.

Federalismo, interculturalidad, lo popular y lo académico

 “Proyección del film OIANT al aire libre, en el anfiteatro de la Escuela Superior de Música de Neuquén”

 

El comienzo, el puntapié de este primer festival, mirándolo desde el prisma del federalismo, la interculturalidad y la yuxtaposición de lo popular y lo académico ha sidos por demás auspicioso.

Para la elaboración de la grilla se convocó a escritores de distintas geografías, y más allá de la ecléctica plantilla de protagonistas “fijos” como Griselda Martínez, Facundo Podestá, Edith Galarza, Cecilia Pérez, Sebastián González, Fermina Parada, Jorgelina Guarnieri Argat y Jeremy Vivanco; se trabajó con escritores de diferentes geografías, como Daniel Risso Patrón (Rio Negro), Pedro Santo Deluca (Mar del Plata), Víctor Aybar (Catamarca), Adriana Petrigliano (La Rioja), Mariano Lobo (Buenos Aires); o a cineastas como Gustavo Gzain (Fiske Menuco) y Nacho Garassino (Buenos Aires) demuestran que el perfil del festival es realmente federal.

Los rasgos de interculturalidad que se trazaron dentro del festival, nacido en un territorio intercultural, fueron como se supone que siempre debieran ser a la hora de plantear la interculturalidad en la acción: horizontales y de par a par, sin torpes paternalismos de occidentalidad indigenista ni nada que se le pareciera. En la primera tarde, la de la apertura, hubo una entrega de reconocimientos y -entre otros que ya mencionaremos- se otorgaron distinciones al logko Jorge Nahuel, por el apoyo y difusión de la palabra intercultural a través de las décadas y a Juan Ramírez, amulzugufe de la Confederación Mapuche de Neuquén, por el aporte a la mirada fotográfica sobre la palabra y la lucha del pueblo mapuche.

Ya en la grilla, con el festival en marcha, uno de los talleres de formación que se realizó (“Azkintun: la mirada sobre el territorio”) hizo sonar al mapuzugun y expuso aspectos salientes de la cultura mapuche.

Durante la noche del viernes, por ejemplo, se vivió otro momento mágico de interculturalidad al proyectarse al aire libre, en el Anfiteatro de la Escuela Superior de Música de Neuquén, el film “OIANT, música para un futuro ancestral”, el film de Ignacio Garasino que es el relato de una de las experiencias más genuinas, profundas y originales de la música latinoamericana de este tiempo. Durante más de diez años, la cámara del realizador acompañó a la Orquesta de Instrumentos Autóctonos y Nuevas Tecnologías de la UNTREF, siguiéndola por escenarios del mundo: Machu Picchu, la Patagonia, Francia, Egipto, pero también en los talleres de fabricación de instrumentos. La película es un largometraje que se define como “una aventura atravesada por formas de lo ancestral que se actualizan en un paradigma musical liberado de hegemonías impuestas desde afuera”. Proyectarla en nuestra pública Escuela de Música, al aire libre, sin lugar a dudas fue un gran acierto.

Y la interculturalidad no fue el único gran acierto de la propuesta del festival. También -como ya fue dicho- apostar a la heterogeneidad de la construcción del trabajo cultural es un rasgo que este evento deberá seguir honrando a futuro, tanto o más de lo que lo hizo en esta primera y súper heterogénea edición. Este rasgo inclusivo puede verse también a través de las distinciones que se entregaron el miércoles al comenzar todo. Chequeen esta lista:

Alejandro Goya Villagrán, se llevó un reconocimiento por el apoyo y difusión al arte y la educación con adultos mayores. Ricardo Riva, el Defensor del Pueblo de Neuquén, se lo llevó por la defensa de la palabra expresada por el pueblo en las contingencias más variadas. El profesor Daniel Bagnat, se lo llevó por el apoyo y la difusión de la palabra académica. Raúl Mansilla, incansable gestor y escritor, por el apoyo y difusión de la palabra histórica. María Cristina Ramos, por el apoyo y difusión de la palabra literaria. La actriz y directora Cristina Mansilla lo recibió por su aporte a la palabra expresada a través del teatro comunitario e independiente, y el padrino del festival, Oscar Sarhan, por su aporte general a la construcción de cultura en la región.

A propósito de su padrinazgo y del reconocimiento que le fue otorgado, Oscar, al pasar al frente del escenario dijo “tengo el honor de ser el padrino de este Festival fundante, que reúne los elementos necesarios del decir y hacer, desde un espacio de construcción coherente con los tiempos que nos toca atravesar, porque la resistencia sigue siendo en uno, la quimera, la gran utopía ante la banalidad reinante” y destacó las posibilidades inmensas que un a propuesta así puede abrir en una sociedad que haga suya la propuesta.

El cronograma completo del festival incluyó a 25 trabajadores y trabajadoras de la cultura, 4 sedes y 2 films no estrenados en Neuquén.

“El Dúo Paquidermo llevó la palabra y la música al Salón Azul de la UNCo”

 

Cronológicamente podemos mencionar todos estos eventos gratuitos:

El Taller Literario “Escalapalabras” para niños y niñas, a cargo de la escritora Griselda Martínez y celebrado en la Biblioteca Popular Rodolfo Walsh.

El Taller de Poesía y Músic del “Dúo Paquidermo” a cargo de les escritores Cecilia Pérez y Sebastián González, celebrado en el Salón Azul de la Biblioteca de la Universidad Nacional del Comahue

La mencionada proyección de “OIANT Música para un futuro ancestral” en el anf de la ESMN.

La proyección de “La Livertá” de Gustavo Gzain, un documental en el que el realizador toma de cerca al escritor e historiador argentino Osvaldo Bayer y visibiliza esas encendidas luchas que Don Osvaldo solía capitanear para la consagración de derechos esenciales en nuestra sociedad.

El taller de formación “Azkintun: la mirada sobre el territorio” dictado por quien escribe esta nota en representación del equipo amulzugufe (de comunicadores y comunicadoras) de la Confederación Mapuche de Neuquén. El espacio escogido para su celebración fue una de las aulas multimediales de la UNCo.

Finalizando el evento tuvo lugar la tertulia literaria “Lectura de poesía en voz de sus poetas”, donde convergieron lxs escritorxs Cecilia Pérez, Edith Galarza, Leonardo Díaz, Facundo Podestá y Griselda Martínez. Esta jornada, realizada en el Salón Azul de la Unco, fue un cierre perfecto para este festival que, si se sostiene y se proyecta, irá in crescendo en los distintos aspectos que lo mostraron como original y necesario durante esta primera edición. Dice la organización: “soñamos con un festival itinerante y federal pensado como un espacio que abrace las diferentes artes que creen que la palabra es capital cultural, que construye identidad y que transforma la vida de las personas”.

Así sea.

29/07/2016

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