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Columnistas
25/09/2022

Decime si exagero

Todas las respuestas posibles en el vuelo del Manke

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Este jueves se estrenó en el Festival Audiovisual de Bariloche “Mankewenüy”, la ópera prima de María Manzanares que cuenta el recorrido de la cantora mapuche Anahí Mariluan tras los pasos de un ül (canto) perdido en la huella de silencios de siglos y siglos.

Fernando Barraza

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Vuelan miles de vientos los manke (cóndores) desde hace milenios en todo el conosur. Aseguran los biólogos que antaño, antes de los desarrollos urbanos que trajo el recorrido social humano llamado civilización, lo hacían de mar a mar. En el territorio que hoy se conoce como Patagonia, hicieron esos viajes bioceánicos hasta después de la segunda mitad del Siglo XIX, cuando finalmente el manke se replegó territorialmente hacia la cordillera, donde aun hoy vive, a ambos lados, bastante asediado por el progreso, pero sin prestarle atención a los límites territoriales marcados por los estados nacionales.

Esa idea de libertad en el circular, buscando las fortalezas y los beneficios de lo que hay en el oeste y en el este es uno de los pilares de “Mankewenüy”, el documental de la realizadora de Fürilofche (Bariloche) María Manzanares que hasta hoy, domingo 25 de septiembre, se puede ver en cada casa del planeta y de manera libre entrando al siguiente enlace.

El documental fue estrenado esta semana en la 10° edición del Festival Audiovisual Bariloche (FAB) y tras este estreno tendrá su recorrido de exhibición in crescendo a medida que distintos festivales, muestras y salas lo vayan solicitando. Por la contundencia en su guionado, su realización y su cuidado estético, es previsible la excelente llegada que, sin lugar a dudas, la película tendrá.

La narración del film se inspira en un acontecimiento acreditado históricamente en documentos claros y precisos: en 1792 el escriba Fray Menéndez participó de una expedición española que tomó contacto con personas mapuche en en los territorios aledaños al arroyo Ñirihuau, aquel que nace en el Cordón del Ñirihuau y desemboca en el Nahuel Huapi. De aquellas crónicas que el hombre hizo, se desprenden varias certezas. La primera y más fuerte es la de la pre-existencia, esa condición humana y social que aun hoy le es negada al pueblo nación mapuche toda vez que se oculta o silencia, cuando no directamente se niega. Lo segundo que resuena con fuerza y claridad en la crónica -porque está enfáticamente escrito- es que las mujeres mapuche recibieron a los recién llegados con un canto de bienvenida, el canto del manke. Bueno, a partir de lo que destacan estos escritos, es que la realizadora audiovisual acompañará a la cantora mapuche Anahí Mariluan, quien de estas crónicas comenzará a preguntarse cuál pudo ser aquel canto, y donde estará aquella música sagrada de las cantoras de aquella comunidad, las del küpalme (linaje) del logko Mankewenüy, cuyo nombre significa en mapuzugun: amigo del cóndor.

Esta búsqueda de Mariluan es muy especial, porque además de ser una “pichi ülkantufe” (cantorcita) -como ella se llama a sí misma durante el film, sobre el imponente escenario del Festival Rapa Makewe- es Licenciada en Folklore. Estos dos “sinos”, “disciplinas” o “tareas”, como quiera llamarle quien lee, hacen de Anahí una exploradora peculiar. Son dos trabajos internos que construyen ese ser mapuche e intercultural que es Anahí.

Ahora: quizás la licenciada tenga una necesidad analítica académica, es cierto, pero la ülkantufe tiene razones más poderosas, y todas ellas están atadas (en el buen sentido, el de tejidas) con cuestiones de identidad y de ancestralidad. No le cabe a quien escribe esta nota evaluar porcentajes exactos en esta búsqueda, pero está más que claro que es la ülkantufe la que mueve cielos y caminos para recuperar el canto del manke.

La cámara de Manzanares (montada sobre un sólido guion de Adrián Moyano) es cómplice absoluta de este proceso, y la acompaña en un silencio respetuoso. Si Anahí desanda varios caminos para encontrar los sentidos latentes de un canto que debe reaparecer, el film da cuenta de ello con una precisión fiel y testiga en cada momento de ese proyecto/búsqueda.

En este recorrido casi de road movie, la película abandona muchas veces el territorio del manke (tan hermosamente filmado una y otra vez por el equipo de Manzanares) y sale a buscar voces y respuestas en sitios distantes. Puede ser Küra Rewe, u otros territorios al sur del Bio Bio, en Gulumapu, territorio mapuche del oeste, donde Anahí conversará con el Machi (autoridad filosófica espiritual) Cristian Collipal, o con la poeta Rayen Kuyeh, entre otras personas mapuche. O puede ser Alemania, donde la cantora entrará en un centro de estudios antropológicos y se topará con viejas grabaciones de cantos mapuche recogidas 70 años atrás por un hombre de ciencias alemán. O puede ser en territorio williche de Puel Mapu, entrando a la ruka (casa) del poeta y estudioso Jorge Spíndola Cárdenas, quien -emparentado con Mariluán en ese “doble sino” de la formación educativa superior occidental y tener identidad ancestral- reforzará con conocimiento mapuche todo lo que la historia wigka explica desde su saber.

Toda esa humanidad subyace en el film, mientras el manke sigue volando majestuosamente a lo largo del metraje.

El recorrido del documental se torna más y más interesante a cada paso, pues para arribar a algo parecido a una respuesta, Anahí deberá reflexionar sobre varios puntos claves.

El primero que aparece en el recorrido medio de la película llega con algo parecido a una misión: la restitución sonora de aquellos cantos encontrados en cajas en Alemania, cantos colonizados y “desalmados”. Pewmagen (ojalá) Anahi haya podido avanzar con ese cometido en estos años. Ella se pregunta en el film: “¿Quién encuentra a quién cuando aparecen estas cosas?”

Lo segundo es puro kimün (conocimiento) y se da casi en el recorrido de epílogo del film, cuando el Machi Cristian le deja una visión clara: para conocer hay que dejar de pensar en individualidad y empezar a pensar y actuar en un claro y rotundo “nosotros”. Esa ha sido la manera mapuche de hacer las cosas. Siempre.

Cuando la tarea es saber

Si en la recuperación de la identidad y el fortalecimiento de la cultura el pueblo mapuche siempre ha sido persistente a pesar de los silenciamientos y el genocidio, hay algo -otro rasgo distintivo- que también es característico de su espíritu colectivo y está presente en la película de manera patente: la necesidad de saber. Esa impronta de conocimiento genuino quizás sea uno de los legados más importantes que el pueblo mapuche pueda ofrecer para afuera de sí mismo, en un mundo que apuesta cada día más a la irracionalidad violenta de la ignorancia sobre las cosas y los procesos que nos han antecedido.

La película demuestra esa tesis (la del saber para reflexionar) todo el tiempo y permanentemente. Sin espoilear puede señalarse el minuto 12 del film, por ejemplo, cuando en cámara, durante una mañana de sol, un manke vuela sobre lo que es casi un basural a cielo abierto en zona aledaña a la ciudad más grande de la zona de montañas del Estado Argentino (Bariloche) mientras suena la voz en off de la lamgen Vanesa Llancaqueo, quien desde una marcha por justicia por la desaparición de Santiago Maldonado reflexiona sobre la desconección violenta que tenemos con lo esencial, en varios planos, el social y el existencial y mientras tanto el piano de Natalia Cabello toca una melodía hermosa de fondo. Estos montajes, contundentes desde lo argumental, bellísimos desde lo estético, son una constante en toda la obra. Todos invitan a reflexionar sobre la importancia de lo que se sabe en función a lo que se comprenderá, o no.

El film va terminando... ¿encuentra Mariluan en el camino emprendido el ülkantun del manke o no lo encuentra?

Contarlo sí sería spoiler. Solo advertirles una cosa: prepárense para una emoción enorme.

Demás está decirles que es preciso ver esta película y recomendarla. Sobre todo porque la mayoría de las personas que leen este periódico digital vive en wallmapu, territorio ancestral mapuche. Saber y comprender es imprescindible, y “Mankewenüy” propone las dos cosas con mucha sencillez y claridad.

Verla. Reflexionar. Eso mismo.

Les dejo aquí abajo el disco que dio origen a esta película hace ya más de cinco años. Gracias por leer. Nos vemos en la próxima columna. Como se dice en el idioma de la tierra: ¡Pewkallal (hasta que nos veamos)!

29/07/2016

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