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Columnistas
16/04/2022

Los números de la economía

Los números de la economía | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Cuesta explicarse racionalmente la permanente renuencia de sectores poderosos a pagar los impuestos que les corresponde y contribuir a la recuperación nacional, que a mediano y largo plazo los beneficiaría.

Humberto Zambon

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En este mes se han conocido los principales datos económicos correspondientes al año 2021:

-Uno de los más importantes es la evolución del PBI, es decir, la producción de bienes y servicios en el territorio nacional durante un año. Como es sabido, el gobierno de Macri tuvo como resultado una caída del producto con una peor distribución del mismo. A eso se sumó la pandemia, que redujo el PBI total del año 2020 en un 9,9%. En el 2021 empezó la recuperación, con un crecimiento del 10,3%, cuya inercia se siente este año (en febrero la producción industrial creció 8.7% y la construcción un 8,6% interanuales); debido a la fuerte incertidumbre de la economía mundial, ni el gobierno nacional ni los organismos internacionales se animan a realizar pronósticos optimistas (prefieren pecar de cautos); así el FMI estimó el crecimiento del 2022 en un 3%, lo que parece muy bajo (más correcta sería la anterior estimación oficial de 4 a 6%).

-Como consecuencia del crecimiento del PBI aumentó la ocupación laboral: 2021 cerró con una desocupación del 7 % de la población, con una baja de 1,2 puntos porcentuales respecto al tercer trimestre de 2021. Cabe recordar que Macri entregó el gobierno con una desocupación del 9,8% y que en el 2019 llegó a 13,1%.

-Con el aumento de la ocupación se llegó a 9.026.021 de asalariados con un ingreso promedio que, en el caso de los registrados, aumentó respecto al año anterior, el 54,4% y, en los no registrados, un 53,1%. Como la inflación fue del 52,3% hubo una mejora del salario real de 2,1 y 0,8 puntos respectivamente. Esto marca un cambio de tendencia en el mismo, pero está lejos de una situación satisfactoria: en el año 2016 los asalariados percibían el 51% del ingreso nacional mientras que en el último año esta participación bajó al 42,7%. Estos 8,3 puntos porcentuales aumentaron las ganancias (en el sentido amplio de la palabra, incluyendo rentas) como producto del gobierno neoliberal y a la pandemia, a lo que hay que sumar ahora la situación de la economía internacional y la especulación ante la misma. Cuesta explicarse racionalmente la permanente renuencia de sectores poderosos a pagar los impuestos que les corresponde y contribuir a la recuperación nacional, que a mediano y largo plazo los beneficiaría.

-Desde el punto de vista de la distribución del ingreso el índice más importante es el de Gini (que, en realidad mide la inequidad de la misma). El índice oscila entre 0 (absoluta igualdad) y 1 (concentración total del ingreso); como se puede ver, cuanto más alto el índice peor la situación distributiva.  A título de ejemplo, en Europa de los años ’80 era de 0,29 y en la actualidad 0,32, muy lejos de América Latina, una de las regiones con peor distribución del ingreso en el mundo. El peor índice en los últimos tiempos en Argentina fue el de 2002 con 0,538, situación que paulatinamente fue superada durante los gobiernos de Néstor Kirchner y los dos gobiernos de Cristina Fernández). Este proceso fue interrumpido por Macri, que entregó el gobierno con un índice del 0,429 y que con la pandemia pasó a ser 0,451 (2020). La buena noticia es que en el 2021 fue del 0,413: mejoró sensiblemente la distribución respecto al gobierno anterior y el índice volvió al nivel de 2017.

-El nivel de pobreza al cierre del 2021 fue del 37,3% (con una indigencia del 8,2%). Significa que en el “granero del mundo” hay 17.400.000 pobres. Al cierre del 2020 era del 42%, lo que muestra una mejora de casi 5 puntos porcentuales. Una tendencia que necesita crecimiento económico y políticas de redistribución del ingreso en favor de las mayorías.

En general, y como primer año post-pandemia y en cuanto marcan un cambio en la tendencia de las principales variables económicas, estas cifras son satisfactorias. Visión optimista que no parece coincidir con la percepción de la mayoría de la población. 

La razón de este divorcio se debe (además de los factores de poder que dominan los medios de comunicación masivos, que quitan importancia a las buenas noticias y resaltan las que pueden ser malas), a que para el ciudadano común las cifras macroeconómicas son algo abstracto que apenas lo afectan indirectamente y que se olvidan rápidamente. La realidad concreta está en los precios de los supermercados, que golpean cotidianamente, y en los ingresos que no alcanzan al fin de mes y que obliga a malabarismos para esperar el fin del mismo. Y esto causa malhumor social.

Frente a ello, el gobierno tiene un doble desafío:

1-Conservar y profundizar la tendencia de las variables económicas mostradas para el año 2021: crecimiento con mayor equidad distributiva.

2-Disminuir rápidamente la inflación, que es el peor mal en este momento, que deteriora el ingreso real de la población y afecta al crecimiento económico.

29/07/2016

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