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16/04/2022

Los fantasmas del Frente de Todos

Los fantasmas del Frente de Todos | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La unidad de las fuerzas populares demostró ser el duro ariete que logró perforar las pretensiones reeleccionistas de la derecha en el 2019.

Osvaldo Pellin

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¿Cuánto mejor podría ser el actual gobierno popular?

¿No se enfrenta acaso al poder real? ¿Ese adversario no lleva años anclado en gobiernos conservadores o liberales, habiendo urdido su poderío en base a vínculos y relaciones que han llegado hasta la Suprema Corte de Justicia?

Y el público, fuera del núcleo kirchnerista, ¿cuanta fuerza ha desplegado como para suponer una porfía equilibrada con el ya mencionado poder real?

Además en la Cámara de Diputados la oposición es la primera minoría y no está dispuesta a ceder en ninguna negociación que dé por resultado una mínima ventaja para el oficialismo.

Finalmente la situación de un país dependiente enfrenta dilemas que dan lugar a diversas posiciones para superarlos en una agónica lucha que además acarrea aquella por el poder político, que aleja y dispersa a las propias fuerzas aun más que las diferencias ideológicas.

En política hay fantasmas y el FdT no escapa a esa regla. Desde que ganó las elecciones Alberto Fernández varios fantasmas se pasean a su alrededor, porfiando por el recuerdo de los que ya visten túnicas blancas como único vestuario.

El primer fantasma es el de Néstor Kirchner, uno de los presidentes más exitosos del siglo XXI. Él y Cristina, que está vivita y coleando, encarnan un pasado reciente donde se tomaron audaces decisiones que favorecieron a la mayoría de entonces del pueblo argentino. Hoy muchos quieren que la conducción de Fernández imite el estilo y la audacia de Néstor y Cristina en condiciones totalmente diferentes a las que se vivieron desde el 2003, además de contar cada uno con distintas personalidades.

Y más que fantasmas se aprecian pesadas cargas que en otra época fueron vulnerables para la política y que ahora se muestran renuentes a volver a hacerlo. Por ejemplo la deuda pública externa, herencia del gobierno de Cambiemos.

Otras, el número de pobres que como una pesadilla se presenta sobre el rostro de quienes intentan paliarlo como afirmando su dura estructura, es otra cuestión que genera insomnios desoladores.

También la inflación compañera inseparable de la democracia argentina, para no ser menos, presenta una materia cuya dureza se hermana a la difícil solución de la deuda pública.

Luego están los espectadores privilegiados de este drama: la llamada justicia opositora y el saboteo cotidiano de los medios de prensa.

Este panorama complicado, cuya minuciosidad no ha sido ahondada, lógico que ha generado en su impotencia transitoria, muchas posturas por superarla.

De esas verdades presentadas como absolutas, siendo en realidad absolutamente relativas, surgen las divisiones que divorcian a los amigos de las mismas cosmovisiones de la realidad, como se aprecia hoy en el oficialismo.

Habría que proponer ser más comprensivos con aquellos que tienen la responsabilidad de gobernar tamaña complejidad que deben resolverla en solo 4 años si no contamos los dos años de pandemia.

En conclusión, como compañeros de la misma ruta hermanarse más para colaborar más, si fuera posible, o de lo contrario, hacer silencio de radio y esperar la lucha electoral para diferenciarse, sin sacar los pies del plato. La unidad de las fuerzas populares demostró ser el duro ariete que logró perforar las pretensiones reeleccionistas de la derecha en el 2019.

29/07/2016

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