Como condenar al olvido al Black Pride 50 años después
Este año “Summer of soul” se llevó el Oscar al mejor largometraje documental siendo una de las películas que, en perspectiva histórica, mejor se ha expresado sobre la cultura afroamericana entre todas las producidas a escala empresarial. Pero la cachetada de Will Smith la sepultó en el silencio...
Cincuenta años tardaron en abandonar las catacumbas del olvido todos esos rollos de películas en 16 milímetros que mostraban alternativas salientes del “Festival Cultural de Harlem”, un evento dividido en seis domingos que fueron, entre el 29 de junio y el 28 de julio de 1969, un hitazo socio cultural que se realizó en pleno corazón de Harlem, en el Parque del Cerro Morris, convocando en cada edición a -como mínimo- 50 mil personas.
Cincuenta años fueron los que este material permaneció en el olvido, luego de que el productor Hal Tochin filmara la totalidad de los conciertos y la filial neoyorkina de la estación de televisión WNEW Metromedia Channel 5 (que con los años pasó a ser de FOX, que a su vez y con los años pasó a ser de Disney) emitiera discretamente en pequeños especiales de una hora durante los sábados de agosto y septiembre de 1969, por la noche, a las 23, cuando la gente en EEUU ya casi ni miraba la tele. Luego esas cintas fueron cajoneadas porque -no es difícil calcularlo utilizando la perspectiva histórica- todas ellas dejaban bien de manifiesto que si la comunidad afroamericana se valía de la energía vital que circuló en aquel encuentro cultural masivo, surgiría una posibilidad de organización socio política bien pero bien fuerte. Pues la “blanquitud” supremacista norteamericana no quiso hacer la prueba y se negó a la posibilidad de sufrir un golpe que ni Malcolm X ni el reverendo Martin Luther King habían podido asestar. Cinta peligrosa, se archiva. Y punto.
Cincuenta años pasaron hasta que el equipo conformado por las productoras Concordia Studio, Mass Distraction Media, Radical Media y Vulcan Productions, manijeadas por el entusiasmo del músico, compositor, DJ, productor, periodista musical, autor, actor y director de cine Ahmir Khalib Thompson (conocido por su nombre artístico Questlove) le golpearon las puertas a la Disney diciéndoles: “Eh, oigan ustedes: en el sótano de una de las compañías que compraron por añadidura de añadidura de añadidura empresarial, hay varias cajas con cintas del festival de música negra más grande de todos los tiempos”. Y eso pasó.
Cincuenta años tuvieron que esperar varias de las personas que participaron de aquel festival -y aun viven- para poder reeditar con imágenes certeras y precisas aquello que habían vivido. Algunas de esas personas aparecen en frente a cámara en “Summer of Soul (when the revolution could not be televised)”, que en español sería: “El verano del Soul (cuando la revolución podría no ser televisada)” un título más que propicio para un largometraje que ha venido a demostrar como se “frizó” el material cultural más grande sobre el “black pride” (orgullo negro) de todos cuantos han dado vueltas aquí y allá en la historia audiovisual de los EEUU. Las caras de quienes testimonian en cámara, sus palabras y sus reflexiones, no hacen otra cosa que sellar la impresión: aquel fue un festival importantísimo, con casi medio millón de personas viéndolo, todas ellas negras, latinas y amerindias (la gran comunidad habitante de Harlem, y más); todas ellas nucleadas por un mismo motivo: juntos es poder. Cada testimonio -ya sea de músicxs participantes, asistentes o personajes de la militancia histórica afroamericana que estuvieron de jóvenes allí- refresca la fuerza demoledora de lo que sucedió durante ese mes y medio en el Cerro Morris, fuerza y poder que el sistema se encargó -como no- de mandar a la catacumba. Por suerte de eso también da cuenta el film y por suerte abrió la puerta de la catacumba, claro.
Cincuenta años pasaron en silencio, sin ningún tipo de pronunciamiento sobre el vacío institucional que el poder empesarial/político norteamericano hizo en contra de la realización del evento. Ningún referente de la cultura blanca habló o habla sobre este festival y sobre el encierro de los carretes de películas en un sótano. Vale decir que por aquel entonces también le hicieron el vació, ya que el festival salió adelante por la obstinación de su organizadores: Tony Lawrence, y porque una empresa de café (Maxwell House Coffee) se animó a poner la plata para la producción de escena y un alcalde republicano (sí, aunque usted no lo crea: John V Lidsay) dio el visto bueno para que se haga, a pesar de que el cada vez más empoderado pueblo afroamericano de EEUU generaba miedo en la sociedad conservadora de su ciudad, que lo estigmatizaba a mas no poder, tanto que el departamento de policía de NYC se negó rotundamente a poner seguridad en las distintas ediciones del festival, por cuánto todas esas siestas/atardeceres de verano quienes se encargaron de ese tema fueron ni más ni menos que les Panteras Negras y la propia gente que asistía masivamente, demostrando que la propaganda en contra de la supuesta naturaleza violenta del Harlem no era mas que otro de los miles de actos de racismo que el statu quo de la clase política blanca quería venderle a su público cautivo.
Cincuenta años han pasado para que el gran público del planeta pueda ver como B.B. King, el Rey del Blues, llegó hasta el Harlem para cantar “Why I sing the blues” (por qué canto el blues) en la cuarta jornada. Observen las caras del público, asintiendo con sus gestos cada una de las consignas que B.B. Lanza desde su filosa y política canción.
29/07/2016
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