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Columnistas
16/04/2022

“Liberales” y “libertarios” son el libertinaje capitalista

“Liberales” y “libertarios” son el libertinaje capitalista | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Con palabras asociadas a la “libertad”, Milei y Espert encubren posiciones extremistas a favor del capitalismo más salvaje y violento. El discurso contra el Estado, “la casta política” y los “ñoquis” oculta que el mayor “gasto” público es el pago de jubilaciones, pensiones y asignaciones.

Miguel Croceri

“Libertad” es una de las palabras con más bellas resonancias emocionales y afectivas porque expresa quizás la más esencial necesidad espiritual del ser humano. En consecuencia, la palabra designa a uno de los ideales a alcanzar en cualquier momento histórico, y gran parte de las luchas de los pueblos en todo tiempo y lugar han sido -y son- una búsqueda de ese ideal.    

El capitalismo se ha apropiado de la noción de “libertad” desde sus comienzos, en las primeras etapas de la disputa de la naciente burguesía para imponerse frente al feudalismo dominante en Europa hasta el siglo XIII. Asimismo, varias centurias más tarde, al expandirse con la Revolución Industrial iniciada en Gran Bretaña en la segunda mitad del siglo XVIII, los dueños del capital se ampararon en la “libertad de comercio” y otras libertades económicas, y así surgieron las doctrinas “liberales” para explicar la economía.

De aquellos antecedentes, a la realidad argentina de hoy: Javier Milei y José Espert son dos dirigentes que en la actualidad emergen como principales referencias de una corriente política encubierta por el tramposo adjetivo de “libertarios”, desde el cual logran la adhesión de ciertos sectores de la sociedad, incluidos algunos de clases medias-bajas y clases bajas, y de franjas sociales juveniles.

Los dos se convirtieron en diputados nacionales en las elecciones legislativas de 2021. Milei lo hizo por la ciudad autónoma de Buenos Aires y Espert por la provincia del mismo nombre. Asumieron el pasado 10 de diciembre. 

Por disputas internas entre ellos dos y sus respectivos séquitos no pudieron presentar la misma denominación electoral, pero se las rebuscaron para disimular el inconveniente. El porteño se postuló al frente de una boleta con el nombre de “La Libertad Avanza”, mientras que el bonaerense (que es tan porteño como el anterior pero fue candidato por la provincia) utilizó el nombre electoral “Avanza Libertad”, o sea que eliminó el artículo y modificó el orden del sustantivo y el verbo.

Más allá de esas minucias, y con el total apoyo de las cadenas mediáticas que son afines a su ideología y sus intereses, ambos se han instalado en el conocimiento social bajo el marketinero término de “libertarios”. 

Esa palabra es óptima para encubrir sus posiciones extremas a favor del más puro libertinaje capitalista, donde los propietarios locales o extranjeros de grandes volúmenes de capital puedan seguir actuando sin freno, sin límites, sin control, sin escrúpulos. Con una avaricia criminal por el lucro y la rentabilidad, en perjuicio del conjunto de la sociedad. 

Privatizaciones, 30 años después

El discurso público de los mencionados dirigentes/diputados se sustenta en la propaganda contra “el Estado” y “la casta política” (esto último es el “caballito de batalla de Milei), y en general contra la participación de los poderes públicos democráticos en el funcionamiento de la economía. Dentro de ese contexto insisten con privatizaciones que ya fueron perpetradas hace 30 años en nuestro país, y que luego el kirchnerismo revirtió debido a sus consecuencias catastróficas.

Milei, quien anunció que el año próximo se postulará como presidente de la Nación, a principios de este mes declaró que pretende re-privatizar Aerolíneas Argentinas (quebrada y saqueada por empresarios españoles durante los años ‘90 y a comienzos de este siglo); el Correo Argentino (fundido por el Clan Macri, que nunca le pagó al Estado el canon correspondiente a su explotación); y AySA (Agua y Saneamientos Argentinos, empresa que administra el suministro de agua potable y los sistemas cloacales en la ciudad de Buenos Aires y en las ciudades y localidades vecinas). 

Asimismo, con una violencia implícita que nadie le reprochó, el dirigente dijo que “tienen que desaparecer” Radio Nacional, la TV Pública y la agencia pública de noticias Télam. (Información de MiTelefe-Noticias, nota del 05/04/22). 

En cuanto a Espert, en su campaña del año pasado para ser diputado dijo que “hay que privatizar todas las empresas públicas. Todas”. También atacó al federalismo y las autonomías provinciales, al afirmar que aquella provincia “que no pueda sustentar sus gastos propios con recursos propios, que se fusione (con otras provincias) y se regenere”. (Entrevista realizada por ElDiarioAr, nota del 10/11/21). 

Es particularmente ridícula y tramposa su referencia a provincias que no se sustentan “con recursos propios”, ya que ninguna en todo el país lo hace. Absolutamente todas reciben fondos de la coparticipación federal de impuestos recaudados por la Nación, así como otras diversas modalidades de aportes del Estado nacional. 

Esto incluye a la ciudad autónoma de Buenos Aires, gobernada por el macrismo desde 2007, que tampoco se autofinancia a pesar de cobrarle impuestos a empresas nacionales o extranjeras que realizan actividades en cualquier lugar de Argentina pero tributan en la capital federal, por tener allí su domicilio fiscal y su sede jurídica.

Mentiras del “gasto” del Estado

Otra de las mentiras con que Milei y Espert le “hablan” a la sociedad, es el hostigamiento engañoso contra las/los trabajadoras/as estatales y la fortaleza de los poderes públicos. Tratan de hacer creer que la culpa de los problemas del país son las/los “ñoquis” (empleadas/os que cobran sin trabajar) y el exceso de ministerios y organismos del Estado.

Un debate riguroso sobre la cantidad de personas que requieren las estructuras estatales -nacionales, provinciales o municipales, tanto de los poderes ejecutivos, legislativos y judiciales como de cualquier otra institución, ente, organismo, etc. que pertenezca a la esfera pública- para la prestación de servicios que tiendan al bienestar social, debe ubicar cada problema en su dimensión justa.

Por ejemplo, todo discurso tramposo contra lo “público” y, como contracara, una supuesta bondad y conveniencia del sector privado, oculta que el mayor “gasto” del Estado nacional lo constituye el pago de jubilaciones, pensiones, asignaciones familiares y asignaciones universales, es decir el sistema denominado de la “Seguridad Social”. Es la mitad del total, sin contar el pago de deudas.

En 2021, que fue el último presupuesto nacional aprobado -porque todas las oposiciones juntas, unidas contra el oficialismo, se negaron a aprobar el de este año-, se destinó a ese rubro un poco más del 50% de los fondos presupuestados: exactamente el 51,5 %. 

Si a “Seguridad Social” se le suman las “finalidades/funciones” de Salud (que en 2021 representó el 5 % del presupuesto de la Nación); Promoción y Asistencia Social (3,9 %); Educación y Cultura (6,4 %); Ciencia y Técnica (1,2 %); Trabajo (0,2 %); Vivienda y Urbanismo (2,0 %); y Agua Potable y Alcantarillado (1,8 %), se conforma un total del 72 % para los denominados “Servicios Sociales” que presta el Estado nacional.

A su vez, “Servicios Económicos” alcanzó en 2021 al 18,8 %, incluyendo Energía, Combustible y Minería (8,8 %); Comunicaciones (0,3 %); Transporte (5,9 %); Ecología y Medio Ambiente (0,3 %); Agricultura (0,6 %); Industria (1,6 %); Comercio, Turismo y Otros Servicios (0,4 %); y Seguros y Finanzas (0,1 %).

Para la “finalidad/función” llamada “Servicios de Defensa y Seguridad”, el año pasado se asignó el 3,9 % del presupuesto nacional, repartido en Defensa (1,5 %); Seguridad Interior (1,9 %); Sistema Penal (0,4 %); e Inteligencia (0,1 %). 

Y a pesar de la propaganda ideológica tramposa que la derecha y la ultraderecha realizan minuto a minuto sin que nadie -absolutamente nadie- salga a refutarlos, la “Administración Gubernamental” significó, en 2021, el 6 % del total presupuestado por el gobierno de la Nación, distribuido así: Legislativa (0,4 %); Judicial (1,7 %); Dirección Superior Ejecutiva (0,4 %); Relaciones Exteriores (0,8 %); Relaciones Interiores (2,4 %); Administración Fiscal (0,1 %); Control de la Gestión Pública (0,1 %); e Información y Estadística Básicas (0,1 %).

(Todos los datos aquí consignados pueden constatarse en el apartado “El presupuesto en cifras” publicado por el ministerio de Economía de la Nación, del cual depende la Oficina Nacional de Presupuesto. Las cifras y porcentajes no incluyen el pago de deuda externa (Acceso a cifras del Presupuesto 2021). 

Propaganda destructiva

Los datos enunciados en los párrafos precedentes -u otros más importantes que pueden aportarle información a diferentes sectores de la sociedad- jamás son incorporados al debate público por ningún gobierno, organización o dirigente que aspire a representar los intereses populares.

Ello favorece que dirigentes como Milei y Espert, así como todos/as los/las “libertarios” o “liberales”, pueden engañar a una parte de la población. Quizás a una parte muy significativa. 

Personajes de ese tipo hacen propaganda ideológica de un brutal libertinaje capitalista que es y será cada vez más destructivo para la condición humana. Sin embargo, sus discursos encajan a la perfección con el sentido común que predomina socialmente en esta época, y más aún teniendo de su lado al aparato comunicacional dominante.

Y más todavía si nadie intenta -al menos- desmontar las mentiras y trampas escondidas bajo el conmovedor significado de la palabra “libertad”.

29/07/2016

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