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02/04/2022

La desunión

La desunión | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

En el Frente de Todos asoma una desunión que deja demasiada distancia entre los extremos que antes estaban coaligados. Al parecer no hay en ese espacio posibilidad que se afronten las partes para permitir que algún vínculo virtuoso vuelva a fusionarlos.

Osvaldo Pellin

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Hasta ahora la “unidad” del FdT era una cuestión de fe. Alberto decía que nunca iban a separarse políticamente de Cristina porque nos conocemos desde hace muchos años y sabemos lo mal que le fue al país cuando nos peleamos.

Hoy empezamos, después que la fe ha dejado de ser un instrumento de cohesión de cada una de las partes al “Todos”, advertimos que hay causas que la realidad ha puesto en el camino que si estaban previstas no fueron revisadas en el momento de celebrar la unidad y que, inesperadamente, hoy, determinan claramente criterios no conciliables entre CFK y Alberto.

Es que en el gobierno ninguno de los dos está solo, ni ninguno de los dos tiene suficiente respaldo como para armar y desarmar la unidad. Alberto porque no parece desearla ni convenirle. Cristina porque cuesta desbaratar aquello que ella misma creó. La partida de cualquiera de los dos significa antes que nada una implosión hacia dentro del FdT que solo favorece a la actual oposición.

El gran parteaguas que hoy los separa no es solo el acuerdo con el FMI, pero dejemos las otras causas y concentrémonos sólo en los acuerdos recientemente aprobados por el Congreso Nacional y veamos los contextos que tanto en CFK como en Alberto pudieron haber incidido en esta fractura que duele al campo nacional y popular.

Alberto al confiar hasta hoy en Martín Guzmán como el negociador de la deuda, se puso fuera de ese proceso. El mismo avanzó y de modo bastante inconsulto con los otros participantes de la coalición, sobre el final su participación fue solo avalatoria. Probablemente se ha apoyado en aquellos que subestiman los daños que ese acuerdo puede llegar a producir en la gran masa de ciudadanos argentinos. Seguramente haber llegado a este punto contó con el apoyo del ala derecha del gobierno nacional: Massa, Manzur, Kulfas. Y además la propia estrategia reeleccionista de Alberto que se aparta de la dependencia de su gran electora, e intenta el audaz salto de captar electores en el otro lado de la grieta; sí, en el bando de la alianza pro-ucrR, a su vez tironeada por libertarios y por su propia ala dura.

El kirchnerismo no está de acuerdo con los términos del acuerdo que no indaga ni en la ilegalidad del crédito otorgado por el FMI ni investiga que se hizo con ese extraordinario monto de dinero. Además de sentir con justo derecho que su propia política de desendeudamiento que ejecutara Néstor, fue impunemente burlada por Macri y el acuerdo carga con la enorme responsabilidad de ser quien otorgue borrón y cuenta nueva a la ex administración Macri, por su flagrante irresponsabilidad al contraer semejante crédito.

La reparación se torna insalvable cuando el mascarón de proa de esta postura es nada menos que Máximo Kirchner, que rompe con el ejecutivo aunque nominalmente siga en el bloque del FdT.

En síntesis: Alberto ha jugado por primera vez por las suyas y se ha alejado de su aliado más poderoso: el kirchnerismo, diciendo : “el presidente soy yo”. Y lo ha hecho por segunda vez. Ha mostrado su aspiración reeleccionista e intenta ponerse mucho más al medio del espectro ideológico, dejando a la izquierda y más solo al kirchnerismo.

Es en concreto una desunión que deja demasiada distancia entre los extremos que antes estaban coaligados. Al parecer no hay en ese espacio posibilidad que se afronten las partes para permitir que algún vínculo virtuoso vuelva a fusionarlos.

Queda a esos fines un elemento más literario que político, cuyo origen se remonta a Borges: ¿por qué no probar con el espanto?

29/07/2016

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