“Con quienes reniegan de la diversidad y niegan el terrorismo de Estado,nada tenemos que hablar", sostuvo el presidente Alberto Fernández frente a una Plaza de Mayo colmada por los festejos del 17 de Noviembre, día de la Militancia peronista.

La referencia tenía por destinatarios principales a Javier Milei y su compañera de lista Victoria Villarruel, del partido de ultraderecha La libertad Avanza. El primero, funcionario del genocida condenado José Antonio Bussi y la segunda, militante y defensora de criminales de lesa humanidad para quienes pide reconocimiento y reparación como víctimas.

Aliada de la agenda anti derechos, Villarruel visitó al líder de la fuerza Voxde España en el 2019 e integra fundaciones de dudosa procedencia como Hazte Oír y Civismo, cuyo propósito según publican es combatir “el surgimiento de nuevas formas de comunismo que, bajo apariencias inofensivas y disimuladas, suponen un serio riesgo para el progreso y la libertad”.

Bastante poco para decir, de quien el día de la las elecciones legislativas fue a votar conbarbijo estampado con las figuras del dictador Jorge Rafael Videlay de Mohamed Alí Seineldín, líder del movimiento carapintada que se levantó contra el gobierno constitucional.

"La democracia por lejos perjudicó más gente que la dictadura militar”se ufanó Horacio Pierdominici, portador del barbijo y líder frutícola valletano, que además reclamó por la injusticia de que el represor muriera en la cárcel condenado por 469 crímenes de lesa humanidad entre los que se cuentan 66 homicidios, 306 secuestros, 97 torturas y 26 robos.

Sebastián Hernández, presidente de la Cámara de Productores de Rio Negro y Carlos Carrascós, histórico referente de los chacareros de la ciudad de Cipolletti, no demoraron en pedirle su renuncia a la entidad local. “A esta altura de los acontecimientos un dirigente  público no puede defender y exaltar a representantes de los momentos más oscuros de la historia argentina”manifestó el segundo.

El carapintada volvió a estar presente en las acciones de un autodenominado Comando de Restauración Nacional -Zona Sur- Coronel Moahemed Alí Seineldin, que se adjudicó la detonación de bombas en locales del Frente de Todos y de la agrupación La Cámpora, en Bahía Blanca.

A su vez, la semana pasada, se hicieron cargo también del ataque a la vivienda de la referente mapuche Olga Curipán y de los panfletos donde se lee “Mapuche hija de puta. Vos y tu comunidad están sentenciados a muerte”

Para sumar calamidades, circula en redes sociales una encuesta cuyo título es ‘Liberación del Sur Argentino’ y cuyo encabezado nos dice “el conflicto con los usurpadores que se hacen llamar mapuches empeora día a día…..mientras el gobierno nacional se niega a colaborar con los gobernadores, sus funcionaros apoyan tanto discursivamente como con alimentos a los invasores”. Luego comienza una serie de degradantes y estigmatizantes preguntas

¿Quién está detrás de esta encuesta? ¿Qué hacer con tanta irracionalidad y negacionismo circulando? ¿Nuevos Profetas del odio?

Sabemos que la política siempre tiene una cuota de antagonismo casi irreductible y no está mal; el problema es cuando los hechos de la realidad se niegan o se tergiversan y cuando se impone una subjetividad hegemónica. Aquí es cuando aparece la violencia

La famosa grieta no es el antagonismo en sí, sino su versión degradada, escribió Sebastián Plut. Si el antagonismo supone desacuerdo entre dos posturas o dos argumentos, la grieta instala dos lógicas diversas que no pueden dialogar.

¿Cómo se debate, ante la existencia de la ESMA, con quien afirma que la dictadura hizo más por la gente que la democracia? ¿Qué le decimos a quien nos responde que ‘antes de hacerle caso Alberto prefiero morirme ahogada de Covid?

No estamos frente a un saber que se contrapone a otro saber, sino frente a un auto de fe al que no mella racionalidad posible.

No se puede despertar a quien simula estar dormido, dice el aforismo. Por eso con algunos y algunas, no hay nada que hablar.