El pasado 12 de octubre, mientras se realizaba la 15a. Edición de la Feria del Libro de San Martín de los Andes, diez mujeres mapuches se instalaron en la costanera del lago Lácar con sus telares. Simultáneamente, en Temuco ocurría algo similar, pero con medio millar de tejedoras, o ngürekafe, según el término mapuzungun.

Un doble objetivo reunía a estas mujeres a ambos lados de la cordillera: en primer lugar ratificar el valor del tejido en telar para la cultura mapuche, que, “aunque no es una escritura, expresa nuestra forma de vida, la naturaleza, y es símbolo de la dualidad mujer-varón existente en el universo”, según explicó Zulma Cayul en San Martín de los Andes. De inmediato expuso el segundo motivo por el cual se reunieron frente al Lácar: entre el 18 y el 20 de febrero próximos habrá un encuentro con sus colegas de Chile en Temuco con la consigna “Tejiendo memoria”. Allí trabajarán sus tejidos para unirlos y lograr una pieza de un kilómetro de largo por medio metro de ancho, con la que recorrerán varias ciudades de América y culminarán en dos museos, en el Smithsonian de Nueva York y el Louvre, en París.

La iniciativa proviene de la Fundación Chilka, de Chile, cuyo referente es Ariel Traipi convocó a las comunidades para realizar el tejido en telar (witral) más largo del mundo. En total, habrá 500 mujeres en la ejecución de esa tarea y de la Argentina irán las diez que se reunieron frente al Lácar. El tejido representa el relmu o arcoiris. Cada una de las fracciones que realizan las tejedoras tiene dos metros de largo y 50 centímetros de ancho, y se unirán para lograr el tejido propuesto de un kilómetro.

Cayul, originaria de Ragiñ Ko y radicada con su familia en el sur de la provincia, dijo que las tejedoras elaboran piezas a pedido -chalecos, ruanas, ponchos, chailonkos-. Aclaró que el trabajo no es exclusivamente femenino, ya que muchos varones trabajan como tejedores. “Las mujeres también trabajamos en madera, en cerámica; la dualidad que hay en la naturaleza se expresa en nuestros trabajos”.

Esta mujer de 39 años, originaria de Ragiñ Ko, vive con su familia en el departamento Pehuenches. Ella, y sus colegas Rosa Cayun, Blanca Epulef y Adriana Ríos, fueron declaradas embajadoras culturales por el Concejo Deliberante sanmartinense en virtud de su participación en esta iniciativa.

Cada una de las ñgürekafes o tejedoras utilizan los telares y bancos que fabrican -witral y wanku-, y la lana de oveja de primera originaria que crían en sus comunidades. Cayul se refirió al proceso de hilado de la lana, que comienza con la selección del animal y su cuidado diario, ya que se lo considera especial. Continúa la temporada de esquila y luego, el lavado e hilado, que se hace después de torcer la lana. Finalmente, el teñido, casi siempre natural -con plantas, hierbas, algún caparazón de insectos o de moluscos, según la estación y la disponibilidad, ya que se teje con los colores que se obtienen en cada época del año.

En febrero en Temuco, habrá jornadas de ocho horas para tejer un paño de dos metros por 50 centímetros. El primer día estará dedicado a la urdimbre, que consiste en la preparación del telar, y al día siguiente se trabajará en la confección del relmu. A medida que vayan terminando, habrá mujeres encargadas de unir las piezas mediante una técnica que asegura la fluidez de todo el tejido. Se prevé utilizar una tonelada de lana de oveja.

Una vez terminado el telar, la Fundación Chilka enviará la pieza a Francia para ser exhibida en el Museo del Louvre y también a Estados Unidos en el Instituto Smithsonian de Nueva York (ver también acá)