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Columnistas
06/05/2021

En el nombre del pueblo

En el nombre del pueblo | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Se vienen las elecciones y el punto es elección o inflación. Las dos cosas no se puede porque no da la relación de fuerzas. La única segmentación virtuosa: pagan menos los que tienen menos y más los que tienen más.

Juan Chaneton *

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El habla de los pueblos se va decantando por derogaciones y éstas ocurren por desuetudo, es decir, por el no uso. Por caso, la “ese” al final de la palabra va muriendo. No por ello, sin embargo, muere el plural.

El verdulero redacta en su pizarra este mensaje: 2 kilode papa, ochenta peso; el dueño de una humilde pyme, a su turno, nos informa, por un medio semejante, que vende café con leche y dos sacramentoa tanto; salvo opción por café chico con tres medialuna,a otro tanto.

Es el vulgo, que le dicen, que habla mal y escribe peor, si para mal y peor adoptamos como canon lo que dictaminan los monseñores de la hispánica academia y, conforme ese dictamen, juzgamos los decires de verduleros y bolicheros y demás gentes que gambetean la vida sin recurrencias a Plauto o a Virgilio.

Empero, lo suyo es menos grave que lo de Feinmann, a quien una vez le preguntaron qué era la alevosía y describió el ensañamiento. Feinmann dice que es abogado. Moraleja: el que pudo saber y no sabe, es un “magnífico espíritu inferior”, como dice María Mizraje que decía Soiza Reilly de Clemenceau; en cambio, el que no sabe porque no pudo es un alguien que, en sus ratos libres, busca. Busca saber. Es un explorador.

Y ni qué decir tiene si comparamos a ese vulgo con los zócalos de TN, de C5N o de todos los otros canales, que en esto no se sacan ni tranco de pollo: horrores y burradas a granel, de todo tipo y en el color de cualquier paleta y en el diapasón de todos los pentagramas.

Por lo demás, mi amigo Adrián supo decirme hace poco: dejate de joder con el “vulgo” porque ese vulgo es el que va a la guerra. Muy cierto. Si otra vez hubiera una guerra de Malvinas, allí no irían sino los hijos de los que fueron antes, es decir, los puro pueblo que se comen las eses cuando hablan o cuando escriben. Son los únicos hijos que tiene la patria porque la defienden como a su misma madre. Los otros, se hacen llamar patria cuando se disponen a matar al “enemigo interno” que, casualmente, es ese que se come las eses.

Y como óbiter dictumpara dar por terminada la digresión Malvinas, anotamos que, en la Argentina, hay algunos devotos de la añagaza y el incienso que llaman “gesta” a la guerra de Malvinas y visten luto cada 2 de abril en el espacio público, pero 18 días después levantan la copa y brindan a escondidas. Con esos... ni a misa; a esos... ni justicia. El fascismo no es una opción política, es un delito.Hitler nació un 20 de abril.

Como también debería ser delito trabajar para una potencia extranjera bajo todas las modalidades: la del político, la del periodista, la del dirigente sindical, la del...

Como Bullrich, la oscura, que una vez, a la salida de un restaurant y embriagada de entusiasmo propuso, o casi, armas para todos y que ahora propone cambiar la primera dosis de Pfizer por las Malvinas y la segunda por las Lechiguanas... o casi.

Como los periodistas que la entrevistaron y que, cuando escucharon el flato ideológico de la agente extranjera, no dijeron ni pío.

Como la casta cupular de la CGT cuyos númenes, a escondidas y sin registro, han sido regulares contertulios de Macri y visitantes de ciertas embajadas.

Nada de esto es delito, y ese es el problema, nuestro problema, el de los argentinos, el de los trabajadores. El problema es que nada de esto sea delito. El problema es el Estado de derecho, no por el derecho sino porque el Estado es de ellos.

Aquel viejo enemigo interno quería reorganizar el país en clave solidaria y socialista, o socialista y solidaria, y por eso fue fulminado de subversivo, y lo era. Pero no quería, ese enemigo interno,? ? ? partir el país y hacer rancho aparte con una parte de la tierra, de la madre tierra, de la patria tierra de nuestros mayores y de nuestros menores, porque no sólo San Martín está involucrado en estas particiones alucinadas sino también, y sobre todo, nuestros niños, el futuro de los niños argentinos.

Esto viene a cuento a propósito de las miserabilidades recién enumeradas a cargo de los conspicuos de siempre, pero también debido a las nuevas y desopilantes tonterías que -junto a los dictámenes del procurador Casal- merecerían lugar cimero en el podio de los mamelucos incorregibles si no fuera que cuentan también con cierto potencial de tenebroso designio.

Así, mientras Mendoza marcha hacia su destino sudamericano de la mano de su actual gobernador, Rodolfo Suárez, futuro presidente de la república de Vendimia, lo propio hace la Patagonia con su manifiesto porvenir de nación independiente según lo anuncian diversos profetas a quienes les llama la atención tanto conflicto en aquellas inhóspitas mesetas y sugieren, por eso, interpretarlos como recidiva de aquel “plan andinia” de los “sabios de Sión” y que, ahora, contaría también con Antoine de Tounens y su monarquía indígena del siglo XIX? ? entre sus antecedentes inmediatos.

Si bien se mira, los secesionistas -trasnochados y débiles en una primera impresión- podrían no estar tan fuera de foco. Las cosas serían un poco así: Mendoza nación soberana -como Kosovo y como quiere Suárez-, y Malvinas bajo jurisdicción política de la OTAN a través de Inglaterra y en forma definitiva -como quiere Bullrich-, todo ello con el feliz aditamento de una república de Patagonia con capital en Río Gallegos y un remedo de la ecuatoriana Manta como base militar estadounidense en Ushuaia para defender a la región de la proterva amenaza china. Tormenta perfecta. Desmembrar Latinoamérica para acabar con esos ridículos e inconducentes delirios de unidad continental y, sobre todo, para terminar de una buena vez con el cáncer de los populismos, Dios sea loado y, junto a Dios, que las loas y las preces alcancen también al nuevo? ? representante de Dios en la tierra: Biden.

No sólo de mentiras vive la derecha en la Argentina. También de vaciedades y naderías que, de tan vacías y de tan nada, cubren el trayecto entre la fruslería y la mirada berreta en un nanosegundo. La mirada, justo, es un programa televisivo argentino. Su último contenido: en el gobierno la única que sabe hablar inglés es Cecilia Nicolini; y un cura (un provocador, en realidad) quiso decir, a coro con sus fieles, hossana en las alturas, y los cosacos de la represión kicillofiana en la provincia lo impidieron. He ahí la prueba: el? ? gobierno nacional avanza sobre las libertades individuales. Todo el poder a Kicillof... perdón, a Kornilov, como decían los enemigos de Lenín.

Es vulgar la derecha en la Argentina. Pero tiene poder de daño. Tiene el poder.

Dice el hombre de la mirada que Federico Basualdo es un sociólogo y que, por eso, no sabe nada de energía que es la materia específica de su subsecretaría. Siempre en línea, así, con la inopia de ideas, la mirada de ese señor que mira sin ver o viendo demasiado bien.

Hay un problema real aquí: con Basualdo tenemos inflación y con Guzmán perdemos la elección. Por eso, ni Turlupín ni Tomasón. Salvo que optemos por dejar a Basualdo en su lugar para avanzar, junto con él, a paso de vencedores, como supo decir una vez un presidente de cuyo nombre no quiero acordarme. Pero eso no está, a ojos vista, en la naturaleza de las cosas.

El problema de Guzmán, debería ya estar resuelto. La permanencia de Guzmán en el gabinete no le conviene a nadie. A los que no quieren que la factura de gas en el invierno sea impagable para los padres de los niños que cuando sean grandes van a ser los primeros en ir a la guerra, no les conviene por obviedad manifiesta, como toda obviedad. Y a la derecha, más que no convenirle, lo que le conviene es que el gobierno tenga un problema más, con el consecuente deterioro, y ese problema sería que al gobierno se le vaya un ministro en medio de condiciones difíciles hasta el límite, lo cual es pérdida para el gobierno y ganancia para la derecha porque, además, esa derecha sabe que con un nuevo ministro podría seguir presionando para que se haga lo que iba a pasar con Guzmán: que los pobres paguen la quita de subsidios a Edenor y Edesur en un pie de igualdad con los ricos, pues a eso conduciría la “segmentación” guzmaniana aunque el ministro diga otra cosa. Por ahora, Guzmán viaja. Sin él todo podría ser peor, ha dicho. Huele a poco, claro. Pero ir por mucho y a paso de vencedores no está en la naturaleza de las cosas.

Un economista, ahí. Se vienen las elecciones y el punto es elección o inflación. Las dos cosas no se puede porque no da la relación de fuerzas. La única segmentación virtuosa: pagan menos lo que tienen menos y más los que tienen más. Y los que tienen menos no pagan más del 9 %. Por única vez y no hay segunda vez. Edenor y Edesur, con un servicio pésimo, se la llevan todos los años, según sus balances, en pala. ¿A cuánto está el gas en boca de pozo? Nunca nadie sabe esto. Y los que lo saben se hacen los sotas. No puede haber un aumento de dos dígitos, como dice Cristina. ¿Cristina?

Cristina es esa adjetivación que va más allá de la política, supo decir una vez Cecilia Nicolini. ¡Caramba...! Pensarla no como sujeto, a Cristina, sino como cualidad de la substancia es más de lo que puede esperarse de la política. Será porque, como dijo alguien, Cecilia no está “contaminada” por la política. O porque, como surge de “la mirada” de la derecha, es la única que, en un gabinete de peronistas, sabe hablar inglés. Estos peronistas, al final, son como el vulgo, seguro que también se comen las eses. Y las heces, ¿quién las come...? Por las dudas, que la tortilla se vuelva, como decían los republicanos en aquella guerra civil española.

En otra clave estética, diversa a la que deslizó Nicolini, Aníbal, el que no necesita presentación, dijo: hay dos cosas que no soporto tibio, el mate y el peronismo.

¿Conexidad entre ambas aseveraciones? Aníbal y Nicolini. Que juzgue cada quién. ¿Cómo y dónde hallar tal conexión de ideas en un mundo globalizado para los negocios pero desconectado para la solidaridad?

Lo que no es tibio, o es frío o es caliente. Es de suponer que a ese Aníbal no le gusta nada el mate frío. Tampoco -es su decir- el peronismo frío. El peronismo, si tibio, es como un almuerzo con Mirtha Legrand. Si frío, es como Menem y su indefinible apostasía, por no mentar a los helados barros de los humedales a los que eran empujados los justos por el anatema de la triple A.

Por descarte, queda, sólo, el calor del fragor, el fragor del combate, el combate de un peronismo caliente que, o combate o muere.

¿El peronismo? Qué, la eternidad, preguntemos en modo Marguerite Yourcenar. ¿El movimiento Evita? ¿Pérsico? Eli … Eli ...Shamma sabactani …!, dice Barrows Dunham que dijo el Logos encarnado en el cuerpo de un humano y pronto anduvo una mosca por su carne quieta, agregó un poeta argentino metido, sin que nadie lo llamara, a terciar en la hierática historia del estupor humano. Los poetas siempre se meten donde nadie los llama. Y encima, ayer murió un poco de ese futuro de la Argentina, que eso fue siempre Alcira Argumedo: futuro.

Tal vez haya, todavía, una esperanza. El adjetivo, no el sujeto. La cualidad, no la substancia. ¿Qué quiso decir Nicolini aquella vez que invocó a la adjetivación que va más allá de la política?

Si el adjetivo es Cristina, la substancia ¿quién o qué es? Colóquese la respuesta a continuación. No sabe o no contesta, no vale.



(*) Abogado, periodista, escritor.
29/07/2016

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