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El senador del Frente de Todos Jorge Taiana advirtió que después de la pandemia la globalización no va a desaparecer pero en el mundo “va a haber más proteccionismo” y la integración regional “va a ser mucho más necesaria que antes”.
El presidente de la comisión de Relaciones Exteriores del Senado, consideró que hubo “falta de patriotismo” entre los líderes conservadores del continente, como Mauricio Macri o Jair Bolsonaro, que “dinamitaron la integración”.
En una entrevista con Radio Nacional Neuquén y Vaconfirma, el ex canciller de Cristina Kirchner evaluó como positivo para América Latina la derrota de Donald Trump, sostuvo que la “política concesiva” hacia los británicos en Malvinas de la gestión de Cambiemos “no trajo ningún beneficio para la Argentina” y habló de la emergencia de China como primera economía mundial.
-El canciller Solá dijo que el golpe de hace un año en Bolivia no hubiera sido posible sin la anuencia de la OEA. ¿Cuál es su percepción al respecto?
-Sin ninguna duda. La OEA tuvo una responsabilidad enorme en el golpe contra Evo. La CIDH siempre fue un organismo especial dentro de la OEA, lo mismo que la Corte-IDH. Y de hecho Almagro, que es el secretario general de la OEA, atacó a la comisión y le ha impedido que continúa su secretario ejecutivo que era Paulo Abreu, un brasileño con historia como militante del PT y como defensor de DDHH. Y Almagro directamente lo sacó. Así como atacó, tratando de paralizar, a la CIDH, en el caso de Bolivia, es escandaloso. Porque una cosa es que la OEA, a lo largo de su historia, como organismo panamericano y con un fuerte peso de EE.UU. que por lo pronto maneja más del 60% de su presupuesto, haya tenido acompañamiento o aceptación, sobre todo en los periodos de golpes militares. Otra cosa es auspiciar y encabezar un golpe, que es lo que hizo Almagro en Bolivia contra Evo Morales.
Ellos dicen que en las elecciones del año pasado, que encabezaba Evo como candidato, se hizo fraude. Esa fue la denuncia. Y para probar el supuesto fraude utilizaban una serie de mesas del interior del país donde el MAS había sacado más del 90% de los votos. Eran mesas de aldeas campesinas. Este año alguien se tomó el trabajo de mirar esas mismas mesas, en una elección donde nadie denuncia fraude, y las votos son los mismos o más todavía para el MAS, superando el 90%. Porque son aldeas, donde todos votan de la misma manera, de acuerdo a lo que dicen y debaten las personas mayores de la aldea. Es una práctica tradicional.
Entonces, toda la farsa montada el año pasado por la OEA queda descalificada. Además, esto ya se sabía, porque en su momento hubo un estudio. Entonces, el problema de que en la región haya una institución que se supone que debe afianzar la democracia, incluso tiene una Carta Democrática que dice que la OEA debe promover y afianzar la democracia, que esa institución se dedique a provocar golpes de Estado e intervenciones militares es una cosa escandalosa.
Almagro debiera responder por eso, porque básicamente destruye un instrumento institucional. Es decir, una OEA en una posición de punta, agresiva, ultra, que boicotea procesos democráticos, que miente por razones ideológicas, no le sirve a nadie. Le puede haber servido a Trump, pero las instituciones inter-gubernamentales sirven para solucionar problemas, no para crearlos.
-El triunfo de Luis Arce en Bolivia, el triunfo de la fórmula Fernández-Fernández en Argentina, la reforma constitucional de Chile, la posibilidad de que gane en Ecuador el partido de Correa, ¿todo esto puede ser visto como un límite a la restauración conservadora en el continente?
-Yo creo que sí. Un límite, seguro. Y creo que eso, para quienes señalaban que la restauración conservadora era un proceso que había venido para quedarse y, entre comillas, para ser lo “normal” en América Latina, una región neoliberal que terminara con los populismos, no es verdad. En todo caso, América Latina es un territorio en disputa. Disputa entre un viejo proyecto más conservador, más ligado a intereses concentrados que piensan una América Latina solo ligada al extractivismo y a la venta de comodities como forma de inserción en el mercado mundial, y otra propuesta política que tiene un sentido más popular, más inclusiva, que busca un desarrollo integral, que busca que haya otros recursos, y que además busca una integración también regional. Es decir, no ser solo un proveedor de comodities para tal o cual mercado.
-A esto se agrega la derrota de Donald Trump. ¿Qué ventaja supone para la región la derrota de Trump y la emergencia de Joe Biden?
-La principal ventaja que presupone la derrota de Donald Trump para la región, es la derrota de Donald Trump (Risas). Es una figura que en sí misma había concentrado una serie de elementos muy negativos. Para el mundo y para la región. Primero, el respeto de todo el sistema multilateral y de la legalidad internacional. Segundo, el hecho mismo de que exista esa legalidad internacional. Recordemos que Trump rechazó el Acuerdo de París sobre Cambio Climático; se fue de la Unesco porque no le gustaba lo que decía de los territorios ocupados por Israel en Palestina; se fue de la Organización Mundial de la Salud porque no le gustaba lo que decía sobre el coronavirus; se retiró del acuerdo con Irán porque le parecía que ahora era insuficiente; paralizó la Organización Mundial del Comercio que ellos mismos (por EE.UU.) crearon, porque decía que hacía paneles y no terminaran todos a favor, y entonces impidió que se eligieran los miembros.
Es decir que Trump ha tenido una actitud sistémica de destrucción del mundo multilateral, y de provocación y falta de respeto a la democracia, al Estado de Derecho, de estimular el racismo, la xenofobia…
-Hay muchos que dicen que Biden no va a ser mucho mejor, o que el Partido Demócrata, y él pertenece al ala más conservadora de su partido, jamás ha sido muy benigno con América Latina. ¿Usted qué cree?
-En general, en EE.UU. hay que reconocer que los dos grandes partidos tienen muchas coincidencias políticas. Por ejemplo, la venta de armas a Taiwan, que es un hecho gravísimo en términos del equilibrio internacional porque es una de las cosas menos aceptadas por China, y ese es un tema que en EE.UU. tiene un apoyo bipartidario extraordinario. Uno puede mirar varias cosas que son más o menos parecidas.
Es decir: sí hay una base de la política de EE.UU. y los intereses de EE.UU. que los dos partidos en buena medida comparten. Lo que van a ser distintas (con Biden), primero son las formas, que no son menores. Eso tiene dos consecuencias. Porque Trump no solo actúa por sí mismo sino que además es un ejemplo. Un ejemplo de cómo conducir. Por caso, el golpe en Bolivia no se hubiera producido si no hubiera estado Trump.
También es cierto que fue Barack Obama, que tenía como vicepresidente a Biden, quien hizo un decreto que decía que Venezuela era un riesgo para la seguridad internacional de los EE.UU. En el libro escrito por el encargado de Seguridad de Trump, que lo prohíben, dice que Trump creía que Venezuela era parte de los Estados Unidos. Lo mismo que Groenlandia, por eso lo quiere comprar. Es decir que estamos ante un caso de casi patología, en todo caso de una forma política que es inaceptable.
Biden conoce América Latina mejor que Trump. Vamos a ver qué hace con el BID (Banco Interamericano de Desarrollo), si mantiene la política de sostener a Claver Carone, persona que no es de su confianza y (Biden) había dicho que no estaba capacitado para manejar el BID, lo cual es perfectamente cierto. Veremos qué hace con eso.
Sin duda va a tener una política de retorno a los Acuerdos de París (por el Cambio Climático), lo cual abre un espacio de diálogo con varios países de nuestra región y pone en una situación incómoda a Bolsonaro, con quien Trump tenía una gran alianza en ese tema, entre otros. Así que vamos a ver. Pero insisto: lo mejor de la derrota de Trump es la derrota de Trump.
-Ahora está tratando de embarrar la cancha con el resultado de la elección.
-Exacto, lo hace todo lo que puede. Trump es un hombre peligroso, ese es el problema. Y entonces se carga todo. Trump es el hombre que al día siguiente de que los militares lo echan a Evo en Bolivia, felicita a esos militares. No solo EE.UU. participa en los golpes en la región, como muchas veces lo ha hecho, sino que además los felicita. Y es el presidente.
La voluntad de despreciar y disminuir la calidad de la democracia en América Latina fue muy explícita por parte de Trump. Y otros temas que usted antes mencionaba, como el triunfo del MAS en Bolivia, el plebiscito en Chile, las próximas elecciones en Ecuador, etcétera, y la nuestra del año pasado en Argentina por supuesto, sí me parece que dan un clima distinto. Reabren posibilidades de integración.
Creo que el coronavirus ha marcado claramente como un gran desacierto la política de los gobiernos conservadores de desarmar lo que se había avanzado en la integración. Recordemos simplemente que la Unasur, uno de los institutos centrales que tenía era el Instituto de Salud, que funcionaba en Brasil. Hubiera sido muy importante durante la pandemia tener una política centralizada para la región, para negociar estrategias de prevención frente al Covid, para tener mayores ventajas en la negociación por el precio de las vacunas, en fin, para todo eso. Y todo eso lo ha hecho cada uno por su lado, lo cual es una muestra muy negativa de lo que provoca la desintegración regional.
-Hoy el secretario de Asuntos de Malvinas se quejó por la violación del acuerdo de 2007 con Gran Bretaña para el desminado de las islas, ¿estamos volviendo a una política soberana hacia Malvinas y este reclamo forma parte de eso?
-Yo creo que estamos abandonando la política enormemente concesiva hacia los británicos que llevó adelante al gobierno de Macri. Fue una política que se basó en “hagamos lo que los británicos quieren y eso va a ser bueno para nosotros”. No se sabe cuándo (va a ser bueno). Esa política no resultó. Esa política ya había sido probada antes, incluso en una época en que pudo haber tenido más sentido porque fue en una época más cercana al conflicto armado. La verdad es que no trajo ningún resultado beneficioso para Argentina sino al contrario, fue un retroceso importante. Porque los británicos siguen actuando unilateralmente y lo hacen más envalentonados.
Cuando uno, por ejemplo, en vez de tratar con la Cancillería uruguaya que no se permita a los isleños estar con un stand propio en la Feria del Prado, que es una feria agrícola-ganadera muy importante, donde los isleños ponen su stand, y en vez de hacer eso el embajador argentino va con el británico a pedirle que se presenten a ver si hay un nuevo vuelo (hacia las islas), que no parte de Argentina ni es con aviones de bandera argentina, pero el gobierno (de Macri) lo auspicia para que se presente alguna propuesta, lógicamente retrocedemos un montón en el escenario.
Después es más difícil ir a pedir apoyo a países que nos dicen “bueno, pero ustedes nos hacen asumir compromisos que a los tres meses cambia el gobierno y van para atrás”.
O sea que lo que se está tratando ahora es de reconstruir una política de defensa del interés nacional de Argentina, de tratar de evitar el saqueo de los recursos naturales, renovables y no renovables, por parte de los británicos. La estrategia británica es muy clara. Ellos toman aspectos puntuales que les convengan, y avanzan. Y todos los temas que tenemos interés nosotros como país, no avanzan. No avanzan por supuesto en la discusión de soberanía, no avanzan en un vuelo que parta del territorio continental en una aerolínea argentina, y siguen haciendo cosas.
Como hicieron hace 10 días, y se quejó el ministro de Defensa, que Argentina tiene interés en comprar unos aviones en Corea, y resulta que los aviones tienen una parte británica, nos británicos dijeron no. Entonces retomar una política de firmeza, que tiene que ser no solo una política de firmeza frente a los británicos sino que tiene que ser acompañada de una activa política regional para alinear a la región, por lo menos Suramérica y en lo posible toda América Latina y el Caribe, detrás de los intereses argentinos en Malvinas.
-¿Cuál es la estrategia para esta parte del mundo? Usted hablaba de la necesidad de la integración regional.
-Sí, claro. Este es un mundo que la pandemia lo muestra. La pandemia no es la que inventó la crisis. La crisis ya estaba, venía de antes, y la recesión en EE.UU. era una discusión el año pasado. Estaba empezando la recesión luego de 9 años en que no había recesión, y las tasas de interés eran negativas en Alemania por ejemplo. Todo eso ya estaba. Lo que ha hecho la pandemia es mostrarlo y agravarlo, profundizado, ha actuado como catalizador de la crisis. Esta crisis que vivimos, que en el fondo es una continuidad de la crisis del 2008 la cual nunca se recuperó la economía mundial y mucho menos el comercio internacional, va a llevar a una disminución de las características de la globalización. No va a desaparecer la globalización pero va a tener características distintas.
Sobre todo va a haber más proteccionismo, va a primar la idea de restringir algunas cadenas globales de valor y se va a potenciar la regionalización. Es decir potenciar el crecer en base a lo cercano, a lo vecino, a las cadenas regionales y más cortas. Y en el resto se van a aplicar mucho las medidas para-arancelarias y distintos mecanismos para dificultar la actividad.
Ante ese mundo que se está desarrollando, la integración regional es más necesaria que antes. Mucho más necesaria que antes. Ahí se ve la demencia y la falta de visión, o la falta de patriotismo, de los líderes conservadores que hemos tenido en la región, que se han dedicado a dinamitar la integración regional para tratar de ser el mejor alumno que cumple con EE.UU. pensando que eso lo va a salvar individualmente a ese país de los efectos negativos de la crisis. Pero como ya sabemos, nadie se salva solo ni en una familia, ni en una sociedad ni en el mundo. Entonces, la integración regional es cada vez más importante, y un país como la Argentina tiene que ver en ese mundo multipolar. Que no son solo EE.EE. y China, no es un G-2. Allí tienen que ver Rusia; tiene a Europa, que está cambiando, porque la respuesta de Europa a la crisis ahora es completamente distinta a la crisis del 2008 donde destruyeron Grecia, que todavía tiene un 17% abajo su Producto Bruto. Esta vez fue una respuesta de estímulo, una respuesta de 850.000 millones de euros para salir de la recesión, muchos de ellos “a fondo perdido” para Italia y España por ejemplo.
Me parece que hay también un cambio en la percepción de la etapa en que estamos. O sea que ahí hay que moverse. Es un mundo difícil, pero reconstruir parte de la integración regional y tener la capacidad de hacer buenas relaciones con los distintos actores, es un componente esencial de la agenda que viene.
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