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29/10/2020

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Bolivia y la nueva normalidad democrática

Bolivia y la nueva normalidad democrática | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El categórico triunfo del MAS dejó desnudos a los golpistas y sus socios externos, en particular a la OEA. Mientras Arce pretende delinear un gobierno con perfil propio, desde las bases buscan dinamizar la acción política en un escenario por demás complejo. La Unasur vuelve a la agenda.

Leandro Etchichury *

El contundente triunfo del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia abre una ventana de aires fresco para las fuerzas populares y democráticas de nuestro subcontinente suramericano.

A pesar de la pandemia de covid-19, Bolivia registró una participación record del 87% de los electores, con guarismos que sorprendieron incluso a algunos líderes del MAS. La fórmula Luis Arce-David Choquehuanca (proclamada por Evo Morales desde el exilio) obtuvo el triunfo en la mayor parte de los departamentos en los que se divide el país, con porcentajes elevados en algunos casos: La Paz con 68%, Cochabamba 65%, Oruro 63%, Potosí 57,5%, Chuquisaca 49% y Pando 45,8%. Carlos Mesa, por su parte, se impuso en Tarija 50% y Beni 39%. El ultraderechista Luis “El Macho” Camacho ganó sólo en Santa Cruz de la Sierra con el 45% de los votos. 

La Media Luna boliviana, conformada por los departamentos de Tarija, Beni, Pando y Santa Cruz, aún conserva un fuerte componente de desprecio racial hacia los indígenas e incluso criollos de las regiones altas del país que alimentó a los alzamientos separatistas. Por ello, la victoria del MAS en Pando y la distancia de sólo 5 puntos en Beni son una clara expresión del rotundo triunfo nacional.

El MAS recuperó votantes que en los últimos años habían asumido un tono crítico, como el caso de sectores juveniles, luego de intensos años de gobierno y de haber dejado atrás la nefasta experiencia neoliberal previa. Pero también recobró votos de sectores campesinos e indígenas que se habían alejado del gobierno con diversos cuestionamientos, como fue el caso de la carretera que cruzaría el Territorio Indígena Parque Nacional Isíboro-Sécure (Tipnis), con el objetivo de unir los departamentos de Beni y Cochabamba. En la región cocalera de las Yungas, en las elecciones de 2019 el MAS perdió en municipios como La Asunta, Coroico, entre otros, porque unos 300 cocaleros fueron procesados y encarcelados durante el gobierno de Evo Morales, según denunciaron dirigentes de la Asociación de Productores de la Coca (Adepcoca). Pero ello se dio vuelta el pasado domingo 18, cuando los yungueños decidieron dar sus votos al MAS para que vuelva a gobernar, tal como lo señaló Rosemary Alarcón, secretaria ejecutiva de Cofecay Mujeres (Consejo de las Federaciones Campesinas de los Yungas de La Paz, “Cofecay”). “Hubo madurez política de los jóvenes, hubo conciencia de nuestras bases. Hubo errores en el anterior gobierno, pero la conciencia del yungueño pesó más”, manifestó tras conocerse los primeros resultados 

Por otra parte, en la región del altiplano, el ex canciller Choquehuanca, de origen étnico aymara, jugó un rol fundamental al lograr la reconciliación con dirigentes indígenas que se habían alejado y enfrentado políticamente con Evo Morales, como el caso de Felipe Quispe. Choquehuanca había sido apartado del gobierno, en 2017, tras diferencias fundamentalmente con el entonces vicepresidente Alvaro García Linera, pero en ningún momento dudó sobre su pertenencia política.

Con resultados que incluso superan levemente el histórico triunfo del 2005, y en el actual contexto de movilización que marcó la lucha contra un gobierno surgido de un golpe de Estado, dirigentes y militantes recuperaron una épica que prometen oxigenará a ese amplio espacio social, surgido como herramienta política de sectores campesinos, fundamentalmente cocaleros, y que en 2005 se estructuró como partido de alcance nacional y con responsabilidades de Estado. 

Bolivia

El país mediterráneo (por la fuerza de las armas) tiene una larga tradición de luchas populares, de las cuales la revolución nacionalista del año 1952 fue la más conocida, pero también cuenta con una historia de militares nacionalistas de perfil antioligárquico que en algunos casos llegaron al poder. Violentos golpes de Estado clausuraron todos esos procesos. 

El Estado Plurinacional de Bolivia (denominación oficial desde el año 2009, tras la promulgación de la nueva Constitución Política del Estado) se constituyó como un “Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías, fundado en la pluralidad y pluralismo político, económico, jurídico, cultural y lingüístico dentro del proceso integrador del país”. Cuenta con una población que ronda los 11 millones de habitantes, de los cuales los pueblos quechuas representan aproximadamente el 30%, los aymaras el 25% y los criollos y descendientes de europeos de reciente inmigración abarcan cerca de un 38% del total. No obstante estos grandes números, existen unas 36 formaciones etnosociales reconocidas oficialmente y al menos 34 lenguas regionales, por lo que Bolivia adquiere una dimensión multicultural donde se dan distintos sistemas organizativos de la vida económica, social y política, y particulares modos simbólicos de ordenar coherentemente el mundo en el que se desenvuelven.

Como ha afirmado el ex vicepresidente Alvaro García Linera, la comunidad indígena, campesina y ayllu, a lo largo de un proceso histórico ha dado forma a otro tipo de sociedad, “son la columna vertebral articuladora de otros grupos sociales y otros modos locales de unificación influenciados por la actividad económica y cultural campesino-indígena”, haciendo de su acción colectiva “más que un movimiento social un movimiento societal, pues se trata de una sociedad entera que se traslada en el tiempo”. (ref:1) 

Efectos del golpe

A partir del 20 de octubre de 2019, en un escenario continental volcado a la derecha y con el objetivo declarado de erradicar las experiencias “populistas”, Bolivia volvió a vivir dramáticas jornadas de violencia política que no terminarían con el exilio del presidente constitucional, su vice y algunos funcionarios. El lamentable rol cumplido por la Organización de Estados Americanos (OEA), y su titular Luis Almagro, dio vía libre a la desaforada acción de bandas ultraderechistas, con Camacho a la cabeza, para la persecución de referentes y simpatizantes del gobierno derrocado. Finalmente, la Policía se amotinó y las Fuerzas Armadas se sublevaron contra el Gobierno. La vida de Evo Morales estuvo en peligro.

Vale recordar la imagen de asunción como presidenta de una persona de minúscula representación electoral, Jeanine Añez, conducida por un grupo de militares. Entre otras cosas, fue eso lo que avaló la OEA. Una más para su colección de vergüenzas.

El asalto golpista dejó más de 30 muertos, un sinnúmero de heridos, exiliados, refugiados en embajadas y 1500 detenidos con una variable gama de cargos penales. La senadora Adriana Salvatierra señaló que se deberá investigar todos esos atropellos, más los actos de corrupción perpetrados por el gobierno de facto. “Reconciliación sin revancha, pero con justicia”, destacó.

Pero, además, el nuevo gobierno asume en medio de una crisis económica y sanitaria. Lo que se comienza a debatir es cómo reavivar la actividad productiva para frenar la caída del empleo, renegociar los pagos de deuda, atender la inversión social prioritaria e inyectar dinero en una empobrecida sociedad, a través del cobro de impuestos a quienes están en condiciones de pagarlos.

Otro tema que deberá enfrentar el nuevo gobierno es la relación con las cúpulas de las Fuerzas Armadas y la Policía, activos protagonistas del golpe. La dirigencia del MAS viene haciendo llamamientos para un gobierno de unidad nacional, pero la tensión con estas cúpulas no será fácil de transitar. Cabe recordar que el pasado mes de julio, la presidenta de facto ascendió por decreto a una cantidad de militares, sin la aprobación de Asamblea Legislativa Plurinacional.

"La Asamblea está contra el pueblo, definitivamente, no duden, pero el Gobierno está con el pueblo, por eso, aunque no le guste a la Asamblea, el Gobierno ascenderá a los generales para que sigan velando por la población”, anunció el ministro de Defensa, Fernando López. Fue el mismo funcionario que en ocasión de cumplirse un nuevo aniversario del asesinato de Ernesto “Che” Guevara aseguró que “los terroristas cubanos, venezolanos, argentinos, o de donde sea, van a encontrar la muerte en nuestro territorio”.

EE.UU. toma nota

El subsecretario interino de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de Estados Unidos, Michael Kozak, dio a conocer la posición del gobierno de Trump a través de un tuit: “Felicitamos al presidente electo de Bolivia Arce y al vicepresidente electo Choquehuanca, y aplaudimos al pueblo boliviano por su votación pacífica. Esperamos trabajar con el gobierno recién elegido para promover la prosperidad económica, los #DDHH y las libertades de prensa”, posteó.

El gobierno de Evo Morales mantuvo una relación tensa con la administración de Washington. Expulsó al embajador Philip Goldberg en 2008, como posteriormente también a las agencias estadounidenses DEA (de combate al narcotráfico) y USAID (de asistencia humanitaria), tras denuncias por injerencia en asuntos internos y despliegue de acciones que poco tenían que ver con el desarrollo de la sociedad boliviana. 

Philip Goldberg había sido acusado por Evo Morales de buscar la división del país y apoyar a los secesionistas. Previo a su expulsión, Goldberg se había reunido con los gobernadores de los departamentos rebeldes (Beni, Pando, Tarija y Chuqisaca) en visitas públicas, tras una escalada de violencia que provocó 8 muertes. En esa oportunidad Evo Morales destacó que Golberg, entre 1994 y 1996, trabajó como "jefe de oficinas del Departamento de Estado para Bosnia durante la guerra separatista de los Balcanes", y luego entre 2004 y 2006 fue jefe de misión en Pristina, Kosovo, y "allí consolidó la separación o independencia de esa región dejando miles de muertos".

La compleja relación de EE.UU. con Bolivia nos lleva a recordar a un viejo conocido en común con la Argentina, que tuvo intervención en la dramática Guerra del Chaco, el embajador Spruille Braden.

Bolivia y la nueva normalidad

La posesión del mando del nuevo gobierno se hará probablemente en la primera quincena de noviembre. El presidente del Tribunal Supremo Electoral, Salvador Romero, explicó que no puede dar una fecha precisa hasta que se dé por cerrado el escrutinio. 

Aunque el presidente argentino, Alberto Fernández, sueña con un gran acto en la frontera común, como prolegómeno al regreso de Evo Morales a su país, el vocero del MAS, Sebastián Michel, afirmó que aún no es propicio ese paso. “En este momento él no puede retornar, no tiene las garantías fundamentales, no tiene un debido proceso, no es conveniente que venga. Una vez que se restablezcan las garantías, él podrá venir acá libremente”, apuntó. Michel se refirió a los actuales procesos penales que fueron abiertos contra Morales durante el gobierno de facto por los delitos de sedición, terrorismo, financiamiento e incitación pública a delinquir, entre otros.

A pesar de las dificultades, en muchos dirigentes este triunfo se vive como un volver a las fuentes. Un regreso a ese movimiento social que irrumpió democráticamente en el 2005, recuperando presencia en los espacios sociales que notoriamente se perdió durante el golpe de 2019. Volver a las asambleas sindicales, a las organizaciones campesinas e indígenas, a las juntas escolares y las asambleas vecinales. Espacios que se fueron recuperando en la lucha contra los golpistas, y que se habían diluido y dividido en muchos casos con la dinámica del ejercicio del gobierno. Como dijera la referente y diputada electa Canela Crespo, el desafío del nuevo gobierno, entre otros, será el de mantener en permanente diálogo a las organizaciones populares movilizadas y al poder formal para que se nutra de esas organizaciones, para no burocratizarse y poder enfrentar los duros desafío que tiene por delante.

Tras duros cuestionamientos, las mujeres también han logrado instalar sus demandas en la nueva agenda política. Profundizar el proceso de despatriarcalización y profundizar cuestiones pendientes en lo que hace a desmontar las relaciones sociales dominantes de base patriarcal, desde un cruce ideológico y de identidad plurinacional. El 11 de octubre pasado, en ocasión de celebrarse el día de la mujer boliviana, Arce se comprometió ante la Alianza de Organizaciones Sociales de Mujeres en avanzar en esa materia.

Y, finalmente, si de desafíos se trata, las elecciones en Bolivia vuelven a poner sobre la mesa, aunque sea una mesa chica, la agenda de la integración regional. El rol cumplido por México y Argentina en un contexto sumamente adverso alcanzó una dimensión política de trascendencia, más cuando hoy se confirma que el supuesto fraude no fue tal y la destitución del presidente constitucional boliviano fue un golpe de Estado.

Muy duro fue el mensaje dirigido a Luis Almagro por parte del subsecretario para América Latina y El Caribe de la Cancillería mexicana, Maximiliano Reyes Zúñiga, durante su participación en la 50ª Asamblea General de la OEA. Lo denunció por utilizar de manera facciosa a la Misión de Observación Electoral en 2019 para revelar un supuesto fraude que nunca se comprobó y que generó “inestabilidad, violencia y desorden constitucional en Bolivia, y creó un entorno internacional de confrontación”.

“La Secretaría General no está para calificar elecciones o gobiernos. Por lo anterior, México sugiere al señor Luis Almagro someterse a un proceso de autocrítica a partir de sus acciones en contra de la Carta de la OEA y por lastimar la democracia de Bolivia, para determinar si aún cuenta con la autoridad moral necesaria para encabezar esta organización. Mi país denuncia el afán del Secretario General de intervenir en los asuntos internos de nuestros Estados y de lastimar nuestras democracias. Lo que ocurrió en Bolivia no debe repetirse jamás”, aseveró.

En su reciente encuentro con Evo Morales, el presidente argentino reafirmó su compromiso por recuperar la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), con un criterio político amplio, en beneficio de la región. La recuperación de la estatua de Néstor Kirchner, que custodiaba el cerrado edificio del organismo regional en Ecuador, para ser instalada en el Centro Cultural Kirchner de la ciudad de Buenos Aires este 27 de octubre, es todo un símbolo de esa resistencia.

El reciente plebiscito en Chile por la reforma de la Constitución pinochetista, la elección presidencial que se realizará en ese país el 21 de noviembre de 2021, y las elecciones presidenciales de Ecuador a realizarse el 7 de febrero de 2021, marcarán los nuevos tiempos políticos de una integración que por momentos parece un sueño esquivo.

 


 

1. García Linera, Alvaro (2008): Sociología de los movimientos sociales en Bolivia. Estructuras de movilización, repertorios culturales y acción política. Plural editores. La Paz.



(*) Antropólogo y miembro del Observatorio de Pensamiento Estratégico para la Integración Regional (Opeir).
29/07/2016

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