-?
Las protestas mayormente antigubernamentales, convocadas como “banderazo” el pasado 9 de julio, afectaron algo más de una veintena de ciudades importantes. Sin duda estuvieron lejos de ser masivas (lo masivo siempre está en discusión) aunque resultaron efectivas al ocupar parte del espacio público y adquirir visibilidad. También dispusieron de un repertorio nuevo dentro para consolidar una coalición negativa.
Como es sabido, todo repertorio de la protesta hace a las formas elegidas por determinados colectivos sociales que se movilizan dentro del espacio público. Cuentan los recursos organizaciones, medios de convocatoria y, desde ya, el ámbito espacial donde se desarrollan sus acciones. Asimismo, lo que se dice cuenta y lo que se hace durante la acción de protesta, también.
Puede haber un repertorio común tanto para sostener agendas propositivas como a favor de la construcción de coaliciones negativas. Estas remiten a la reunión de grupos e intereses para el rechazo a determinadas políticas públicas, reales o inventadas. Estas coaliciones no siempre son permanentes, pero sí se encargan de canalizar la desconfianza y la sospecha frente al poder. Su viabilidad está mayormente en el rechazo de lo que no se quiere, que en general nunca se quiso. Es lo que un autor francés llamó expresión de “soberanía social negativa”, que no necesariamente tiene por qué ser coherentes, ni siquiera racional. Su potencia está en su naturaleza reactiva. En nuestro país, las más exitosas coaliciones negativas se han construido alrededor del antiperonismo y más recientemente por el antikirchnerismo.
Desde ya que en los años de Mauricio Macri presidente la principal coalición negativa fue articulada por el kirchnerismo. La diferencia entre esa coalición y las de estos días, es que la del kirchnerismo podía ofrecer momentos de su historia en el gobierno en términos propositivos, en cambio en antikirchnerismo de hoy carece de ello por el fracaso estrepitoso de su tiempo en el gobierno.
Respecto al repertorio de la protesta de estas coaliciones negativas, se construye mayormente con materiales nuevos. Es que en el mundo y en la Argentina la protesta cambió radicalmente desde la aparición de las redes sociales e internet, el dispositivo del celular, junto al declive de capacidad integradora de los grandes partidos políticos y los sindicatos. Las primeras coaliciones negativas de esta nueva era (el rechazo “al político” entre 2001 y 2002) fueron desarmándose por el activismo antigubernamental y en gran medida fue remplazada por agendas propositivas. Ocurrió durante la mayor parte del ciclo 2003-2013. Aun en las movilizaciones por el tema de la inseguridad con el caso Blumberg a la cabeza, fueron desactivadas. El coalicionismo negativo tuvo sí un gran momento en 2008. Allí apareció gran parte del repertorio de la protesta de hoy, dándose el cruce entre condiciones y oportunidades para el desarrollo de la actual coalición negativa.
Veamos uno de los recursos de la protesta en las más reciente coalición negativa que dejó de lado el mito del ciudadano de a pie y ahora se muestra al ciudadano motorizado, en su llamando a una diversas caravanas, modalidad que no es nueva. Desde ya el ciudadano que camina y el que va en auto pueden coincidir. Pero no nos olvidemos que la figura del primero es el principal protagonista de las movilizaciones que en general procuran establecer una idea de comunidad referenciados en asociaciones de interés, grupos etarios, de género, territoriales, etc. En cambio, quiénes se movilizaron en estos días, el ciudadano de a motor, adquiere además de medios distintos la expresión de un discurso que es autorreferencial, en términos de ciudadano racional que se ha hecho solo y que necesita libertad sin fin. Por ello el automóvil es expresión y medio de un logro, de libertad, lugar del individuo, ámbito exclusivo, que se comparte poco o nada, que se aleja de otros, de los de a pie, que tiene el claxon para la queja, que puede venir del barrio cerrado o de la cochera de un edificio VIP. En definitiva, el auto como refugio y medio para una sociabilidad política individualista.
Aun con todo en esas coaliciones siempre hay un sentido identitario, donde conviven imágenes de un país que se vive y otro que se desea. Un país que se reclama propio y otro que excluye. En estas coaliciones siempre hay tensión entre el realismo crudo y el voluntarismo faccioso. ¿Acaso es asible esa idea de que el gobierno nos lleva al comunismo? Igual que la ficción de que hay una administración que viene por la propiedad de cada uno de nosotros. Respecto a ambas cuestiones hasta ahora solo hemos visto un presidente que dice ser capitalista y que no parece querer quebrar el actual menú de libertades liberales. Es cierto que este presidente habla del desafío de organizar la producción y distribución de riquezas a distancia del tecnocapitalismo, del fashioncapitalismo o de capitalismo gobernado por las finanzas.
Va con firma | 2016 | Todos los derechos reservados
Director: Héctor Mauriño |
Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite