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Columnistas
12/11/2019

No subestimar a Macri

No subestimar a Macri | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Perdió la elección pero hay que ser implacables con sus violaciones a los deberes públicos y sus delitos. Ante el nuevo gobierno, aparentarán no haber causado el desastre y lo culparán si las soluciones se demoran. Cuentan para ello con la más amplia difusión. Y hay que recordar que la derecha no descansa.

Osvaldo Pellin

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Si bien este parece ser un tiempo para dar lugar a reivindicaciones porque en Argentina el adversario ha sido vencido en las elecciones, pareciera prudente recordar que no hay que volver a subestimar a Macri.

Esta admonición no es más que una sana advertencia que, nacida de la dolorosa experiencia del 2015, en caso de haberla observada en ese momento quizás no nos hubiese despojado de la victoria electoral que nos parecía segura.

Ya sabemos el perfil ideológico, humano y psicológico de Macri, su herencia, y su poca prodigalidad y responsabilidad con su función.

No obstante, no hay que volver a subestimarlo. Él se hace fuerte por los aliados que procura. Son de su palo o peor. Si perdió la elección de octubre fue por una suma demasiado grande de desaciertos, de fastidio con la población en general que resistía muchas de sus medidas antipopulares, de su falta de tacto al persistir groseramente en ellas una y otra vez, por la persecución que realizó sobre opositores y comunicadores que criticaban su gestión, por los presos políticos y la represión que permitió.

Entonces, en lugar de subestimarlo, por el contrario: hay que ser implacable con sus violaciones a los deberes de funcionario público, con sus delitos flagrantes, y no cansarse de publicitar hasta el hartazgo todas y cada una de sus presiones e injerencias en el Poder Judicial y su complicidad onerosa con el blindaje mediático, mediante el manejo discrecional de las pautas publicitarias.

Es más, a un ser tan poderoso y a la vez tan cruel, especie de Rinoceronte -como llamaba el dramaturgo del absurdo, Eugene Ionesco-…. por ser el rinoceronte, el animal más malo y más tonto de la selva.

El ataque contra el gobierno popular ya tiene puesto los cañones apuntándole. Y es obvio que capitalizarán todas las dificultades que ellos mismos sembraron, todos los complejos tropiezos que provocarán los problemas que dejaron, que serán festejados, ampliados y minuciosamente difundidos.

Aparentarán no haber sido ellos los causantes del desastre, y divulgarán a todo el mundo que si las soluciones no llegan rápido será por la impericia del nuevo gobierno.

Cuentan para ello con una difusión amplia y penetrante en todos los rincones del país, y además con la singular aquiescencia de muchos compatriotas que comparten sus fake news.

La Historia está llena de quienes traicionaron a los propios para ser los vigilantes de sus pares, con lo que facilitan la vigencia de la opresión, como aquello de votar a tus propios verdugos.

Hay aún mucho odio enquistado que puede endémicamente difundirse en los ámbitos más recónditos.

El problema que Macri enfrentará probablemente será con su propia tropa, la que le quedará al cabo de su fracaso y la que pueda ir sumando. El Pro implosionará y de sus fragmentos quizás no quede gran cosa. Pero esa no es más que una eventualidad, no una certeza.

Hay que recordar que la derecha no descansa y que el progresismo que la enfrenta quizás ande más lento, necesariamente por su diversidad, en el mandato de profundizar una gestión democrática y en conservar una unidad de acción siempre propensa a desestabilizarse.

Reconocerse como una fuerza política más plástica y maleable tiene sus riesgos pero el asumirlo es el único modo que tenemos, según lo exijan las circunstancias políticas y el contexto internacional, con el fin de enfrentar con posibilidades de triunfo contra el tsunami de la derecha que amenaza al mundo.

29/07/2016

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