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30/10/2019

El subsuelo de la patria sublevado

El subsuelo de la patria sublevado | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
Foto: Pepe Mateos

Quisieron echar por tierra todo lo que tuviera un rostro nacional y popular, creyendo que con ello destruían al peronismo. No advirtieron que con esas medidas lo único que hacían era unir a las fuerzas opositoras y consagrar a Cristina Fernández como una de las dirigentes más importantes de este tiempo.

Carlos A. Lator

Los estragos que hizo el modelo económico y social de Cambiemos sepultaron definitivamente las esperanzas de revertir el resultado de las PASO y evitar la estrepitosa derrota de Macri. De eso no hay duda.

De todas maneras, la gente no votó sólo con el bolsillo. Votó en defensa propia.  Votó en  contra de un gobierno que anuló y cercenó los derechos humanos más elementales que todo Estado debe proteger y garantizar.

Fue una afrenta grande el ataque a la cultura, el maltrato a  la ciencia, el desfinanciamiento de las escuelas y universidades y el congelamiento de todas las posibilidades de crecimiento que se tejieron pacientemente desde el año 2003. Fue un voto ético que no le perdonó al presidente que haya ido tan lejos con sus mentiras y dislates.  

Quisieron echar por tierra todo lo que tuviera un rostro nacional y popular, creyendo que con ello destruían al peronismo. No advirtieron  que  con esas medidas lo único que hacían era unir a las fuerzas opositoras  y consagrar a Cristina Fernández como una de las dirigentes más importantes de este tiempo. No comprendieron que a Néstor y Cristina no los inventó el peronismo sino que los trajo la desigualdad, la injusticia social y el desprecio por los pobres.

Alguna vez Arturo Jauretche, ese ilustre representante del pensamiento nacional y popular, dijo: “cuando el sombrero no entra en la cabeza lo que hay que cambiar no es la cabeza, sino el sombrero”. Eso fue lo que no hizo el macrismo: pretendió aplicar de “prepo” un modelo de país que la gente no quiso y, que quizás, no va a querer nunca.

Lo que estuvo en juego en estas elecciones no fue el destino de la República mal que le pese a Duran Barba y Marcos Peña. Lo que se dirimió fue el futuro de  la patria; la posibilidad de volver a ser un país más justo e igualitario. El desafío de retomar el camino de un país libre y soberano.

Llama la atención que quienes se rasgaron las vestiduras sobre el respeto por la “institucionalidad”, fueron los mismos que, con distintos pelajes, más violaron la Constitución.  En el pasado a través del fraude, la proscripción del peronismo y el respaldo a cuanto golpe de Estado azotó a los argentinos.

En realidad  lo que nunca dijeron es que su aspiración era volver a la República “posible”, esa que pergeñó Alberdi a mediados del siglo XIX. Una República antediluviana de notables, sin ciudadanos, sin sujetos sociales y sin proyectos colectivos.

El voluntarismo del “sí se puede” y la permanente súplica por el respeto a la ley, la transparencia y la división de poderes, se fueron desluciendo con el transcurrir de la gestión hasta convertirse en una cascara vacía: mataron por la espalda, reprimieron  la protesta social, nombraron jueces por decreto y convirtieron a los opositores en presos políticos.

El poder de daño del macrismo fue enorme. Destruyó la industria, endeudó al país, enriqueció a sus amigos, sumó miles y miles de pobres y dejó en manos de los poderosos los principales resortes de la economía.

Pero hubo algo con lo que no pudieron.  No pudieron con la política. El pueblo se la arrancó a los burócratas y a los que lucraron con las carencias de los más débiles. Esta vez  la política le ganó a los tecnócratas  porque, en definitiva, un país no es una empresa. 

Pero el mayor tropiezo que cometieron fue que no pudieron desarticular el accionar de los nuevos liderazgos que nacieron al calor de las luchas sociales, estudiantiles y de género. Ofelia Fernández, Juan Grabois y el propio Axel Kicillof, son parte de este emergente de cambio y transformación social.

Lo demás lo puso Cristina. Una mujer que supo dar a tiempo un paso al costado proponiendo a Alberto Fernández como candidato a presidente del Frente de Todos. Un acto de profunda autocritica y belleza estratégica que no tiene antecedentes en la historia argentina.

El 27 de octubre irrumpió el subsuelo de la patria sublevado, como dijo Scalabrini Ortiz, ese sentimiento de orgullo por lo nuestro que nos trajo a la memoria los maravillosos festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo.

Ahora nos queda “recuperar lo perdido y pensar en el futuro”, dijo el gobernador electo de la provincia de Buenos Aires. Justamente, la  inmensa tarea que con Alberto estamos a tiempo de refundar.

29/07/2016

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