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18/08/2016

Lo que vendrá

Lo que vendrá  | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Los asalariados de todas las jerarquías, de las jurisdicciones públicas y privadas y los jubilados han sido despojados de un porcentaje significativo de sus respectivos salarios que se estima, a la fecha, en más de un 13 %.

Osvaldo Pellin

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"Nada es más penoso de sobrellevar que las dificultades que creíamos haber superado" Alexis de Tocqueville                                                                                    
Estamos entrando al último cuatrimestre del año y está terminando el octavo mes de la gestión Macri, vale preguntarse qué ha pasado y que es lo que viene.

Lo que ha pasado vive en la mente y el bolsillo de la gente. Los asalariados de todas las jerarquías, de las jurisdicciones públicas y privadas y los jubilados han sido despojados de un porcentaje significativo de sus respectivos salarios que se estima, a la fecha, en más de un 13 %. De hecho los despedidos lo han perdido todo. A los anteriores se suman los independientes y trabajadores por cuenta propia. Toda una población económicamente activa torpedeada por los misiles del ajuste.

Por su parte la táctica del gobierno frente a tan deplorable panorama es la imperturbabilidad e insiste en implantar un programa económico social que no cierra por ninguna parte.

En tanto, no hay encuesta o estadística que refleje la situación anímica del pueblo por más que diversas manifestaciones son ostensiblemente hostiles a la gestión Macri.

Si esa disconformidad clasista y sectorial está reuniendo a un año de las próximas elecciones la suficiente masa crítica para  vencer en las urnas al partido del gobierno, está aún lejos de cualquier certeza.

Si de algo estaba seguro el gobierno de los Kirchner era que los electores los iban a favorecer en diciembre pasado porque sus gobiernos habían sido suficientemente elocuentes en demostrar que habían gestionado teniendo en cuenta la premisa de  la inclusión social. Sin embargo alcanzó la figura de un oligarca de cuestionable pasado como candidato y la ausencia de Cristina Fernández de Kirchner en la fórmula del FPV para perder, aunque fuese por muy poco, las últimas elecciones a presidente.

¿Qué votó la ciudadanía entonces? ¿Voto a un hombre rico antes que a un político? ¿Sólo eso fue suficiente para desprenderse de todo compromiso con lo vivido? ¿No hay acaso en las motivaciones profundas del electorado la búsqueda de seguridades monárquicas?

Pareciera que aún le queda una bala a la mortífera política macrista, que es intensificar el escandaloso ajuste con medidas tales como una maxidevaluación del tipo de cambio, practicar una disminución del déficit fiscal que ataque directamente los programas de previsión social y del empleo, y malvender una vez más todo aquello que inducía a pensar en una incipiente emancipación económica de la Nación.

Doy por hecho el fracaso de la etapa actual del macrismo al que le queda una nueva opción donde intentar profundizar las medidas de ajuste para lo cual cuenta con hombres de recambio con temibles antecedentes neoliberales.

¿Cuándo lo hará o lo que es casi lo mismo, cuándo ocurrirá la conciencia del escandaloso fracaso? ¿Antes o después de las elecciones de medio período?

Si fuese antes será porque se precipita una crisis social, pero si se dejase para después será porque suponen un triunfo electoral que les permita recobrar una legitimidad que les dé carta blanca para hacer lo que les plazca.

El riesgo socio económico de esta última alternativa no se le escapa a nadie.

Cuando los líderes de la escuela Económica de Chicago aseveraban a sus jóvenes discípulos que su teoría sólo era posible de aplicar en países sin estado de Derecho o sea sin democracia ni garantías constitucionales  significaba una invitación a un retorno a la ley de la selva.

Por eso hoy, cuando hay tanta gente a los que no se los puede despertar del  shock de inicio del gobierno de Macri, pensamos que nos involucramos en un dilema con dos opciones: bancarse cárcel o más víctimas por la represión policial o someterse definitivamente a la discrecionalidad de la restauración conservadora liderada por MM.

Por otra parte la derecha sabe que no puede permitirse un nuevo fracaso y jugará al mismo tiempo, su carta política que consistirá de máxima a darle el abrazo del oso al peronismo como movimiento de masas y como lo hizo siempre, controlar mediante presiones de lobbys sectoriales la gestión gubernamental de cualquier régimen progresista. La derecha ha llegado una vez más para quedarse.

Cuánto se quede dependerá de la resistencia que oponga el pueblo, primero en las calles, más tarde, en las urnas.

29/07/2016

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