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La introducción del impuesto al dióxido de carbono (CO2) en la reforma tributaria que plantea el gobierno nacional, no sólo contempla a la producción de gas no convencional, sino también a los combustibles líquidos, lo cual despertó resquemores en toda la cadena de la industria petrolera. Las productoras no salen de su asombro porque deberán pagar un 25% de gravamen sobre el precio del gas en boca de pozo, y las refinadoras porque su aplicación implicaría un diez por ciento más de impuestos en cada litro de nafta. La medida, además de inédita fue inconsulta con el sector y se tramó en secreto.
En el caso de las naftas y gasoil, se plantea que los valores se ajustarán trimestralmente por inflación, con lo cual en un mercado liberado a los vaivenes internacionales se sumaría otro golpe más a los consumidores.
Para derivados líquidos como las naftas, solvente y aguarrás, será de $1,030 por litro. Para el gasoil será de $1,182.
Un informe privado advierte que el Impuesto al CO2, "que castiga la actividad por el efecto global que existe de contaminación y daño del medio ambiente" pero no se aplica a exportaciones -porque el consumo se realizaría en otro país-, "quizás sea preferible importar productos para consumos internos, y exportar la producción local que estará exenta de esta tributación”.
En la industria consideran que es contradictorio con la intención de desarrollar a gran escala gas y petróleo en la formación Vaca Muerta.
Además creen que es una invitación a no invertir, con lo cual pierden sentido los incentivos a la producción de gas como el nuevo Plan Gas que orquestó el ministerio de Energía, que conduce Juan José Aranguren para que las petroleras adelanten los desarrollos de proyectos de gas no convencional en la Cuenca Neuquina, con valores iniciales de 7,50 dólares el millón de BTU, que hoy se encuentran entre los más altos del mundo.
Según como está planteado, el Impuesto al CO2 se aplicará a toda la producción de gas natural desde 2020 y ajustando un 20% cada dos años de un valor final en 2028 equivalente hoy a u$s 1,30 por millón de BTU.
Sobrecargar con un impuesto del 25% un insumo fundamental que comprende más de la mitad de la matriz energética del país, que hoy necesita de un precio alto por sus costos de extracción es una idea poco feliz.
Este tema será medular entre todas las conversaciones en el tradicional almuerzo por el Día del Petróleo, que reunirá a funcionarios junto a los máximos directivos de las empresas el miércoles próximo en el Hotel Sheraton de Buenos Aires. Las petroleras esperan que ese día el ministro de Energía, Juan José Aranguren, lleve alguna definición que tranquilice los ánimos y anuncie la reversión del polémico impuesto.
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