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Vaca Muerta está a las puertas del nuevo horizonte energético del país y, si las políticas domésticas la acompañan, está llamada a ser la gran protagonista de las próximas tres décadas, donde el gas será la fuente de energía por excelencia en el mundo.
Según el documento Perspectivas de la energía en el mundo, elaborado por la Agencia Internacional de Energía (AIE), un organismo autónomo de referencia mundial, las necesidades energéticas hacia 2040 crecerán un 30%, lo cual equivale a añadir otra China y otra India a la demanda mundial actual.
Una economía global que crece a una tasa media de 3,4% al año, una población que aumenta desde los 7400 millones actuales hasta 9000 millones en 2040 y un proceso de urbanización que añade una ciudad del tamaño de Shanghái a la población urbana mundial cada cuatro meses son factores clave que apuntalan las previsiones. La mayor contribución al crecimiento de la demanda provendrá de la India y del Sudeste Asiático.
En este escenario, la AIE asegura que el mundo satisfará sus crecientes necesidades energéticas de una manera radicalmente distinta a la de los últimos 25 años. Será la era del gas natural, del rápido aumento de las renovables y de la eficiencia energética. En este sentido, Neuquén ocupa un lugar estratégico, al contar con la segunda reserva de recursos no convencionales de gas del mundo, detrás de China.
La demanda de petróleo seguirá creciendo hasta 2040, aunque a un ritmo cada vez menor. Mientras que el uso de gas natural aumentará en un 45%: con menos margen para expandirse en el sector eléctrico, la demanda industrial se convertirá en la mayor área de crecimiento.
A su vez, las fuentes renovables capturarán dos tercios de las inversiones mundiales en centrales eléctricas ya que, para muchos países, serán la fuente de nueva generación más económica.
Las políticas de apoyo a la electricidad renovable continuarán en todo el mundo. Ese tipo de energía, según la AIE, será la potencia creciente entre los usos finales de la energía, representando el 40% del aumento del consumo final en 2040
La magnitud de las futuras necesidades de electricidad y el reto de eliminar las emisiones de CO2 en el suministro eléctrico ayudan a explicar por qué la inversión mundial en electricidad rebasó la inversión en petróleo y gas por primera vez en 2016 y por qué la seguridad eléctrica está claramente escalando puestos entre las prioridades políticas.
China cambia todo
La AIE destaca que China está entrando en una nueva fase de su desarrollo que, en materia de políticas energéticas, apuesta firmemente por la electricidad, el gas natural y tecnologías más limpias, de alta eficiencia y digitales. La orientación previa hacia la industria pesada, el desarrollo de infraestructuras y la exportación de productos manufacturados sacó de la pobreza –incluida la pobreza energética– a cientos de millones de personas, pero dejó al país con un sistema dominado por el carbón y un legado de graves problemas medioambientales, ocasionando casi dos millones de muertes prematuras al año debido a la escasa calidad del aire.
Se cree que las decisiones de ese país tendrán un papel clave a la hora de determinar las tendencias mundiales y podrían desencadenar una transición más rápida hacia la energía limpia.
El rol del shale
Se espera que Estados Unidos, de la mano del shale, que ya es exportador neto de gas, se convierta en exportador neto de petróleo a finales de la década de 2020.
Habida cuenta de que Estados Unidos representa el 80% del aumento del suministro mundial de petróleo hasta 2025 y mantendrá una presión a la baja sobre los precios a corto plazo, los consumidores mundiales no estarán aún en condiciones de decir adiós a la era del petróleo.
Si bien se espera que la demanda del consumo de los vehículos particulares baje por los cambios tecnológicos, el poderoso impulso procedente de otros sectores será suficiente para mantener la demanda de petróleo en una trayectoria ascendente. La mayor fuente de crecimiento será el uso para fabricar productos petroquímicos.
La EIA considera que la producción de crudo del shale estadounidense se estancará a finales de la década de 2020 y que la producción de los países no pertenecientes a la OPEP retrocederá, con lo cual el mercado dependerá cada vez más de Oriente Medio para encontrar su equilibrio.
La Agencia Internacional de Energía estima que si las principales regiones productoras de petróleo sostienen la capacidad de capear el temporal del descenso de ingresos procedentes de los hidrocarburos, los precios se mantendrán dentro de un rango de 50 y 70 dólares por barril hasta 2040.
Pero lo más interesante es que está emergiendo un nuevo orden del gas, en el que el GNL estadounidense ayudará a acelerar el cambio hacia un mercado mundial, más líquido y flexible.
En los últimos años aparecieron nuevos compradores, entre ellos la Argentina. El número de países importadores de GNL ha aumentado desde 15 en 2005 hasta 40 en la actualidad. El suministro de gas se volverá más diverso en las próximas décadas: el número de ubicaciones de plantas de licuefacción en todo el mundo se duplicará para 2040 y las principales adiciones procederán de Estados Unidos y Australia, seguidos de Rusia, Qatar, Mozambique y Canadá. “La formación de precios se basará cada vez más en la competencia entre las distintas fuentes de gas, más que en la indexación al petróleo”, indican las previsiones de la década. Con este panorama, el desarrollo de Vaca Muerta será clave para que el país pueda contar con una fuente accesible, segura y cada vez más menos costosa de energía.
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