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El estado del mercado mundial del petróleo complica los planes del ministerio de Energía de la Nación para que el barril interno converja con los precios internacionales hacia el último trimestre del año. Si se mantienen las variables externas, la Argentina seguirá teniendo los precios de los combustibles más altos del continente.
Hoy el barril de crudo tipo Medanito que se produce en Neuquén cotiza 57 dólares y se “liberará” a partir de septiembre. Sin embargo, tendrá un piso sostén de 55 dólares si los valores internacionales permanecen por debajo de esa barrera, para apuntalar la industria local. A pesar de tener una cotización por encima de la internacional, se registra una de las bajas de producción más grandes de la historia petrolera doméstica, con una caída del 13,3 por ciento en abril.
De mantenerse el acuerdo sectorial, los precios de los combustibles -atados a la suerte de la cotización del dólar- seguirán en ascenso, con la implicancia que ello significa sobre el resto de la economía real.
El escenario mundial amenaza con dinamitar la convergencia pensada por Juan José Aranguren. Ayer, el precio del barril de crudo Brent (el de referencia para Neuquén) cayó un 4% y se arrastró a los 47,79 dólares. A principios de año había orillado los 57 dólares, y todo hacía pensar que los planes del ex CEO de Shell marchaban por buen camino.
Sin embargo, en los dos últimos meses creció el aporte a los mercados de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). El grupo exportó 25,92 millones de barriles por día, 450.000 bpd más que en mayo y 1,90 millones de bpd más en la comparación interanual.
El incremento de las exportaciones se dio a pesar de que la OPEP prometió reducir su producción hasta marzo del 2018. Además, el bombeo del grupo tocó en junio su mayor nivel del año, debido a las contribuciones de Libia y Nigeria -que están exentas del pacto-.
Por si ello fuera poco, Rusia, que lidera a los productores externos al cártel que se sumaron al acuerdo, se opondría a cualquier propuesta de profundizar los recortes en los próximos meses.
El contexto internacional pone un manto de incertidumbre a la política energética argentina, que se delineó en base a la idea que los precios de la energía se van a recuperar a valores que “validen” los precios de los programas de estímulo al gas natural, hoy los más altos del mundo.
El sendero de precios pensado para sostener las inversiones en Vaca Muerta comienza con 7,50 dólares el millón de BTU en la actualidad, para bajar a 7 dólares en 2019; 6,5 dólares en 2020 y 6 dólares en 2021. La justificación de este esquema se basó en que los precios internacionales de la energía tenderían a subir, y por lo tanto, el gas producido en el país se pagaría a la paridad de importación.
Sin embargo, en los últimos días el mercado global reaccionó con valores a la baja. El balance de la oferta y demanda mundial de petróleo ingresó en una nueva etapa de dudas. La disciplina de los integrantes de la OPEP y de sus aliados para cumplir el pacto de aporte de crudo empezó a tambalear.
En un mundo de precios de la energía bajos, sostener el sendero de precios de gas para Vaca Muerta será demasiado caro para una economía en jaque. Con energía cara, por más flexibilización laboral que imponga el gobierno, Argentina no será competitiva, si es que existe la intención de sostener algún esquema productivo.
Hoy, el andamiaje que sostiene al shale neuquino se basa en una apuesta a una futura suba de los precios globales de los hidrocarburos en el corto plazo. En las últimas semanas comenzaron a encenderse luces de alerta que indican lo contrario.
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