El operativo pinza del MPN por Vaca Muerta está en marcha, pero en la Casa Rosada descubrieron el viejo truco de Neuquén y empezaron a manejar las ansiedades que llegan desde la Patagonia.

El movimiento político se reactivó esta semana, sin mucho éxito, de la mano del gobernador Omar Gutiérrez con reuniones en Buenos Aires, mientras que la estrategia de acción la viene trabajando a paso firme el titular del gremio de los petroleros privados Guillermo Pereyra, que amenaza con iniciar el primer gran conflicto sindical de la gestión del presidente Alberto Fernández en Vaca Muerta.

"Fernández enfrenta en Vaca Muerta la primera huelga", es el título que esperan con ansiedad las empresas petroleras para "darle una lección" a una gestión que se paró con independencia frente al poderoso lobby de la industria energética. De ocurrir la huelga, el título será repetido por el coro de medios concentrados que responden a los intereses de las empresas, mientras en el gobierno de Neuquén se frotarán las manos.

Pereyra, que ha dicho que las potenciales acciones gremiales no van contra el gobierno, es el mismo que no tuvo problemas, durante el macrismo, en ponerle la firma a un acuerdo de flexibilización laboral para los trabajadores del petróleo de Vaca Muerta en el 2017.

El conflicto de los trabajadores petroleros se encuentra en estado latente porque hay una conciliación por despidos y suspensiones que vence el próximo 28. Pereyra se reunirá hoy con Kulfas y con el ministro de Trabajo Claudio Moroni. Pero llega a Buenos Aires con un trabajo de agitación ya realizado en los yacimientos que puso en pie de guerra a sus afiliados, que superan los 30 mil. La demostración de fuerza en la calle la hará el jueves 23 y llega a los despachos oficiales con este factor de presión.

Después de que el presidente Fernández declarara que Vaca Muerta es importante, pero que su desarrollo debe inscribirse en una estrategia de crecimiento junto a los yacimientos convencionales en todas las cuencas del país, en Neuquén sonaron alarmas y Gutiérrez salió disparado a Buenos Aires con la intención de reunirse con el ministro Kulfas y con el titular de YPF, Guillermo Nielsen. Si hubo contacto no se informó y si se reunió con ambos funcionarios, los resultados no fueron dignos de comunicar, por lo que es posible pensar que, por una razón u otra, fracasó la gestión de buenos oficios.

En cambio, y ya que estaba en la ciudad de Buenos Aires, Gutiérrez se movió 57 kilómetros hacia el sur, hasta la ciudad de La Plata, para entrevistarse con su par Axel Kicillof. Tampoco se comunicaron detalles acerca de este encuentro, pero en el mundo petrolero se especula que Buenos Aires podría ingresar a la Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos (Ofephi), una institución nacida para defender los intereses de las provincias que cuentan con gas y petróleo y que el macrismo ignoró.

Buenos Aires no tiene hidrocarburos, pero el argumento para sumarlo al selecto grupo de provincias petroleras es que su opinión debe ser tenida en cuenta porque concentra el mayor consumo de energía del país. Esto no le gusta a Neuquén, que observa cómo, de a poco, va perdiendo el protagonismo que le dio el macrismo, porque en el nuevo armado de Alberto debe resignar ese lugar de privilegio para sumarse a una estrategia de construcción colectiva.

Revitalizar la Ofpehi implica seguir construyendo equilibrios y transitar el camino señalado por el presidente del fin de semana. El enamoramiento con Vaca Muerta en detrimento de las explotaciones convencionales no es la opción, dijo Fernández. Pero en cada paso que da, resurge la batalla por el control del timón de la política energética, y el gobierno de Neuquén junto a Pereyra, ambos del MPN, juegan el partido en el club del petróleo.