Cerca 147 millones de electores estuvieron convocados a las urnas este domingo para elegir al sucesor de Michel Temer, quien llegó al poder tras un golpe mediático judicial y parlamentario tras un irregular ‘impeachment’ contra la última presidenta electa, Dilma Rousseff.

El candidato del Partido Social Liberal (PSL), el ultraderechista Jair Bolsonaro logró un 46,23% % de los votos en las elecciones presidenciales celebradas ayer en Brasil, seguido por el candidato progresista Fernando Haddad, que alcanzó un 29 % de los votos totales, lo que confirma una segunda vuelta electoral entre ambos proyectos políticos y sociales.

El candidato de Lula, quien se encuentra detenido y proscripto por la avanzada mediático y judicial, se aseguró disputar de manera directa el futuro de Brasil en la elección del próximo 28 de octubre, que marcará un antes y un después.  

En el tercer lugar quedó el candidato de centro izquierda, Ciro Gómes, con 12,5% de los votos, y en un cuarto lugar lo hizo el derechista Geraldo Alckmin con 4% de los sufragios.

El triunfo conservador se dio fuerte en el sur del país, mientras que el noreste mantuvo su preferencia por el PT. Sin embargo, en aquella zona del país hubo una inhabilitación masiva a 3,4 millones de electores por no haber realizado el registro biométrico. Esta decisión de la Corte Suprema brasileña incidió de forma directa en el resultado final, debido a que se produjo en el principal bastión del PT.

Las elecciones se dieron en un marco de una presidencia interina, con el principal candidato de la oposición detenido e imposibilitado de presentarse en las urnas, que al momento de ser proscripto lideraba todas las encuestas de intención de voto con una amplia ventaja sobre el resto de los candidatos.

La justicia también prohibió a Lula da Silva la posibilidad de dar entrevistas, limitó su participación en los spots televisivos de campaña, dificultando así la comunicación de la principal figura política de Brasil con los electores, y por consiguiente la tarea del PT de convencer a los electores de Lula de darle su voto a Haddad.

En ese marco, un candidato  autoritario, racista, machista, violento y  homófobo resultó vencedor aunque no con el suficiente apoyo como para acceder en primera vuelta al Palacio de Planalto.

Para la segunda vuelta las encuestas previas a esta elección daban un empate técnico entre ambos candidatos. Para esa instancia pasará a ser clave la desaprobación que tiene el líder ultraderechista, que puede superar los votos a favor.

La campaña #EleNao (Él No), encabezada por las mujeres, también puede jugar un papel importante en la segunda vuelta ya que la propuesta es votar a cualquier candidato que no sea Bolsonaro por ser misógino, racista, xenófobo y nostálgico de la dictadura en ese país.

Con miras a la segunda vuelta electoral, Fernando Haddad dijo, “vamos a buscar ampliar nuestras alianzas para todos los brasileños y brasileñas que, en forma independiente, puedan elegir por la democracia".

Haddad afirmó que ya conversó con el resto de los candidatos de izquierda Marina Silva, Ciro Gomes y Guilherme Boulos para comenzar a trabajar juntos. "Comenzamos la campaña desde mañana para triunfar en la segunda vuelta. Queremos unir a Brasil. Es una elección diferente que cualquiera de las otras en que participamos, la democracia está en peligro”.

Por su parte, y en una breve intervención, el excapitán del Ejército, Jair Bolsonaro sostuvo que “recibimos el apoyo de personas de bien que quieren apartar al socialismo y no quieren coquetear con el régimen de Venezuela". Aseguró que la segunda vuelta “será difícil” y llamó a “continuar movilizados”.