El presidente de Brasil, Michel Temer, pretende modificar el sistema de pensiones con una reforma similar a la que intenta el presidente Mauricio Macri en la Argentina. Casi con un libreto idéntico que incluye reforma laboral, reformas tributarias, ajuste a los sectores vulnerables y beneficios a los sectores ricos, ambos gobiernos se enmarcan dentro de una política de ajuste en contra de los sectores más pobres de la sociedad.

La PEC 287 impulsada por Temer, pretende modificar la edad para el retiro laboral, mayores restricciones en relación a los años de aporte, diferencias entre jubilaciones para trabajadores del campo y de la ciudad. También suprime las jubilaciones especiales, desvincula  beneficios del salario mínimo, y recorta aportes previsionales y partidas presupuestarias.

El gobierno interino de Brasil considera como “vital para la recuperación de la economía” tras dos años de profunda recesión, esta reforma de ajuste jubilatorio. Sin embargo, la evidencia de la derrota social y política, el gobierno brasileño debió postergar el tratamiento de la reforma.

Rodrigo Marcelino, del Frente Brasil Popular sostuvo que  la reforma jubilatoria significa “un ataque a los trabajadores y al futuro, debido a que privatiza la jubilación”. Millones de brasileños se movilizaron en Brasil y lograron imponer en la agenda la arbitrariedad e injusticia de la reforma.

Luego de la reacción popular, Temer se vio obligado a “suavizar” la reforma en primer lugar, pero finalmente tomó la decisión de postergarlo tras no lograr reunir los votos necesarios para aprobar el ajuste.

La reforma de las Pensiones se tramita en la Cámara de Brasil desde 2016. Se aprobó el texto en una comisión especial, pero no se votó en sesión plenaria por no haber acuerdo entre los diferentes partidos en ninguno de los dos años.

Tras la imposibilidad, y el enorme esfuerzo social y el férreo rol de la oposición, Michel Temer anunció la postergación de la votación de la reforma de las Pensiones para febrero de 2018, lo que dividió las opiniones de parlamentarios oficialistas, ya que una parte de los diputados cree que todavía pueden realizar “maniobras políticas” para intentar votar la propuesta de ley la próxima semana.

Temer, parece decidido a intentar calmar las aguas para un cierre de año pacifico, y volver a la carga con las medidas antipopulares a partir de febrero del año próximo.

“Vencimos en una de las batallas”, dijo a Brasil de Fato el líder del Partido Socialista Brasileño (PSB) en la Cámara, Julio Delgado, añadiendo que la noticia exige prudencia y vigilancia.

“Todo el chantaje que el gobierno hizo, colocando a los empresarios en el juego, no ha logrado cambiar los votos de los parlamentarios. Esta derrota puede significar el comienzo de otras derrotas”, aseveró el diputado.

Luego de la imposibilidad de llevar adelante las reformas de ajuste, las calificadoras de riesgo Moodys y Fitch, advirtieron que "la decisión de postergar la reforma fortalece la preocupación sobre la capacidad de gobierno para cumplir el techo de gastos y dirigir las tendencias fiscales adversas que han generado un persistente deterioro del perfil de crédito de Brasil en los últimos años".

El gobierno, presionado por las calificadoras, inversores internacionales y con el libreto firme del FMI, no logró imponerse al despliegue social del “NO a las reformas de ajuste”, y la calle, vuelve a tomar un rol protagónico que solo América Latina puede comprender.