Los peores temores que se suscitaron en el mundo, y sobre todo en las comunidades migrantes y en la sociedad mexicana por la llegada de Donald Trump al poder, empiezan a volverse atroz realidad. El nuevo presidente de Estados Unidos firmó la orden ejecutiva (similar a un decreto) para destinar fondos a la construcción de un muro en la frontera con México, y por otra parte justificó el uso del “submarino” (“waterboarding” en inglés), una tortura contra personas privadas de libertad que consiste en sumergirle la cabeza al prisionero dentro del agua hasta límites casi de asfixia.

“A partir de hoy los Estados Unidos de América recuperan el control de sus fronteras”, declaró el mandatario al firmar el documento para edificar el muro, junto al recién confirmado secretario (ministro) de Seguridad Nacional, el general retirado John Kelly.

En una puesta en escena para aglutinar a aquellos sectores de la sociedad favorables a su ideología, Trump reunió en torno suyo a familiares de norteamericanosasesinados por personas que viven en los Estados Unidos de forma ilegal. “Cuando se trata de seguridad pública, no hay lugar para la política”, dijo, como si no estuviera haciendo política.

Según la orden firmada, se construirá “una pared física contigua u otra barrera física igual de segura, contigua e infranqueable”. Las órdenes del presidente también requieren la contratación de 5.000 agentes y policías de aduanas adicionales para patrullar la frontera, aunque el aumento está sujeto a la aprobación del Congreso.

En una reciente entrevista televisiva, había dicho que la construcción de la pared contra México comenzará “en meses” y que su planificación ocurrirá “de inmediato”. Agregó que el gobierno federal adelantará el dinero necesario para iniciar la construcción, pero luego los mexicanos se encargarán de devolverlo al “cien por cien” del costo.

En cuanto a la deportación de inmigrantes, Trump firmó también la orden ejecutiva que niega los fondos federales a las llamadas “ciudades santuarios” que protegían de la deportación a los indocumentados, entre las que se incluyen Chicago, Nueva York y Los Ángeles.

En México, donde se vive un estado de conmoción y angustia en toda la sociedad, el presidente Enrique Peña Nieto está "evaluando" la posibilidad de cancelar su visita a Washington, prevista para la semana próxima. La decisión de repensar el viaje ocurre en medio de críticas al gobierno por su postura “débil” frente a la violenta amenaza.

Torturas a los detenidos

Donald Trump también ratificó otra de sus propuestas de campaña y se volvió a manifestar a favor de la aplicación de la tortura del “submarino” como método de interrogatorio en la llamada “guerra contra el terrorismo”.

En una entrevista televisiva, afirmó que “cuando digo que ellos (los terroristas islámicos) hacen cosas que nadie escuchaba desde tiempos medievales y podemos sentirnos fuertes con el submarino, es porque considero que tenemos que pelear de igual a igual a partir de ahora”, continuó su argumentación a favor de la tortura.

El presidente expresó además que confía en su gabinete y aseguró que “confiará” en sus consejos para tomar la decisión de permitir abiertamente el uso de la tortura al Ejército norteamericano. “Hablé hace menos de 24 horas con personas de alto nivel de inteligencia y les pregunté: ‘¿La tortura funciona?’ Y su respuesta fue: ‘Sí, absolutamente’”, dijo Trump por televisión.

“Usted es ahora el presidente. Quiere el submarino...”, le insistió el periodista de la cadena ABC. “No quiero que le corten la cabeza a nadie en Medio Oriente porque sea cristiano, musulmán o lo que fuere... Pero mire, ellos le cortan la cabeza a alguien en cámara y se lo mandan a todo el mundo. Tenemos eso y no tenemos permitido hacer nada”, se quejó.

“No planeamos llevarlo al campo -continuó el presidente de Estados Unidos-, pero lo que digo es que voy a confiar en mi gabinete y lo que ellos quieren hacer estará bien, y si ellos quieren hacerlo, vamos a trabajar en eso. Quiero hacer todo lo que esté en el marco de lo legal, pero sí creo que funciona. Absolutamente creo que funciona”.

En Argentina, el submarino fue una de las torturas habituales contra los desaparecidos y otros prisioneros políticos de la dictadura genocida, muchos de los cuales fueron asesinados por falta de aire. Además, ese método criminal se ha usado clandestinamente en comisarías policiales durante la etapa democrática, y algunas personas detenidas lograron sobrevivir pero otras murieron asfixiadas.