Con menos de tres meses en el cargo y afrontando dificultades y obstáculos en múltiples frentes, incluido el retiro de apoyo parlamentario por parte de legisladores de su propio partido, el presidente peruano Pedro Castillo se ha convertido en un equilibrista que debe realizar continuas negociaciones a varias bandas para estabilizarse en el poder.

Esta semana remitió al Congreso un proyecto para reformar la Constitución en lo referido al “voto de confianza” que el Parlamento -unicameral- debe prestar a la designación de un gabinete, y también en cuanto a las condiciones en que el Poder Legislativo puede disponer la “vacancia presidencial”, es decir remover de su cargo a un jefe del Estado.

Ahora los legisladores deben tratar el proyecto de reforma constitucional que, paradójicamente, apunta a restarle las atribuciones que permiten al Congreso obstaculizar la tarea de gobierno o directamente echar al presidente.

Una de las cláusulas más importantes de la iniciativa de Castillo es la eliminación de la “incapacidad moral” como causal por la que el Parlamento puede declarar la “vacancia presidencial”, algo que ha sucedido en los últimos años con los mandatarios Pedro Pablo Kuczynski, en 2018, y luego con Martín Vizcarra, en noviembre de 2020.

El actual titular del gobierno de Perú, postulado en su momento por el pequeño partido de izquierda Perú Libre (PL), fue una sorpresa en la elección presidencial y ganó la segunda vuelta por apenas el 05% de los votos frente a la postulante derechista Keiko Fujimori. Poderosos sectores empresariales, mediáticos y políticos intentaron que no fuera reconocido su triunfo, además tiene a la mayoría del Congreso en contra, y desde el principio estuvo obligado a revertir su debilidad de origen. 

Tras asumir el 28 de julio, el mandatario ya debió realizar significativos cambios en su equipo gubernamental. El último de ellos fue a principios de este mes, cuando nombró como presidenta del Consejo de Ministros a Mirtha Vásquez, quien es una abogada vinculada al movimiento de derechos humanos y tiene trayectoria en altos cargos públicos pero no pertenece al partido de Castillo. Junto con ella también asumieron nuevos titulares de diferentes carteras ministeriales.

El nombramiento de la nueva primera ministra -como también suele denominarse su cargo en la política peruana- desató una crisis en la relación del jefe del Estado con la fuerza política que lo postuló como presidente, al punto de que el pasado fin de semana el partido oficialista anunció que no apoyará al nuevo gabinete cuando solicite el “voto de confianza” en el Congreso.

Sin embargo, la premier Vásquez logró este martes que 17 legisladores de Perú Libre, sobre un total de 37, concurriera a una reunión que ella convocó en el Consejo de Ministros, lo cual ha significado un respiro para un gobierno obligado a permanentes negociaciones y concesiones.

El Congreso peruano está compuesto por 130 integrantes. Por fuera de los 37 de PL, hay 42 parlamentarios de derecha que mantienen una oposición férrea contra el presidente de la República, otros 45 de centro y centroderecha dispuestos a concertar con el Ejecutivo en determinados temas, y cinco de otro partido de izquierda que apoyan al mandatario nacional.

Castillo junto a la nueva presidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vázquez.

Prioridad y dificultades

La prioridad actual de Castillo en búsqueda de equilibrios tendientes a sostener su estabilidad, es que se apruebe el proyecto de reforma constitucional relacionado con el “voto de confianza” y la “vacancia presidencial”. El Parlamento, que en caso de sancionarse las modificaciones perdería poder, debe analizar la propuesta. La primera ministra Vásquez pidió que el asunto sea tratado “de manera urgente”.

Un antecedente revelador de las dificultadesque afronta el presidente se comprobó cuando a los 20 días de llegar al poder removió a su canciller por presiones la de la cúpula militar, los principales medios de comunicación y la oposición parlamentaria de derecha.

El desplazado en aquella ocasión fue Héctor Bejar, un veterano sociólogo y militante de izquierda que apenas se hizo cargo del ministerio de Relaciones Exteriores, propuso un cambio rotundo del alineamie nto con Estados Unidos mantenido, en lo sustancial, por los sucesivos gobiernos desde la dictadura de Alberto Fujimori.

El reemplazante de Bejar y actual canciller es Óscar Maúrtua, quien había desempeñado igual función en el gobierno neoliberal del presidente Alejandro Toledo (2001-2006).