El triunfo en Alemania, por poca diferencia, del Partido Socialdemócrata (SPD) liderado por Olaf Scholz, abrió la posibilidad de que el mencionado dirigente encabece el próximo gobierno, pero no está descartado que el derrotado espacio que forman la Unión Cristiano-Demócrata (CDU) y su tradicional aliada Unión Social Cristiana de Baviera (CSU), bloque que respaldó a la canciller saliente Angela Merkel, forme alianzas y consiga mantenerse en el poder bajo el liderazgo de quien fue su candidato, Armin Laschet.

La situación alemana es una muestra de un continente donde gran parte de los Estados nacionales resuelven la formación de sus gobiernos mediante grandes y hasta paradójicas coaliciones surgidas de complejas negociaciones. La mayoría de los regímenes políticos europeos otorgan fuerte peso a los Parlamentos -por lo cual se los denomina sistemas “parlamentaristas”- y requieren que cada Poder Ejecutivo tenga suficiente número de legisladores que lo apoyen tanto para ser designado como para después aprobar sus proyectos.

En la elección alemana del pasado domingo, la ventaja del primero sobre el segundo fue del 1,6%. El socialdemócrata Scholz obtuvo el 25,7% de los votos, mientras que Laschet, representante del bloque democristiano CDU/CSU, consiguió el 24,1%. El tercer lugar fue para los ecologistas del Partido Verde, con el 14,8%. Como en la mayor parte de Europa las elecciones son indirectas: la ciudadanía vota por candidatos al Parlamento, de cuya composición dependerán luego los respaldos para formar gobierno.

En Alemania se llama oficialmente “canciller” al funcionario o funcionaria que en los demás sistemas políticos se denomina generalmente “jefe de gobierno” o “primer ministro”. La actual canciller Merkel dejará el poder cuando alguno de los candidatos al Ejecutivo logre concretar las alianzas suficientes como para integrar un gabinete con respaldo parlamentario.

Por eso sigue abierta la posibilidad de que tanto el ganador Scholz como el derrotado Laschet -uno de los dos- sea el reemplazante de Merkel. Las negociaciones pueden demorar semanas o incluso meses, situación que es bastante habitual en la dinámica política europea para la constitución de los respectivos poderes ejecutivos.

Muy diversas coaliciones

Hay pocos países de Europa Occidental donde los perfiles de sus gobiernos son más nítidos, como en el Reino Unido con el Partido Conservador que conduce Boris Johnson, o en España donde gobierna una coalición considerada “de izquierda” y que forman el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) y Unidas-Podemos, con la presidencia de Pedro Sánchez. Pero en los casos francés e italiano, por el contrario, la composición gubernamental es muy diversa.

En Francia, el presidente Emmanuel Macron cuenta con un gabinete definido como “de derecha moderada” que dirige el primer ministro Jean Castex, del cual forman parte funcionarios de distintos orígenes e incluso algunos que no provienen de la política partidaria.

Más reveladora aún de las grandes y paradójicas alianzas a los que se acude en Europa para resolver la gobernabilidad, es lo que ocurre en Italia. En ese país el presidente de la República no ejerce funciones ejecutivas sino que tiene la responsabilidad de mantener la estabilidad de las instituciones del Estado. El cargo presidencial lo ejerce actualmente Sergio Mattarella.

En febrero de este año Mattarella designó como primer ministro -o presidente del Consejo de Ministros- al reconocido economista y anterior titular del Banco Central Europeo (BCE) Mario Draghi, quien conformó un equipo gubernamental de máxima heterogenidad.

Desde la primera fuerza parlamentaria “Movimiento Cinco Estrellas”, incluyendo a “La Liga” que encabeza Matteo Salvini y cuyas posiciones suelen ser tildadas de “neofascistas”, más su similar fundado en los años ‘90 por Silvio Berlusconi con el nombre de “Forza Italia”, y junto con ellos la fuerza de izquierda Libres e Iguales y el centroizquierdista Partido Democrático -heredero del histórico Partido Comunista de Italia-, todos esos sectores integran el gabinete del primer ministro Mario Draghi. 

A su vez, diferentes países de la Unión Europea (UE) son gobernados por coaliciones de centroderecha (por ejemplo Chipre, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Grecia, Irlanda, Letonia, Lituania y Países Bajos -el nombre oficial actual de lo que antes era llamado Holanda-), y otros por coaliciones de centroizquierda (casos Dinamarca, Finlandia, Portugal, República Checa y Suecia), según una clasificación del centro de estudios Cidob, con sede en Barcelona.

Gobiernos de derecha y Vox

Dentro de la UE, la expresión más relevante de una derecha autoritaria en lo político, conservadora en lo social y moral, y liberal en lo económico, es la que gobierna en Hungría a través del primer ministro Víctor Orbán. Y una orientación similar detenta el presidente de Polonia, Andrzej Duda. 

El gobierno húngaro en los últimos meses entró en conflicto con la Unión Europea por haber dictado una ley que sus críticos llaman “homoodiante” por prohibir la difusión de cualquier contenido referido al colectivo de diversidades sexo-afectivas LGBTI+ tanto en las escuelas como en cualquier lugar donde pueda haber menores. Ante la controversia, el derechista Orbán anunció el llamado a un referendo. 

Por otra parte, en España existe el partido de ultraderecha Vox, que ha tenido un gran crecimiento en muy pocos años y en la última elección celebrada en noviembre de 2019 se convirtió en la tercera fuerza política del país.

Actualmente busca alianzas en América Latina y en México ya formalizó relaciones política con el Partido Acción Nacional (PAN), principal opositor al presidente Andrés Manuel López Obrador. También tuvo acercamientos con el gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil y de Guillermo Lasso en Ecuador, y se ha vinculado con sectores de similar tendencia ideológica en Chile y Argentina.

En Buenos Aires, hace ya dos años representantes de Vox tuvieron contactos políticos con Victoria Villarruel. Era septiembre de 2019, y la activista argentina de ultraderecha se destacada por su defensa de la dictadura que sufrió nuestro país en el periodo 1976/1983. Actualmente Villarruel ha cobrado mayor protagonismo público, ya que es la segunda candidata de la lista que encabeza Javier Milei en la ciudad autónoma de Buenos Aires.