El caos político que vive Brasil bajo el gobierno de Jair Bolsonaro, además de ser el país con mayor cantidad de contagios y muertes por el coronavirus, va en paralelo con un derrumbe de la actividad económica y el empleo. En apenas tres meses se perdieron casi 5 millones de puestos de trabajo, aunque no existe una cuarentena obligatoria nacional y solo se tomaron medidas parciales por decisión de los estados (provincias) en que se divide la República federativa.

Además, la Comisión Económica para América Latina (Cepal, que depende de Naciones Unidas), y de forma coincidente el Fondo Monetario Internacional (FMI), estimaron que el Producto Bruto Interno (PBI) brasileño podría terminar el año con una caída del 5%. Ello ocurre aunque Bolsonaro es un opositor frontal a interrumpir la actividad como medida preventiva contra la propagación del Covid-19. 

El deterioro económico en el país vecino acarrea perjuicios directos para el nuestro, que tiene al mercado brasileño como principal destino de las exportaciones. El año pasado, las ventas argentinas totales a Brasil rozaron los 10.400 millones de dólares, representando el 16% del total exportado.

En cuanto al empleo, ayer el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) informó que se perdieron 4,9 millones de puestos de trabajo formales e informales entre febrero y abril, durante la llegada de la pandemia del Covid-29. La desocupación creció de 11,3% a 12,6% en ese trimestre.

En enero, la población ocupada era de 94,2 millones de personas y ahora, en abril, bajó a 89,2 millones. El primer caso de coronavirus fue registrado el 26 de febrero en San Pablo. Solo en esa ciudad, en pocas semanas el comercio perdió 1,2 millón de puestos laborales, más 885.000 en la construcción civil y 727.000 en servicios urbanos.

En un reporte emitido en Buenos Aires a comienzos de mayo por la consultora Ecolatina, se evaluaba que la recesión de Brasil provocará “un golpe” a la industria argentina que vende allí grandes volúmenes de su producción, y que la situación “será transversal a buena parte del entramado fabril” nacional.

En ese informe se explicó que “la caída significativa del nivel de actividad esperada para 2020 impactarán de manera directa en nuestro país: Brasil es el principal comprador de las exportaciones argentinas, y una crisis en el gigante sudamericano afectará nuestra producción industrial”.

La consultora indicó que “la menor demanda de Brasil golpeará a industrias como la automotriz, que destina el 70% de sus ventas externas al vecino mercado; textiles y confecciones; caucho y manufacturas-neumáticos; materias plásticas; y productos de molinería”.

Ya en abril, el primer mes completo en que la crisis del coronavirus empezó a afectar a la economía mundial, el comercio bilateral se desplomó el 44,7% respecto de un año atrás. El intercambio alcanzó los 1.016 millones de dólares en el cuarto mes de 2020, contra 1.836 millones del mismo mes de 2019.

De todos modos, Ecolatina aclaró que “venimos partiendo participación en el mercado brasileño desde antes de la llegada del coronavirus”. En 2019, último año del gobierno de Mauricio Macri, “las importaciones totales de Brasil cayeron 1,8%, mientras que las provenientes de Argentina se desplomaron 8%”, precisó la consultora.

Financiamiento de redes de fake news

El deterioro económico y social brasileño se produce simultáneamente con el agravamiento constante del choque político entre el gobierno del ultraderechista Bolsonaro y sus ex aliados políticos del Congreso y del Poder Judicial. 

Estos dos últimos fueron decisivos para el derrocamiento de la presidenta Dilma Roussef en 2016, el posterior encarcelamiento y proscripción de su antecesor Lula Da Silva, y las consecuentes condiciones favorables para el triunfo electoral del actual mandatario.

El último episodio de la feroz disputa entre quienes fueron integrantes de una misma coalición tuvo lugar este miércoles, cuando el juez del Supremo Tribunal Federal (STF) Alexandre de Moraes, ordenó allanamientos para investigar una red de ultraderecha que hace campañas difamatorias en plataformas digitales contra el Congreso y la máxima corte del país.

Ayer Bolsonaro estalló de furia por esa investigación y hasta lanzó expresiones soeces. Primero dijo que “algo muy grave está ocurriendo con la democracia” y se atribuyó la defensa de la “libertad de expresión”.

“¡Se terminó, mierda!”, despotricó ayer Bolsonaro contra una investigación judicial contra el activismo digital de ultraderecha.

"Ninguna violación del principio (de libre expresión) debe ser aceptada pasivamente", contraatacó el presidente ante la redada judicial ejecutada por la Policía Federal, que allanó viviendas y oficinas de empresarios, políticos y activistas digitales aliados a la red de fake news que da sustento al bolsonarismo.

Al hablar con periodistas en la puerta del Palacio de la Alvorada, sede del gobierno, el mandatario afirmó que "todo tiene un límite", al fustigar la decisión de un solo juez de la corte y no de todo el tribunal. "No permitiremos que una persona tome decisiones en nombre de todos", dijo en tono exaltado, y remató con una frase que sintetiza el clima político del país: “¡Se terminó, mierda!”.

Según el diario O Globo, que también fue aliado de Bolsonaro, cada mez 2 millones de reales (unos 370.000 dólares) eran gastados por sectores bolsonaristas para abastecer a una red de ultraderecha que le disputa influencia a los medios tradicionales mediante el activismo en canales de las plataformas digitales.