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A punto de cumplir un año en la Casa Rosada el presidente Javier Milei logró lo que hace apenas dos meses parecía imposible, que una parte de significativa (¿mayoritaria?) de la sociedad vuelva a tener expectativas. Que vea en la baja de la inflación y en el dólar planchado una señal de las fuerzas del cielo: el ajuste brutal y la recesión son apenas parte del sacrificio que hay que hacer en la Tierra de hoy para disfrutar del Paraíso del mañana.
Apalancado en la estabilidad macroeconómica, en el jubiloso respaldo del establishment local y en el espaldarazo político que significa el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, el gobierno libertario termina 2024 no sólo sosteniendo con firmeza (y fiereza) el timón, sino con la expectativa de llevar el barco a buen puerto en la elección legislativa del año próximo.
Es verdad que todo esto puede cambiar si el viento pega la vuelta y las “inconsistencias” del Plan Caputo atraen un nuevo frente de tormenta. También si la oposición (el peronismo, fundamentalmente) logra lo que no consiguió hasta ahora: mostrar unidad, fortaleza y una alternativa al programa “sufra ahora y goce después” que despliega La Libertad Avanza.
En cualquier caso, una de las principales novedades que trae el primer aniversario del gobierno libertario es una acelerada reconfiguración del mapa político nacional, que por profundidad y alcance recuerda a lo ocurrido en mayo de 2003, cuando Néstor Kirchner llegó a la Presidencia de la Nación, los partidos tradicionales tambalearon y emergieron nuevos bloques (y actores) políticos.
Cuatro escenarios y un protagonista
El año que vivimos en peligro. Esta vez no se trata de la película protagonizada por Mel Gibson a comienzos de los años 80, sino de los temores -y terrores- que vivieron los argentinos a partir del cambio de gobierno en diciembre del año pasado. Por la motosierra, por la magnitud del cambio que se anunciaba, por la violencia verbal y discursiva que lo respaldaba.
“Fue un año intenso, donde hubo cuatro marcas distintivas. La primera fue una acción ofertista y conflictiva del oficialismo contra toda la institucionalidad existente y a todo nivel. Con victorias y derrotas, pero con tal vértigo que, en términos de agenda, siempre se lo vio al gobierno dominando el debate público”, explica a Mario Riorda, especialista en Comunicación Política.
Y enumera: “La segunda fue una acción económica de ajuste y baja de la inflación que no cesó y fue su gran mérito; la tercera, una acción discursiva extralimitada, atípica, con dinámica de incivilidad como estilo, en muchas circunstancias; y por último, una agenda internacional, con impacto local, de fuerte radicalización ideológica, ligada a los Estados Unidos e Israel, tan extrema que, muchas veces, necesitó de correcciones pragmáticas, como sucedido en la reunión del G-20”.
Este recorrido tiene una genealogía, que da cuenta de sus condiciones de posibilidad. “Milei ganó una elección dividida en tercios. Incluso no le fue bien en la primera vuelta, donde no llegó al 30%. Massa estuvo a tres puntos de ser Presidente. Pero logró posicionarse como el cambio, algo que había empezado a hacer Macri y no pudo concretar. De hecho, una parte del equipo de campaña de Milei fue el mismo supo tener Macri, con Santiago Caputo a la cabeza, quien hoy es parte del llamado ‘triángulo de hierro’” (integrado por el presidente, su hermana Karina y el asesor Santiago Caputo), recuerda Roberto Bacman, sociólogo y Directo Ejecutivo del CEOP.
“Las promesas de Milei -detalla el consultor a - no se cumplieron, pero sus votantes aún esperan el cambio que provocaría la motosierra y el castigo a la casta, apalancados en un aparato comunicacional muy eficiente. Milei llegó a tener, en septiembre pasado, 40% de imagen positiva, lo que expresaba una caída de 20 puntos respecto al día en que asumió. Hoy supera el 45% y, para algunos, ya está en el 50%”.
Para Bacman, la modificación del escenario se debe a que “la gente todavía está esperando algún tipo de milagro basado en que la Argentina sea bien vista en el mundo, bajen el riesgo-país y la inflación, y haya superávit fiscal, aún cuando muchos economistas, algunos incluso afines ideológicamente al gobierno, afirmen que esto úlitmo es consecuencia de que las deudas que eran del Estado pasaron a la otra columna”.
En cualquier caso, señala el especialista, la principal fortaleza del gobierno libertario a un año de haber asumido “es seguir conteniendo al antiperonismo y, al mismo tiempo, gozar de la debilidad de su adversario”.
“Milei se sostiene en base a expectativas. Estas habían bajado pero volvieron a crecer. El electorado que era oficialista pasó a ser independiente porque empezó a desilusionarse, pero volvió a tener expectativas, entre otras razones porque el peronismo no presenta alternativas. Mientras no caigan esas expectativas, como le pasó a Macri con la corrida de 2018, el oficialismo va a seguir manteniéndose”, detalla.
Sin embargo, Bacman advierte que “el problema que tiene el gobierno es que todo este modelo está sostenido por una inflación en baja y un dólar pisado, notablemente retrasado. Una especie de neo-convertibilidad que en algún momento puede estallar”.
Una nueva polarización
Es en este contexto que la polarización vuelve a campear en el escenario político, trascendiendo con creces la coyuntura electoral para hacer carne en buena parte del tejido social.
“La sociedad se definía entre kirchnerismo y antikirchnerismo, hasta hace muy poco. El gobierno hace mucho esfuerzo para que eso siga siendo así, pero la puja dicotómica entre mileísmo y antimileísmo empieza a instalarse con fuerza, compitiendo con aquella polarización ideológica anterior”, apunta Riorda.
La nueva antinomia, aun cambiando el eje ideológico que divide los campos, parece ser el escenario que desea el oficialismo. “En el corto plazo, probablemente, una dicotomía en esos términos sea ganancia para el gobierno, porque implica valores cercanos a la mitad de la sociedad de su lado, más allá de que esos apoyos son dinámicos y sean algo menores al 50%”, apunta el analista.
El lado oscuro de la luna, es este caso, es el peronismo. Para Bacman, el movimiento creado por Juan Domingo Perón continúa “en una crisis significativa”.
“La interna para dirimir la presidencia del Partido Justicialista -apunta- hubiese sido un error gravísimo. Pero aunque la sangre no llegó al río, Quintela todavía no habló con Cristina y Cristina tampoco hizo mucho por hablar con Quintela. Si el peronismo no se une, si va dividido, sigue la ventaja para Milei”.
Para el titular del CEOP, “la sociedad argentina volvió a polarizarse notablemente en este último mes. Casi la mitad apoya a Milei a ultranza, ya que piensa que vamos a salir adelante, que hay que seguir privatizando, que la apertura es lo ideal y que con la baja del riesgo-país y el dólar quieto vuelve a haber esperanza, aunque del modelo anarcocapitalista que planteó La Libertad Avanza no haya quedado nada”.
“Milei también está aprovechando muy bien la comunicación, aunque los trolls le causen problemas, como hicieron días atrás en esa puesta en escena fascistoide de San Miguel (NdR: cuando se lanzó la agrupación “Las fuerzas del cielo”, presentada como el “brazo armado” del gobierno), algo que no le cae muy bien a la sociedad en general. Pero como la preocupación más grande sigue siendo llegar a fin de mes, mientras haya expectativas de que vale la pena hacer el esfuerzo para después vivir más tranquilos, mucha gente sigue acompañando al gobierno”, subraya.
Del centro a la derecha
Al igual que ocurrió con la irrupción de Néstor Kirchner en 2003, la administración de Javier Milei se perfila para reconfigurar el mapa político nacional, incluso con cierta independencia de la suerte que finalmente corra el gobierno que el presidente conduce con mano de hierro junto a su hermana Karina y al mencionado Santiago Caputo.
“Con Milei se reconfiguró el mapa político. El sistema de partidos tiene dos niveles, uno nacional y otro provincial. En el nacional, el oficialismo es una clara primera minoría (minoría, no mayoría), con valores superiores al 40% de apoyo en cualquier escenario. Al frente, en la oposición, no se sabe cómo se articulará la oferta político-electoral”, asegura Riorda.
El especialista, sin embargo, traza una distinción entre lo que ocurre en el ámbito nacional y en las provincias. “En los niveles provinciales, el oficialismo nacional, en promedio en cada provincia, arranca con un tercio de apoyo (y eso es muchísimo), pero tiene límites, ya que los espacios locales están muy sólidos en todos los colores políticos, y muy cerrados y provincializados en sus discursos. Quizás los adelantamientos electorales profundicen la diferenciación de estos dos niveles”, anticipa.
En cuanto a las fuerzas políticas, Bacman afirma que “el problema más grave lo tiene Mauricio Macri, que está desesperado y no sabe para qué lado tomar. Pensó que iba a sacar ventaja de lo ocurrido en la primera vuelta electoral del año pasado, citó a Milei su casa y firmaron el llamado Pacto de Acassuso, donde se habría acordado una forma de gobernabilidad entre el Pro y La Libertad Avanza. Pero Milei no cumplió. Incluso le cooptó a Patricia Bullrich y a Luis Petri”.
En ese mismo tablero, el consultor coloca los encontronazos primero y la ruptura después entre el presidente y su vice, Victoria Villarruel. “Milei le había prometido que además de su rol constitucional iba a manejar Defensa y Seguridad, pero terminó dándoselos a Bullrich y a Petri. Villarruel aparece entonces con un armado mucho más populista, no es casualidad la foto que se sacó con Isabel Perón” meses atrás durante una visita a Madrid.
La titular del Senado de la Nación se posiciona así “desde una derecha más al estilo norteamericano”. Bacman asegura que “tiene todas las características de la derecha, el negacionismo (respecto de los crímenes de la dictadura), el rechazo a los derechos humanos, el ataque a los migrantes, pero con un modelo más de tipo industrialista, que pone impuestos y barreras a las importaciones, por ejemplo. Esto es también parte de la reconfiguración del escenario político y hay que tenerlo en cuenta”.
La vida por delante
Dentro de dos campos bien diferenciados, en el que la antinomia peronismo/antiperonismo puede ser apenas un título orientativo, una nueva escena política comienza a delinearse, con las elecciones legislativas de medio término como telón de fondo.
“La oposición está desdibujada y en plena recomposición. El peronismo, la UCR y el Pro tienen serias diferencias internas y todos tienen debates internos sobre si son cien por ciento opositores o si vale la pena colaborar con leyes o medidas específicas”, analiza Riorda.
Y advierte: “Hoy estamos muy lejos y con un sistema de partidos roto como para imaginar si algún espacio tiene chances de ser alternativa. Con suerte, puede llegar a ser competitivo en las elecciones legislativas de medio término” que se realizarán en 2025.
En tanto, Bacman agrega que “la gente necesita un peronismo unido, que sea un proyecto alternativo y también muestre algo nuevo. Cristina puede ser, pero debería estar rodeada de gente nueva, desde otra perspectiva, para mostrar que no solamente Milei es lo novedoso”.
En cuanto a la “ancha avenida del medio”, el consultor subraya que “la tercera vía del centro por ahora son puras palabras. Podrían estar Sergio Massa, Miguel Pichetto, Emilio Monzó, en una alternativa más de centroderecha, pero todavía aparece como algo muy verde”.
Bacman ve además a “Villarruel buscando a la derecha más tradicional, la que tiene que ver con el partido militar, y que tendría un horizonte mucho más populista que el que expresa Milei”.
Sin embargo, destaca que entre ambas corrientes existe una coincidencia o, más bien, una pregunta: si Milei llega al final de su mandato, algo que por estos días nadie parece poner en duda.
“En ambos espacios -detalla Bacman- se preguntan si Milei llegará a 2027 o explotará antes, en una situación que si bien puede no ser igual a la del 2001, derive en un juicio político, algo que algunos dirigentes llegaron incluso a decir por televisión, aunque esto parece hoy una opción bastante lejana”.
En cualquier caso, los escenarios son provisorios y dependerán, en gran medida, de lo que haga el gobierno. O más bien, de la percepción social acerca del rumbo económico y del impacto que este puede tener en sus vidas. Mientras tanto, Javier Milei se prepara a festejar su primer aniversario en el poder. Y sugiere que la fiesta, recién comienza.
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