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La resistencia a las nuevas formas de violencia política que circulan a través de las redes sociales sumó un nuevo capítulo con la decisión de la Federación Argentina LGBT (FALGBT) de lanzar un “Ejército de Troles”, alistando a “trolas, trolas y troles” para responder a los discursos de odio mediante “mensajes de amor, respeto e igualdad”.
“Hay influencers y organizaciones que utilizan trolls y bots para atacar a miembros de la comunidad LGTB y también a sus organizaciones, a partir de publicaciones propias o bien respondiendo a nuestros contenidos”, cuenta a María Rachid, titular del Instituto Contra la Discriminación de la Defensoría del Pueblo de la ciudad de Buenos Aires y presidenta de la FALGBT.
Frente al crecimiento de los discursos violentos, la disputa por la tolerancia y el respeto a las diversidades tomará ahora fuerza también en el universo virtual, donde ultraderechistas y libertarios se sienten fuertes y protagonistas. Es que lesbianas, gays, bisexsuales y trans decidieron acciones concretas en las redes sociales, espacio privilegiado en la construcción del sentido común y la lucha política.
“Planteamos respuestas sin agresión, odio ni sarcasmo, sino con amor, afecto e información. Por supuesto que cuando haya que denunciar lo haremos, para que si el posteo tiene odio o prejuicios ese contenido sea retirado”, destaca Rachid, impulsora de la iniciativa.
La acción impulsada por la FALGBT es parte de una disputa más amplia, la del sentido en el mundo digital. Justo allí donde el partido en el gobierno sacó ventajas iniciales que le permitieron llevar a Javier Milei a la Casa Rosada.
Un campo de batalla, el de las redes, que llegó para quedarse y donde por estos días se dirime buena parte de la suerte de los modelos de sociedad en pugna.
Las redes y el odio
El auge de los discursos de odio y de la discriminación en las redes sociales es parte de un fenómeno global, dentro del cual entran en tensión la libertad de expresión, la regulación de los contenidos digitales y los usos y articulaciones que los usuarios hacen de estos.
Los estudios que se vienen realizando sobre el tema concuerdan en señalar las dificultades y desafíos que plantea algún tipo de intervención en un universo que los propios ciudadanos valoran como un bastión de la libertad, además de una herramienta esencial para la comunicación, la información y el entretenimiento.
Uno de esos trabajos fue el realizado a mediados de 2022 por la Universidad Nacional de San Martín y el Grupo de Estudios Críticos en Ideología y Democracia sobre la percepción de la violencia y de los discursos de odio en las redes sociales.
La investigación, basada en 15 grupos focales a los que se les exhibieron distintos contenidos y se les formuló preguntas respecto a estos, concluyó que la identificación de los discursos de odio no supone un rechazo inmediato, sino que desata “procesos de racionalización que buscan naturalizar, contextualizar y en muchos casos justificar”.
El relevamiento advierte también con alarmante actualidad que “el discurso público se encuentra ya completamente mediatizado por las redes, y que por ello sus lógicas están permeando cada vez más los espacios no-digitales”.
Subraya además que la violencia digital genera con frecuencia “un clima cultural de intolerancia y odio y, en ciertos contextos, puede provocar en la sociedad civil prácticas agresivas, segregacionistas o genocidas”.
Trabajos como estos, que se multiplican en todo el mundo, advierten que la intervención de los sectores directamente afectados, como así también de todos aquellos que aspiran a una convivencia social pacífica, respetuosa y democrática, es tan urgente como necesaria.
Made in Argentina
“Los discursos homofóbicos y homo-odiantes se potencian en las redes sociales porque es la herramienta que utiliza un sector que se esconde para expresar un odio que no está legitimado por la sociedad argentina, que gestó la ley de matrimonio igualitario y de identidad de género”, asegura Rachid.
Según la referente, quien fue una de las principales voces del movimiento que derivó en la sanción de la ley de Matrimonio Igualitario en julio de 2010, “la sociedad argentina nos sigue acompañando, tanto que ese tipo de discursos suele transmitirse con vergüenza; las redes permiten un anonimato que beneficia el despliegue del odio, la discriminación y la violencia”.
Así, el incremento de los ataques hacia la comunidad LGBT abre la posibilidad de horadar uno de los logros más importantes de cuatro décadas de democracia. Para Rachid, esto es responsabilidad “de un sector minoritario, que está en contra de la diversidad, que quiere conservar sus privilegios y que rechaza la igualdad de derechos en la Argentina”.
La dirigente, apunta además al gobierno nacional. Señala que ese sector se encuentra “legitimado, avalado y fortalecido por discursos de odio que se emiten desde el Estado, y que han crecido desde la asunción de Javier Milei”.
Los troles contraatacan
Para esta verdadera batalla cultural, digital y política, la FALGBT preparó una guía destinada a quienes decidan enrolarse para el combate. Sin apelar a los mismos recursos que se propone destruir, advierte que no se podrán utilizar “insultos ni agravios” y que quienes se sumen deberán estar dispuestos a responder posteos y mensajes con “paciencia, amor e información”.
La estrategia no solo mira hacia el campo enemigo sino fundamentalmente a quienes puedan ser alcanzado por su artillería simbólica y verbal. “Debemos centrarnos no tanto en quien emite ese discurso de odio sino en quien lo está leyendo, que también es víctima de ese tipo de manifestación”, explica Rachid.
“Queremos también que quienes se sumen a la iniciativa -agrega- hagan propuestas sobre cómo responder. Se puede desde poner un ‘nomegusta’ hasta hacer comentarios y denunciar las publicaciones que contengan violencia, odio y agresiones”.
Quienes deseen sumarse a la iniciativa, que ya reclutó a más de 300 voluntarios, deben contactarse con la Federación a través de sus redes sociales (@FALGBT). Después de hacerlo, recibirán un link que les permitirá sumarse al grupo de WhatsApp desde el cual se coordinan las diferentes acciones, que se establecerán día a día.
Más allá del algoritmo
Lo que a simple vista parece ser un espacio propio de la disputa simbólica resulta mucho más que eso: es el terreno donde se dirimen ideas, valores y políticas con una presencia tangible en la vida real.
Una foto insultante, un meme agraviante o unas pocas palabras tipeadas al calor del debate público pueden tener, sin escalas, consecuencias físicas. También derivar en una serie de hechos y acontecimientos que afecten la vida diaria de personas de carne y hueso.
“La violencia simbólica y digital es la antesala de la violencia física y real. Cuando estamos expuestos a distintas expresiones de violencia en las redes sociales, en los medios de comunicación, se fortalece y legitima la violencia física en la vida cotidiana”, señala Rachid.
Y recuerda: “La violencia en los medios de comunicación en general, como hoy en los medios digitales, siempre han sido la antesala de la violencia en la vida de todos los días”.
La decisión de salir a defenderse, problematizando la naturalización de la violencia digital y advirtiendo sobre los riesgos de sostener una mirada cómplice o celebratoria de lo que ocurre en las redes sociales, puede tener consecuencias tangibles.
Y esto no es indistinto. Tanto para la seguridad física de cada uno como para el bienestar de todos.
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