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El Observatorio Electoral de la Universidad Nacional del Comahue detectó que en las elecciones que se celebraron en Neuquén el 16 de abril pasado con sistema de Boleta Única Electrónica por primera vez en todo el territorio provincial, el proceso electoral no fue transparente, porque no se liberó el software empleado, ni democrático, en términos de colocar en igualdad de condiciones a las y los electores para ejercer el sufragio sin presiones.
Pablo Kogan es docente en la Facultad de Informática de la Unco y coordinador del Observatorio. Contó que si bien los observadores pudieron participar de las audiencias que se realizan con anterioridad a la elección, no tuvieron acceso a toda la información necesaria como para verdaderamente probar el sistema. "Que el software no sea libre, no le da transparencia al proceso", declaró a .
A modo de ejemplo, indicó que en la audiencia de software y hardware, detectaron dos irregularidades. "Una es que había una librería (conjunto de funcionalidades que se utilizan, en este caso, para mostrar los elementos de la pantalla) que estaba desactualizada. Tenía la versión de 2015 y la versión actual resolvía varias vulnerabilidades posibles", señaló. Esa librería en particular fue actualizada para el día de la elección.
"En esa misma audiencia no tuvimos la posibilidad de investigar todo el código pero en algunos archivos que pudimos ver, vimos comentarios de tipo to do, que son 'para hacer más adelante'. De esos comentarios les hicimos preguntas acerca de qué inconvenientes había en caso de no hacer esos comentarios y nos dijeron que las tenían en ticket (en el sistema que tiene la empresa para hacer nuevas versiones) pero que no los tenían pensado resolver para esta instancia. O sea que esos pendientes para esta elección, supuestamente, no se resolvieron", describió.
Con respecto al hardware, Kogan dijo que "se abrió la máquina, nos mostraron todas las partes, pero no pudimos sacar y ver, sino solo ver lo que había". Agregó que le solicitaron a la Justicia tener una máquina para hacer pruebas, pero sólo les permitieron analizar una en las oficinas de la Secretaría Electoral, durante una hora, con la supervisión de personal de la empresa.
"Las cosas que queríamos hacer, que era mirar todo el código, no lo pudimos hacer porque no tuvimos acceso ni a las fuentes ni al hardware como para probarlo", indicó.
"No poder ver, por ejemplo, cómo es el algoritmo que va a mostrar de forma aleatoria las opciones en la pantalla no asegura que realmente se mostró toda la oferta electoral para todos los votantes, ni que realmente fue aleatoria y no hubo algún sesgo", advirtió.
Agregó que lo mismo sucedió con el software que finalmente imprimió las boletas y con el que las contó. "Toda esa funcionalidad no la podemos ver y no es que no pudimos solo nosotros, sino que los únicos que la pueden ver son los informáticos de la empresa. No la Justicia Electoral ni los apoderados o los fiscales informáticos, ni nadie".
Por eso, señaló que "entre las recomendaciones que le hacemos a la Justicia Electoral es liberal estas fuentes" para que cualquier persona con conocimientos de informática pueda analizarlas.
Una vulneración sutil
En el Reporte de Observación elaborado luego de la elección, uno de los datos salientes indica que "en el 65% de las mesas se presentó alguna persona que no sabía cómo votar" con el sistema de BUE. A este punto se refirió otra de las coordinadoras del Observatorio, la docente Daniela Zacharías, en diálogo con . Indicó que "hay personas que no tienen una cotidianeidad con las computadoras, que no saben cómo poner el dedo, le tienen miedo, es la primera vez que se enfrentan a eso, o no tienen esa facilidad, y eso implica una vulneración de derechos".
Aclaró que "es sutil, porque no es que no las dejaron votar, pero las dejaron votar con más dificultades que otras personas". Además, contó que observaron que a las personas que demoraban en votar porque no sabían cómo hacerlo, recibían burlas de parte de quienes estaban haciendo fila para votar o gestos para que se apurasen. En algunos casos, llegaron a aplaudir, a modo de protesta, para que agilizaran el trámite. "Vos no tenés la misma tranquilidad para votar como cuando entrás a un cuarto oscuro", aseveró.
Zacharías apuntó contra quienes comentan que "el problema es que la gente tiene que aprender a votar", porque "ahí estamos poniendo en la gente la responsabilidad de que un sistema sea bueno, y yo creo que el sistema debería ser tal de que todos seamos iguales ante el proceso electoral".
El mito de la agilidad
En la elección realizada en Neuquén, la observación dio como resultado que las personas tardaban, en promedio, un minuto con 58 segundos en emitir su voto, mientras que en la elección realizada el mismo día en Río Negro con boleta de papel, tardaban, en promedio, un minuto con 30 segundos. Este dato derriba la idea de que con el sistema electrónico el proceso electoral es más ágil.
El informe también dio a conocer que la mayoría de las personas no verificaba que lo que imprimía la máquina fuese lo mismo que figuraba en la pantalla (sólo 1 de cada 20 lo hacían), de la misma manera que durante el conteo de votos, las autoridades de mesa no siempre corroboraban el conteo de la máquina con cada una de las boletas impresas. Entonces, si bien los resultados parciales comienzan a conocerse "más temprano" -en esta oportunidad, a las 19.15 habían cargado el 45 por ciento de las mesas-, en algunos casos faltó contrastar la información para descartar que hubiera inconsistencias.
"En realidad no estás haciendo el procedimiento del conteo de votos, estás como maquillando el conteo de votos", definió Zacharías y se preguntó: ¿Hay necesidad de usar este sistema, con todos los problemas que tiene para tener los resultados 4 o 5 horas antes?". En su lugar, ponderó el uso de la boleta única de papel y sostuvo que el desarrollo tecnológico podría usarse para la transmisión de los telegramas al centro de cómputos, que suele ser el momento de mayor demora en el conteo cuando se usa el sistema tradicional.
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