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Libros Patagónicos
30/04/2023

El decir de Pincén

El decir de Pincén | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Gerardo Burton

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Con Martín Fierro, la literatura gauchesca inaugura una traición: el soldado Cruz abandona la persecución, se da vuelta y, en lugar de detenerlo, emprende una pelea a muerte contra quienes pocos minutos antes fueron sus compañeros. Horacio Beascochea plantea algo parecido en La tierra plana: en el contexto del conflicto -entre bélico y lingüístico- entre el lonco Pincén y el general Conrado Villegas, se interpone el cabo Juan Carlos Robledo, que renegará de su linaje de militares y romperá con el mandato paterno. Robledo se pondrá del lado del jefe aborigen derrotado, le hablará en su lengua mientras esté prisionero y escribirá su relato para que no se pierda en el olvido. Esa actitud le valdrá el desprecio de sus colegas.

Pincén es el “dueño del decir” que, según su autor, recuerda y cuenta su vida en la pampa, y lo hace para no olvidar, para no perder la memoria. Por su lado, el cabo Robledo también cuenta y escribe, para no olvidar, para intentar darle un sentido a su situación actual.

En este texto se entrecruzan otros autores, otras novelas. La referencia a Lucio Mansilla es casi inevitable, como lo es también la asociación de los monólogos de Pincén con el fluir del discurso del protagonista en las novelas de Andrés Rivera. Hay algo de eso, pero también del Facundo, cuyo autor inventó -o al menos patentó- la antinomia de civilización o barbarie, que tanto ha hecho para fundamentar la grieta en la patria.

Dice Beascochea en una entrevista que La tierra plana nació de su lectura de una revista dominical que refería las escaramuzas entre Villegas y el Tres de Caballería en su enfrentamiento con Pincén, un indio rebelde plantado en medio de la pampa donde combatía con ferocidad a los huincas (hombres blancos) sin obedecer a los indios “buenos” como Calfucurá, el señor de las pampas, o el jefe ranquel Mariano Rosas. En esta confesión del autor, es posible también recordar los intercambios que el joven Arlt hacía con los folletines que leía a escondidas en las librerías que recorría y que bocetearon la personalidad de Silvio Astier, en su primera novela.

La novela de Beascochea es de fronteras, de márgenes, de periferias. No podía ser de otro modo, y lo mismo ocurrirá en la siguiente -y más reciente- Lo que queda (Bs. As, Colisión Libros, 2021). Las narrativas patagónicas operan desconcertando a sus lectores, hacen pedagogías con sus propuestas. Obligan a leer historias regionales, conocidas que transcurren en escenarios familiares o, al menos, próximos. Si se me permitiera decirlo, acaso ocurra como con la novela negra norteamericana, que tuvo su punto más alto cuando, durante las persecuciones macartistas, ejerció la crítica social desde puntos de vista inéditos. Será que Beascochea -y tantos- se valen de la historia de la conquista del supuesto desierto para explicar qué nos pasa.

Ver más en: 

Entrevista a Horacio Bautista Beascochea - indiehoy.com

Dueño del decir - vaconfirma.com.ar

Beascochea, Horacio: La tierra plana, Buenos Aires, Irojo Editores, 2007.

29/07/2016

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