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Género
23/04/2021

Mujeres al bisturí

Mujeres al bisturí | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

En el hospital “El Cruce-Néstor Kirchner” de Florencio Varela se marcó un hito del feminismo y la medicina en plena Pandemia: por primera vez en el país un equipo médico compuesto íntegramente por mujeres realizó un trasplante. Publicado en Nuestras Voces.

Javier Biasotti

El sostenido crecimiento de la feminización de la profesión médica, un fenómeno global que también se expresa en Argentina abriéndose paso a la resistencia machista en los establecimientos de salud, alcanzó un hito histórico: por primera vez en el país un equipo médico integrado exclusivamente por mujeres concretó un trasplante de hígado.

La marca se alcanzó en el hospital “El Cruce-Néstor Kirchner” de Florencio Varela, en marzo pasado, cuando un equipo compuesto por nueve mujeres le realizó un trasplante hepático a Ariel Chiaramonte, un forjador de cuchillería artesanal de Avellaneda. Ariel tiene 46 años arrastra una hepatitis C desde hace casi dos décadas. Ariel ya está en su casa en plena recuperación.

Hay equipo

Con la cirujana Magalí Chahdi Beltrame al frente, el equipo se completó con María Luján Del Bueno (cirujana); Lourdes Mollard (cirujana); Cintia Noelia Ungini (instrumentadora quirúrgica); Camila Soledad Ramírez (instrumentadora quirúrgica); María Eugenia Fernández (anestesióloga); Claudia Lema (técnica de rayos); Silvina Vagelli (técnica de anestesia) y María Julia de la Paz Alarcón (técnica de Hemoterapia).

Chahdi Beltrame es una joven médica cirujana, egresada de la UBA que completó su formación profesional en el Hospital Italiano de CABA y en “El Cruce-Néstor Kirchner”. “Teniendo en cuenta que hoy en día la relación entre hombres y mujeres en nuestra especialidad en la Argentina es de 10 a 1, que hayamos coincidido todas mujeres en un ámbito históricamente dominado por hombres es un gran paso en el camino de la igualdad de oportunidades en la medicina”, aseguró.

Amante de la tarea que hace a diario “en el centro que más trasplantes hepáticos adultos hace en la Argentina” –y que también es centro de referencia en cirugía hepatobiliar del país–, Chahdi Beltrame se mostró “más que contenta y orgullosa de haber sido parte de esta intervención porque las mujeres tenemos que seguir luchando por lo que queremos, que es posible lograrlo, que no hay que bajar los brazos ante situaciones adversas y siempre mostrar que las mujeres podemos”.

Protagonista involuntario pero obligado de la historia, reponiéndose en su casa “con un tiempo que se hace de chicle y sin pisar mi tallercito desde hace un año”, Chiaramonte se enteró que había sido intervenido por nueve mujeres estando ya en la sala común y por boca de Juan Mattera, el jefe de la unidad de Cirugía Hepatobiliar Compleja y Trasplante Hepático de El Cruce.

“Mi sentimiento fue de gran alegría, y más feliz me puso ver las sonrisas a través de sus ojos ya que todos los presentes en la charla nos encontrábamos con los barbijos puestos”, contó entre los dolores del post-operatorio, y agregó que “desde el comienzo de mi enfermedad he sido atendido en hospitales públicos por mujeres hepatólogas jefas de servicio”.

“Llegué a internarme a El Cruce de la mano de mi prima Graciela, mi mamá Ana María y mi novia Débora”, relató Ariel para expresar la importancia de las mujeres en su vida. Y completó: “por las mujeres libres, independientes y con igualdad de oportunidades, todo mi apoyo incondicional para ellas, que son y serán siempre respetadas por mí”.

El logro fue reconocido por las ministras de Salud y de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Carla Vizzotti y Elizabeth Gómez Alcorta, respectivamente, que lo eligieron para conmemorar el Día Mundial de la Salud al visitar el hospital varelense y dialogar con las profesionales que protagonizaron un avance sin precedentes en nuestra medicina pública y privada. “Que algún día esta noticia no sea una novedad y que las mujeres hayamos logrado avanzar fuertemente”, se esperanzó Vizzotti, al celebrar a las “mujeres profesionales que se formaron en la educación pública y a este equipo multidisciplinario y transversal con la mirada que queremos tener para todos los equipos de salud en la Argentina”.

“La pandemia no tiene que ser una amenaza sino una oportunidad para seguir construyendo políticas públicas con una mirada de perspectiva de género, de diversidad y para generar nuevos espacios en todos los hospitales”, completó Vizzotti. Su par Gómez Alcorta evocó a Cecilia Grierson al afirmar que “si no hubiese habido una desobediente que entendió que podía ser médica cuando todo el mundo decía que no, u otras desobedientes a las que se les ocurrió que podíamos votar, o ser políticas, o aquellas que supieron que podían ser parte de un equipo de trasplante hepático, no hubiésemos estado en donde estamos hoy”.

Un concepto reiterado en la última década en estudios que analizaron la feminización de la medicina es el de que a las mujeres se les dificulta el acceso a puestos de conducción, y que perciben menos ingresos que los varones, por igual tarea realizada. Arnaldo Medina, secretario de Calidad en Salud de la Nación y director del hospital El Cruce desde su creación en 2007 hasta 2015, manifestó que “por lo menos en el ámbito nacional hay un cambio de tendencia en la dirección de espacios relevantes, y nada más concreto que el ejemplo de tener a Carla Vizzotti como ministra de Salud de la Nación”.

Medina añadió que “en el equipo sanitario nacional contamos con una jefa de Gabinete, una secretaria de Estado y dos subsecretarías mujeres, a las que se suman varias directoras nacionales. Y en los hospitales, los institutos y los organismos descentralizados que dependen de mi área hemos dispuesto que estén al frente mujeres formadas y comprometidas con la salud pública, y no por el criterio formal de cumplir con cupos laborales para ellas”.

Según el funcionario, en la actualidad las carreras de medicina en nuestro país tienen un promedio del 60% de estudiantes mujeres, pero en el primer y segundo año ese número alcanza trepa al 70%. “El proceso de feminización avanza cada vez más y eso se está visualizando en especialidades que no son tradicionalmente las que estudian las mujeres, como cirugía y traumatología, que históricamente fueron ocupadas por varones”, consideró Medina, quien añadió que “en el examen de residencias nacionales cerca de un 65% por ciento de las postulantes son mujeres, y también en una gran mayoría de las especialidades quirúrgicas”.

Las cirujanas que trabajan en alta complejidad médica coinciden en que se trata de una actividad altamente demandante en cuanto a los tiempos que insumen las operaciones, la dedicación y la precisión que requieren y la fortaleza necesaria para la toma de decisiones. Verónica Garay, cirujana general del Hospital Argerich especializada desde hace 18 años en trasplante hepático de adultos, analizó que “si bien somos muchas mujeres en cirugía y son cada vez más las que se anotan en residencias quirúrgicas, muy pocas eligen o tienen la posibilidad de permanecer en subespecialidades donde hay alta demanda de trabajo o con horarios poco acordes o incompatibles para poder desarrollar una familia, lo que también se ve afectado por el multiempleo”.

Como integrante de la Asociación de Cirujanas Argentinas, Garay dijo que la institución “busca alcanzar la equidad de género en cualquiera de las especialidades quirúrgicas, ya sea cirugía general, traumatología o ginecología”.

“Es un acontecimiento histórico, pero sería bueno que en el futuro deje de ser una noticia”, reflexionó Ianina Lois, profesora e investigadora del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional Arturo Jauretche, quien reseñó las dificultades que debieron sortear las mujeres para insertarse en la medicina: “allá por los inicios del siglo XX, las mujeres tuvieron muchos obstáculos tanto para estudiar como para ejercer la profesión de médicas. Si bien se consideraba adecuado en esos tiempos que las mujeres fueran enfermeras o parteras, o todas las profesiones que tuvieran que ver con los cuidados, se consideraba que no tenían las condiciones adecuadas y suficientes para ser médicas, y fueron muy limitadas las posibilidades de acceder a cargos, ya sea en los servicios de salud, las instituciones educativas o las organizaciones científicas. De modo despectivo, hasta se las llamaba ‘doctores con polleras’”.

Si bien la mayoría de quienes estudian medicina en todo el país son mujeres, de parte de usuarios y usuarias de los servicios de salud también “hay ciertos imaginarios o representaciones que funcionan como obstáculos para el acceso de las mujeres a lo que tiene que ver con la alta complejidad”, indicó la docente.

“Hay muchos estereotipos en relación a este rol y lo que se les asigna a las mujeres como característica en el sentido de que no tienen la templanza suficiente, la rudeza o la cabeza frías que son necesarias para la cirugía. Por suerte todas estas cuestiones van cambiando y creemos que de acá a un futuro cercano más mujeres van a poder ocupar estos espacios”, indicó Lois.

Con esa idea coincidió Vilda Discacciati, médica de familia de una institución privada porteña y con 26 años de práctica médica, quien dijo que “la especialidad quirúrgica está asociada cuestiones de autoridad, es un lugar históricamente masculinizado dentro de la medicina”. Y se esperanzó en que “cuando tengamos un escenario con mayor equidad de género y estas acciones sean normalizadas, podamos terminar con estas brechas en los lugares de decisión, de autoridad y de remuneración”.

Testimonios desde el quirófano

Las protagonistas de las historia y la resistencia machista en sus palabras.

Magalí Chahdi Beltrame: “Mis compañeros me decían ´no elijas esta especialidad porque no lo vas a lograr’. Pero cuando sos cirujana es porque te gusta, sino no lo podés hacer”.

María Luján Del Bueno: “Tuve la oportunidad de ingresar a El Cruce a realizar la especialización en cirugía, que es muy machista. No es una novedad lo que estoy diciendo y nada que no se sepa. Ingresar a una subespecialización como ésta del hígado es muy difícil. La verdad no lo veía posible, sin embargo me arriesgué y sinceramente acá no tuvieron en cuenta si era hombre o mujer a la hora de ingresar”.

Lourdes Mollard: “La verdad yo recibí todo tipo de consejos: ‘hacé otra subespecialización’, ‘ésta es muy machista’, ‘la vas a pasar mal y no te van a dar un lugar’, me decía. Y acá estoy”.

Silvina Vagelli: “Fue una experiencia hermosa, se generó un clima maravilloso y trabajamos muy cómodas”.

Cintia Noelia Ungini: “Nos dimos cuenta en el momento que éramos todas mujeres y nos pareció muy importante, y seguramente esto va a ser habitual”.

María Julia de la Paz Alarcó: “Siempre se trabajó desde el compromiso y la sororidad y buscando lo mejor para el paciente y una siente orgullo, alegría de saber que éramos todas mujeres y que nos dieron el lugar que siempre nos merecimos”.

María Eugenia Fernández: “Soy la única mujer anestesióloga del equipo de trasplante hepático. Fue raro que se diera esa situación, y fue muy grata”.

Claudia Lema: “Ese día, cuando ingresé al quirófano, dije ‘qué orgullo, somos todas mujeres’”.

Camila Soledad Ramírez: “Es un orgullo y un placer haber podido hacer el primer operativo de trasplante hepático entre todas profesionales mujeres. Y seguramente será el primero de muchos”.


 

29/07/2016

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