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28/10/2018

Dos candidatos dos

Dos candidatos dos | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Ahora las cartas están echadas. O eso parece. Desde el viernes se sabe que habrá internas entre Gutiérrez y Figueroa. Que las tensiones acumuladas en casi tres años van camino de resolverse en una puja que promete ser ardua, pero que pondrá las cosas en su lugar. ¿Lo hará?

Héctor Mauriño

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Desde 1987, cuando el Gran Dedo decidió autolimitarse y convocar a internas para elegir los candidatos a cargos electivos, el Movimiento Popular Neuquino tiene vida interna, bien que imperfecta porque la participación solo florece en las elecciones y la dominan los aparatos clientelistas, pero al fin y al cabo consistente. Algo que no puede decirse de otras fuerzas políticas, habituadas a criticar al partido provincial pero poco dispuestas a reflexionar sobre su propia práctica.

En su gestión del ’83 al ’87, con la renacida democracia, Felipe Sapag se dio cuenta de que, acorde con los vientos que soplaban, era necesario producir un aggiornamiento para preservar al partido de la parálisis y el estancamiento. Así fue que promovió y estimuló la creación de una corriente interna tibiamente renovadora -el Mapo-, bien que asegurándose de imponer con ventaja a su verdadero delfín, Pedro Salvatori.

Más allá de que aquello no funcionó del todo bien, inaugurando una etapa de lucha por el poder que tuvo su punto más álgido en el enfrentamiento entre Felipe y Jorge Sobisch, desde entonces el MPN siempre ha tenido internas, pacíficas y no tanto -como la que se respira ahora-, pero internas al fin.

El partido provincial vive también una transición generacional real y concreta, más allá del predicado trasvasamiento generacional que se apresuró a plantear el sapagismo para cubrir la retirada de su jefe de la primera línea de fuego.

Más allá del padrinazgo de Sapag, o la influencia de figuras como Guillermo Pereyra o aún Jorge Sobisch, la puja de hoy en el partido gobernante la libran dos jóvenes, surgidos de la universidad de los ’90 del siglo pasado, ambos impregnados de un pensamiento de época afín al neoliberalismo dominante y ambos nacidos a la vida política durante el sobischismo. Por azar o no, ambos también contadores públicos nacionales.

Hasta allí las similitudes entre los dos hombres que van a competir por la candidatura a gobernador del tercer partido político de la Argentina después del PJ y la UCR. Las diferencias, no son tampoco menores. El primero se muestra como un fiel representante del sapagismo y el segundo se ha desgajado de la corriente que lo empujó hasta aquí para pasar a desafiarla. Pero más allá de los discursos, muchas veces influenciados por el reino de lo posible, sus diferencias abrevan en la cruda lucha por el poder.

Ahora las cartas están echadas. O eso parece. Desde el viernes se sabe que habrá internas entre Gutiérrez y Figueroa. Que las tensiones acumuladas a lo largo de casi tres años entre el gobernador y el vice, van camino de resolverse en una puja que promete ser ardua, pero que terminará de poner las cosas en su lugar. ¿Lo hará?

Las listas presentadas el viernes hablan de los candidatos, de sus proyectos y sus limitaciones. Gutiérrez eligió un compañero de fórmula –Marcos Koopmann- que, como él, se cuenta entre los hombres de confianza de Sapag.

Se podrá decir que dos contadores es tal vez mucho, y que faltó el toque femenino tan necesario en el tiempo que se vive, pero en todo caso la lista Azul eligió un hombre de confianza y, sobre todo, aventar cualquier posibilidad de volver a equivocarse con la figura que acepta ocupar el segundo lugar.

Una vez más el sapa-gutierrismo eligió solvencia y gestión, apuntando al sentido común de la gente que, puede que no se entusiasme demasiado, pero tendrá previsibilidad.

Por lo demás, la lista oficialista blanqueó su alianza con Pereyra. Aunque por ahora sólo se ve la punta del iceberg, está claro que habrá reparto de poder. Para el sapagismo es una forma, costosa si quiere, de contribuir a aislar a Figueroa. Para el petrosenador, el camino para asegurarse la parte de la torta que reclama.

Con su lista Violeta, Figueroa eligió llevarse bien con los tiempos que corren. Su compañera de fórmula, Carla Castiglioni, cuenta en su hoja de ruta con la experiencia de la Convención Constituyente, donde para bien o para mal no pasó desapercibida.

Los hechos dejaron sin mayores argumentos a aquellos que pregonaban las supuestas dificultades de Figueroa para armar una lista en toda la provincia. No obstante, no pocos coinciden en que le faltan algunas piezas.

También resulta evidente que la lista de Figueroa se vio engrosada con los heridos dejados en el camino por el sapagismo. El ejemplo más notorio es Zulma Reina, la candidata a intendenta de Neuquén, que en su momento se fue del gabinete del ex gobernador precisamente porque vio coartada esa posibilidad.

No menos cierta parece la apreciación que atribuye al armado figueroísta marcada presencia del sobischismo residual. No solo por Castiglione. Es un secreto a voces que uno de los principales asesores del candidato es Luis “Toti” Manganaro, el antiguo y polémico alfil de Jorge Sobisch.

No está claro, a pesar de las certezas conocidas el viernes, si esta interna llegará a buen fin. Por todo lo que se dice, habrá denuncias y acusaciones de distinto calibre. Y la posibilidad de que, llegado el momento, el vice elija bajarse e ir por afuera pretextando que no hay juego limpio.

Del lado de Gutiérrez, el viernes hubo otra confirmación: no habrá respuesta a las invectivas del vice. Está por demostrarse que sea la estrategia adecuada, pero en todo caso si logra imponerse puede contribuir a que no haya venganza.

Se verá.

29/07/2016

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