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21/10/2018

Interna sin retorno

Interna sin retorno | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Históricamente el MPN pagó un costo por sus riñas fratricidas desplegadas ante los ojos de todo el mundo. Con todo, no se recuerdan antecedentes de que una puja tan cruenta haya estado instalada no ya en el seno del partido sino del propio gobierno.

Héctor Mauriño

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El MPN registra no pocos antecedentes de internas violentas. Para poner sólo dos, la más antigua y la más reciente, en el ’87 Felipe Sapag quien impulsaba la candidatura de su hijo Luis Felipe, se refirió a Sobisch como “el hijo del primer traidor” que tuvo su partido y lo tachó de “accidente” en la historia de esa fuerza. Y en el 2013, Guillermo Pereyra apeló a bromas pesadas que no eran bromas, como aquel “sos – pechen” con el que intentó descalificar a su oponente, la por entonces vicegobernadora Ana Pechen.

En todos los casos, el partido hubo de pagar un costo por esta riña fratricida desplegada ante los ojos de todo el mundo. Con todo, no se recuerdan antecedentes de que una puja tan cruenta haya estado instalada no ya en el seno del partido sino del propio gobierno, como ocurre hoy día.

Algo está roto desde hace tiempo en el equilibrio de fuerzas diseñado por Jorge Sapag para retirarse a una posición de menor exposición pero no menor influencia. Ese esquema quedó dañado desde el comienzo, cuando se produjo el sonado affaire del cambio de cerradura de la residencia del vicegobernador, para evitar que el flamante vice compartiera una parte del escenario con el nuevo gobernador.

Dicen quienes tratan de cerca al ex intendente de Chos Malal, que sigue estando reconocido con Sapag. Que piensa algo así como que llegó hasta aquí con su ayuda, pero ahora se ha convertido en su principal obstáculo.

Está más que claro: Figueroa nunca aceptó del todo el segundo plano que le reservaba la estrategia trazada por el líder de la lista Azul. Tampoco que Gutiérrez ocupara el primer puesto entre los canes de la manada y, como suelen hacer los ‘mejores amigos del hombre’, desde un comienzo salió a disputar esa jerarquía con dientes y garras.

Con todo, esa semana el vice pareció trascender un umbral de difícil retorno. ¿Cómo podría explicar que su proclamada amistad con Gutiérrez pesa más que su responsabilidad como funcionario y hombre político? Si no quiere revelar lo que insinuó y dejó flotando en el aire, ¿por qué lo planteó? Y si lo hizo, ¿por qué no lo explicó?

Esto así no cierra. Y tampoco gusta. La descalificación es siempre un juego peligroso que puede convertirse en un búmeran.

Lo que no se puede negar tampoco, es que Figueroa está determinado a ser candidato -“la principal condición es querer ser”, decía Felipe Sapag- y ha elegido ocupar el espacio que deja vacante el fuerte alineamiento político del gobernador para desplegar plenamente su estrategia.

Sería azaroso saber cuán en contra estaría realmente el vice de las políticas que lleva adelante el gobierno nacional si ocupara el lugar que hoy ocupa su adversario. La duda es contra fáctica, es verdad, en cambio hay que admitir que ha ocupado plenamente ese espacio que se le presenta por delante y desde allí desarrolla una campaña agresiva y plena de argumentos, discutibles, pero políticos.

No siempre se puede decir lo mismo de la campaña que lleva adelante Gutiérrez. Consciente de que la provincia atraviesa por un buen momento económico, el gobernador ha elegido hacer campaña con la gestión y despliega una estrategia que elude el conflicto y ensalza la capacidad para administrar.

Al parecer, su decisión es ignorar las invectivas del vice, dejándolo que se cocine en su propia salsa, y dedicarse a exhibir su supuesta solvencia para resolver los problemas que se le encomiendan como gobernante.

Lo suyo es más una apelación al sentido común de la gente que a sus sentimientos y pasiones; a lo práctico más que a lo teórico; a lo técnico más que a lo político; a los resultados más que a la obra en sí. A los recursos contantes y sonantes, más que a los sueños.

Pero en esa exuberancia técnica, su discurso muestra un fuerte déficit político. A la gente no sólo la mueven las necesidades sino también los sueños.

Lo que no resulta para nada claro es cómo sigue esta puja. Si finalmente Figueroa terminará compitiendo en la interna o elegirá saltar el cerco del partido para hacer la guerra desde afuera (es un secreto a voces que habló y habla con todos los sectores de la oposición).

Pero una cosa sí está clara, estas no son más que las internas, pero cuando llegue la hora de la verdad y los protagonistas tengan que volver de esta experiencia para ir a las elecciones ‘en serio’, todo esto habrá tenido un costo para el Movimiento Popular Neuquino.

29/07/2016

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