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14/10/2018

Otra vez sopa

Otra vez sopa | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

En un panorama electoral dividido en tercios o cuartos, con el MPN fracturado y Cambiemos desgastado por la profunda crisis que desató el gobierno nacional, un kirchnerismo fuertemente unido tendría posibilidades de alzarse con la victoria.

Héctor Mauriño

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El espacio del Frente para la Victoria – PJ – Unidad Ciudadana de Neuquén se apresta a reeditar el fracaso de las legislativas del 2017, en medio de un clima de sectarismo de uno y otro lado que privilegia intereses secundarios por encima de la voluntad de construir un frente sólido y sin exclusiones.

Sin la esperanza de ser escuchados y con la certeza de ser sospechados de parciales, en medio de un panorama ganado por la suspicacia advertimos, como lo hicimos en mayo del año pasado, que se está preparando una derrota, acaso más grave y lamentable que la de 2017 por el tenor de lo que está en juego, en la provincia y en el país.

Es curioso, pero en las elecciones de medio término lo que se perdió fue la posibilidad de obtener dos bancas cuando estaba al alcance de la mano. Esta vez, en cambio, lo que se puede perder es la posibilidad de ganar las elecciones y llegar al gobierno de la provincia.

En un panorama dividido en tercios o cuartos, con el MPN fracturado y la estructura local de Cambiemos desgastada por la profunda crisis que ha provocado el gobierno nacional, un kirchnerismo fuertemente unido tendría posibilidades de alzarse con la victoria.

Pero, tal y como van las cosas, tal posibilidad está cada día más lejana. Ni qué decir de lo que expresa esta división del campo popular de Neuquén en relación al concierto nacional. A esta altura de los acontecimientos está claro que la mayor virtud de la derecha conservadora no es ni su capacidad para gobernar ni su fortaleza para levantar una propuesta mayoritaria, sino muy por el contrario su habilidad para dividir el campo popular.

Esta cualidad del neoliberalismo gobernante, encuentra un medio propicio en las miserias de ciertos sectores del peronismo y del kirchnerismo, que tienden a privilegiar sus quintitas por encima de la responsabilidad histórica que señala el interés colectivo.

En Neuquén, un puñado de dirigentes representativos y con historia en el movimiento popular, en lugar de deponer ambiciones personales para alcanzar la unidad y aspirar a hacerse del gobierno, pugnan por una senaduría, una banca de diputado nacional o provincial o algún carguito menor, de esos que tan bien administra como premio consuelo el Movimiento Popular Neuquino desde hace más de medio siglo.

No resulta lícito, frente a la gravedad de la crisis provocada por el grupo de desalmados que gobierna la Argentina, pensar en carreras políticas personales o en lo que le conviene a cada uno. Mucho menos, salir a proscribir a los demás o determinar a priori el lugar que debe ocupar cada uno.

En todo caso, los dirigentes de campo popular que tienen bien ganado el reconocimiento por su consecuencia en la denuncia contra este gobierno, deberían estar dispuestos a perder tantas veces como sea necesario para finalmente ganar. No hay peor batalla, se sabe, que la que no se libra.

El peronismo nació frentista y es hora de que algunos de los que se reclaman sus miembros comiencen a tenerlo presente en todos sus actos.

No es el momento tampoco para imponer a nadie con el dedo, reeditando una metodología del pasado reciente rechazada por el conjunto porque establece un blindaje a la participación de las bases.

Tampoco es cuestión de erigirse en los campeones del cristinismo cuando hace muy poco se apelaba a criticar a la ex presidenta por cuestiones subjetivas o secundarias.

La exigencia de la hora es jugar sin reservas ni mezquindades en favor de las mayorías. Todos.

En Neuquén, no hacerlo y poner por delante aspiraciones subalternas es ser funcional al MPN, que vive y reina por los siglos de los siglos porque sabe dividir, y esta vez lo necesita más que nunca porque ha perdido la capacidad de enamorar al electorado.

No por ser la menos mala, Neuquén se ha de convertir en “la mejor provincia”. Se puede aspirar a algo más.

 El espacio del FpV-PJ-UC debe llevar al mejor candidato, y para hacerlo es necesario que se expresen libremente todas las fuerzas que lo componen.

Las cartas están sobre la mesa; el triunfo o el fracaso, al alcance de la mano.

29/07/2016

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